44. Descubierto

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44. Descubierto.

Cuando Gerard entró a su casa y quiso desactivar su alarma, se sorprendió al notar que no estaba encendida. 

Se estaba poniendo viejo y se olvidaba de las cosas. Pero dudó que ese fuese el caso. Sus años de experiencia poniendo su vida en peligro lo hacían muy consciente de todo aquello que concerniere a su seguridad. 

Sus sentidos le advertían que estuviera atento sin dejar de actuar con naturalidad. Aun así, no estaba preparado para ver lo que encontró al encender las luces. Las paredes de su casa estaban empapeladas con las fotos de Audrey Callen, la mamá de Steve. No sólo de ella. Había también de toda la familia Sharpe. La misma foto del despacho que tan bien conocía.

Dejó caer sus manos al costado de su cuerpo, en un gesto de abatimiento. Su pasado lo alcanzaba y su verdugo sería el hombre que había querido como a un hijo durante la última década. Caminó por el pasillo hasta la sala de estar, donde estaba Steve sentado en su butaca favorita. 

Luciendo elegante y atractivo en su traje de corte italiano. Nunca perdía el estilo. Lo encontró apuntándole con un arma con silenciador. 

Sabía que suplicar perdón sería inútil. No lo merecía. Tampoco lo anhelaba. Era tiempo de eliminar ese peso de su consciencia, aunque le costase la vida.

—Hola Steve.

—Gerard. Por favor, levanta las manos. No quiero que te sientas tentado de agarrar tu arma escondida en la biblioteca.

—No tengo ninguna intención de defenderme.

—Discúlpame si no te creo.

Gerard acusó el golpe. Notaba la decepción en el tono de Steve, a pesar de aparentar frialdad.

—Estoy listo para confesar. Dicen que es bueno para el alma.

—Nunca supe que fueras religioso. Y no creo que tú y yo tengamos alma para salvar, después de todo lo que hemos hecho.

—No busco la absolución de un cura o de alguna fuerza superior —lo miró con tristeza—. Sólo la tuya.

—Pues no lo tendrás. Irás al infierno. Me encargaré de ello. Pero antes, quiero saber por qué.

—Te lo explicaré todo. Permíteme que me siente al menos.

Con la punta del arma, le indicó que tomara asiento en otra butaca, frente a él.

—Adelante. Explícame por qué. Eres como un hermano para papá. Fuiste como un padre para mí. No lo entiendo.

—Fue un encargo.

—¿Un encargo? ¿De quién? ¿Por qué lo aceptaste? —Hizo un segundo de pausa—. ¿Siempre nos odiaste?

—Oh, no hijo.

—No soy tu hijo —siseó. El tono bajo y de témpano con el que lo dijo, le dio más terror que si hubiera perdido el control.

—Después de dejar el espionaje inglés, aproveché los años de experiencia en ese mundo de mierda. Conocía el bajo mundo y me hice de muchos contactos y de una nueva línea de trabajo en la que podía seguir usando mis habilidades. —Aguardó unos segundo por algún tipo de reacción, pero sólo había una estatua frente a él—. Debes saber que no había forma de evitarlo. Yo sólo era un intermediario cuando recibí la solicitud de encontrar quién hiciera el trabajo. Lo que he hecho contigo por años. No podía creer que tuviera su nombre en mis manos. Pero decidí que lo mejor sería hacerme cargo. Si rechazaba la solicitud o lo entregaba a otro, el que lo hubiera hecho no le hubiera importado acabar con la vida de tu padre y hasta la tuya también.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now