50. Aurora Woods

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50. Aurora Woods.

—¡¡STEVE!! —Volvía a gritar, una y otra vez entre llantos, tras empujar a un lado al hombre que la había protegido con su largo cuerpo—. ¡NOOO!

Quiso ponerse en pie, pero sus piernas le fallaron y cayó de rodillas al suelo. No podía resistirlo. Su fuerza la abandonaba y el aire en sus pulmones también, ahogándose en sus sollozos. Su corazón se sentía igual de destruido que el edificio, ardiendo en dolor. 

Quemaba. 

Su pecho ardía y su garganta también con cada grito al cielo, desgarrando su alma.

Perdía por segunda vez a Steve.

Chris la acompañó, abrazándola y conteniéndola todo lo posible. 

Las luces del fuego iluminaban la noche. Los ruidos de las explosiones que seguían sucediendo a medida que el incendio alcanzaba otras áreas inflamables de los laboratorios, rompían el silencio y la sobresaltaban con cada estallido.

—Lo siento —decía el hombre, en un susurro—. Lo siento tanto.

Lo decía con dolorosa sinceridad. Nunca se perdonaría no haberse dado cuenta antes de lo que ocurría. Debería haber ido inmediatamente después de salir del puerto, aunque no pudiera asegurar que eso hubiera significado un cambio en el final de la historia. 

Y sentía también remordimiento, por haber deseado alguna vez estar en esa situación. De tenerla en sus brazos consolándola después de perder al hombre que amaba. ¡Qué canalla había sido! Escuchar sus llantos y tener su cuerpo convulsionando entre sus brazos le destrozaba. Daría cualquier cosa por evitarle ese dolor. Por quitárselo y lanzarlo al agua como si fuera una piedra hallada en la arena.

La sostenía con fuerza. 

Los dos arrodillados en el suelo se quedaron sin energía para moverse. 

No se dieron cuenta cuánto tiempo había pasado, cuando ella levantó la cabeza por encima del hombro de Chris. Algo se movía desde uno de los laterales del edificio. Una sombra negra se tambaleaba hacia ellos.

Chris se percató que algo había llamado la atención de Aurora y siguió su línea de visión. Inmediatamente, se irguió apoyando su peso sobre el pie sano, tomando la única arma que todavía conservaba, y colocándose delante de la joven, que seguía en el suelo. No podía ser que alguno de esos monstruos hubiera sobrevivido. Tendría que sacar fuerzas de donde fuere para protegerla. 

Pero entonces, la mujer salió corriendo hacia la sombra, tan rápido que no le dio tiempo al agente a reaccionar deteniéndola, con temor a que se enfrentara con el extraño en venganza. 

Su sorpresa fue enorme cuando la escuchó gritar.

—¡Steve! —corrió hasta la oscura y alta figura y se lanzó a su cuello, abrazándolo.

—¡Auch! —protestó de dolor, sujetando un lado de su cuerpo, donde algunas costillas estaban fracturadas.

—Lo siento —se alejó y cambió el contacto por uno más delicado—. Creí que habías...

No pudo terminar la frase por el nudo formado en su garganta.

Estaba vivo. Herido. Con el rostro magullado, un ojo cerrado, sucio y despeinado. Una versión alterna de un Steve Sharpe que, aunque se viera así, seguía siendo majestuoso.

El hombre contemplaba a la dueña de su corazón. Por la que había arriesgado su vida sin siquiera dudarlo. Lo haría mil veces más de ser necesario. 

El llanto le habían marcado surcos en el rostro sucio por el polvo, pero seguía siendo hermosa. 

El movimiento de las llamas que lamían la estructura que continuaba desplomándose le daba a los ojos de Aurora un movimiento hipnótico y tintaba de dorado las lágrimas que caían con ímpetu. 

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now