5. Shiroi Akuma

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5. Shiroi Akuma.

La noche la envolvía en su nueva morada en las montañas. Había caminado junto al Dr. T bajo las estrellas veinticuatro horas atrás, conversando animadamente sin temor alguno de no tener otras noches a su lado. Y aunque había pasado un día nada más, se sentía una eternidad. 

Su corta vida se le antojó en ese instante como extremadamente larga. Tres días de existencia donde había aprendido a leer y escribir en dos idiomas, asimilado todo sobre ciencias, perdido al hombre que la creó, había corrido por horas para alejarse de asaltantes, había sido atacada por un oso, casi ahogado en un río y visto a cazadores con sus presas.

Después del encuentro con aquellos hombres había hallado lo que creía sería el refugio más adecuado. Una cueva resguardada por varios matorrales en la entrada. Sin embargo, no podía estar encerrada y se encontraba en el exterior acompañada por aquellas distantes bolas de fuego que tanto la conmovían. 

La Vía Láctea no dejaba de maravillarla. Perdía su mirada en la estela de estrellas que parecían titilar como si siguieran la melodía de alguna danza desconocía para ella, pero que igualmente alcanzaba su corazón.

Resopló fuerte mientras se recostaba sobre la gran roca que aprovechaba como un lecho frente a su caverna llevando sus brazos por detrás de su cabeza. Llevó su cabeza ligeramente hacia atrás y se topó con una luna creciente. Su brillo la hipnotizaba. No quería cerrar los ojos nunca si eso hacía que se perdiera su recorrido en el firmamento. Sin embargo, lentamente, sus párpados se volvieron pesados y el sueño la venció. 

Dormía por primera vez. Un descanso sin sueños ni pesadillas, afortunadamente.


Un rugido la despertó de golpe, haciéndola saltar en el lugar. Sin comprender dónde estaba, se vio a sí misma sentada en la gran piedra y se refregó los ojos hasta poder fijar la vista en lo que la rodeaba. Al hacerlo, todo volvió a ella y su corazón dio un vuelco angustioso al repasar mentalmente en un segundo todo lo ocurrido. 

Un nuevo gruñido la hizo girar sobre su hombro, encontrándose con el culpable de su sorpresivo despertar.

Otro oso. O el mismo de ayer. No lo podría asegurar. 

Había creído que los cazadores habían capturado a su peludo agresor, pero al parecer, y lo que era lógico al pensarlo mejor, no era el único que habitaba aquellos bosques. Al menos el que la observaba atentamente no había lanzado ningún zarpazo hacia ella. Al menos, por el momento. Aunque no tenía pensado comprobar si eso iba a cambiar próximamente. 

Despacio y sin despegar su mirada de aquella oscura que le entregaba el animal, retrocedió alejándose para descender y quedar del otro lado de la roca, usándola de obstáculo. 

La bestia se irguió dando otro rugido profundo de protesta. Parecía molesto. Hasta que escuchó dos pequeños bufidos provenientes de lo que creía iba a ser su rocosa morada, seguido de la aparición de dos oseznos.

—¡Oh! —Lanzó inconscientemente—. Eres una osa mamá —sonrió. Pero su sonrisa se desvaneció ante la amenaza de la protectora madre, que movía sus manos lanzando zarpazos al aire.

La joven levantó las manos como había hecho el Dr. T cuando se conocieron. Había reconocido en aquel gesto la intención de mostrarse calmado e inofensivo. No tenía idea si obtendría el mismo resultado, pero no perdía nada con intentarlo.

—Tranquila. No le haré nada a tu pequeños. —La situación era extraña, pero sentía la necesidad de hablar. Y aunque parecía una tontería, le gustaba entablar una conversación, aunque fuera con una osa furiosa—. Sólo buscaba refugio. No sabía que era tu casa.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now