40. ¿Amigos?

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40. ¿Amigos?

Estaba sentada sobre la arena. Con las rodillas flexionadas y sus brazos apoyados sobre ellas. Mirando el horizonte. Se dejaba hipnotizar por las olas del mar, ignorando todo lo que la rodeaba. 

Era la única manera de que su mente quedara en blanco para darle un descanso y aquietar sus pensamientos, que lo único que habían estado haciendo desde la noche anterior, era repasar todo lo ocurrido. 

Le destrozaba recordar la mirada de espanto y desprecio que el señor Steve le había entregado cuando ella le confesó lo que era. Esa mirada se sintió como puñales en el corazón. Creyó que ya no lo vería más y se estaba despidiendo de los días más felices de su vida. Hasta que se encontró con Andrew en la playa. 

Él le había indicado que no se fuera, pero ella no albergaba esperanzas de que el hombre que amaba pudiera perdonarla por engañarlo, o por ser lo que era. Suponía que el señor Steve quería controlarla una última vez dándole la maldita casa lejos de él y el indeseado dinero según el trato pactado en su primera noche.

Imaginaba que su huida le molestaba al hombre dominante, y que este sólo estaba afirmando una vez más su poder sobre ella.

Mientras ella sólo quería darle un último regalo a la persona que la había liberado y dado una nueva existencia. 

Eso tal vez aumentaría el desprecio hacia su mutante condición, pero necesitaba explicarle que había comprendido por qué estaba tan herido. No podría devolverle a su madre, pero a su padre, lo acababa de salvar, para él. 

Por él. 

Por eso había emprendido el regreso donde se topó con el gigante de piel oscura.

Con eso, ansiaba con todo su corazón, que el señor Steve volviera a ser feliz. Como el niño de la fotografía. Aunque ella no pudiera seguir en su vida como testigo de esa felicidad.

De repente, Aurora percibió pasos en la arena. Imaginó que sería Andrew, fiscalizando que no escapara otra vez. No tenía intención de hacerlo. No hasta compartir su obsequio. Seguramente, el último.

Pero lo que vio de reojo fue el pantalón elegante y los zapatos caros del señor Steve. Y el aroma que tanto conocía se lo confirmó, haciéndola estremecer. Levantó la cabeza. ¡Definitivamente era él! Había vuelto. Lucía perfecto. Como siempre. Con su cabello peinado hacia atrás, lacio y rubio más oscurecido por la humedad que le hacía creer que se había duchado recién.

Este se sentó a su lado ante la atónita mirada de la joven, que apartó enseguida por temor a enfrentarse a sus ojos azules oscuros llenos de rencor. 

Su corazón comenzó a golpearla con tanta fuerza que creyó que la delataría ante el hombre.

Aurora estaba entre atemorizada y feliz, pero no se atrevía a moverse o a decir palabra. 

Ambos se quedaron en silencio, con la mirada perdida a lo lejos. 

No sabía qué pasaba por su cabeza. ¿Todavía estaría molesto? ¿La rechazaría? ¿Venía tan sólo a confirmar que no la quería ver más? 

Deseaba contarle lo que había hecho, pero no se atrevía a hablar.

En cambio, se dedicada a absorber cada gramo del perfume masculino que la volvía gelatina, resguardando para siempre su último momento juntos.

El silencio fue interrumpido por él.

—¿Me perdonas?

El mundo se detuvo por lo que pareció una eternidad. 

Aurora se sorprendió del tono empleado. Parecía mortificado y no estaba enojado. Al menos, no con ella. Y con esa pregunta, su cuerpo se relajó y creyó que volvería a llorar. 

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now