27. Mi casa

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27. Mi casa.

El resto de la tarde había sido tranquila en la mansión.

Una vez que volvieron de la caminata por la playa, se relajaron en la piscina, nadando un poco y recostándose en las tumbonas, lo que significó una tortura para Steve al tener el cuerpo casi desnudo de Aurora sin poder hacer más que unas caricias a la distancia, usando sus orbes como manos, con tantos pares de ojos en la casa.

Parecía como si de repente, todos tuvieran que estar cerca de ellos. Gerard se había aligerado la ropa con alguna de sus prendas que mantenía en otra de la habitaciones, y se había colocado a la sombra, relajándose. No se le había escapado que cada tanto el mayor los acechaba de soslayo con una sonrisa socarrona en el rostro.

Si bien disfrutaron del momento juntos, Steve notaba que Aurora no había dejado de sentirse afligida por cómo había sido la mañana y eso lo apenaba. No sabía qué pasaba por su cabecita, pero no estaba tan iluminada como siempre y no fueron escasas las veces que le había llamado la atención cuando la encontraba perdida, mordiendo su labio inferior.

Aunque ella reaccionaba sonriendo. Hasta le dejaba algún cariñoso beso en la mejilla antes de retomar la lectura del momento. Muestras que recibía algo parco por la incomodidad al saberse observado por otros, comprendiendo que la muchacha buscaba una respuesta más cálida de su parte.

Pero no podía. No estaba preparado para abrirse completamente, más allá de lo físico que compartían en la intimidad. Y sabía que esa inaccesibilidad, el muro que no terminaba de dejar caer, podría perjudicarlo.

Echar a tierra sus planes.

***

La ansiedad la había estado carcomiendo durante todo el día, volviéndola distraída y torpe. A tal punto que varios de sus compañeros tuvieron que llamarle la atención en reiteradas oportunidades, molestos por su aletargamiento.

Hasta Rowan le había reclamado por su actitud.


Sintiéndose dueña de los dominios de los Laboratorios Quirón, que se encontraban ya abandonados por ser de noche, la agente Petrova retomaba su misión.

Los dedos le picaban mientras caminaba por los solitarios pasillos hasta el refrigerados que una vez más había custodiado aquella muestra extraña de sangre. Tomó con cuidado la caja y regresó a su puesto de trabajo.

La noche anterior no había podido obtener mucha luz sobre el enigmático ADN, por lo que en lugar de usar su ordenador portátil, aprovecharía los registros del laboratorio. Mucho más amplios y ricos en información. Necesitaba toda la ayuda posible para desentrañar el misterio que tenía entre sus manos.

Colocó la muestra en su lugar y comenzó a procesar los datos.

No había duda que era una quimera. Una creación artificial que había logrado lo imposible.

Sus pensamientos regresaban una vez más al Dr. T. Tenía delante suyo lo que el científico y ella misma habían soñado. Un ser perfecto cuya secuencia genética se ensamblara con naturalidad con otras especies. 

Quería desentrañar toda la doble hélice y ver qué características poseía, pero no era suficiente para responder a sus incógnitas.

Debía saber quién era el autor de dicho milagro. Y más importante. La criatura que llevaba tal preciada ambrosía.

Esperando que el repertorio de documentos, datos e investigaciones producto de años de trabajo de cientos de científicos pudieran ser útiles, comenzó a registrar sus resultados, anhelando encontrar coincidencias.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now