15. ¿Rompiendo la regla número tres?

200 43 367
                                    

15. ¿Rompiendo la regla número tres?

Lo tenía decidido. 

Huirían. 

La liberaría de las garras de Yoshida y él se alejaría del espécimen de mierda que decía ser su padre. 

Había iniciado los engranajes para poner en movimiento su arriesgado plan. Aprovechando aquella fotografía que le había tomado en un impulso —una de varias de las cuales no todas eran de su conocimiento al haberlas obtenido mientras dormía—, mandó confeccionar pasaportes falsos que esperaba recibir al día siguiente. Tenía mucho dinero en efectivo y había sacado dos pasajes para dentro de dos días a una isla paradisíaca.

Había querido hacerlo por las vías correctas, si es que se podría decir que hubiera un modo correcto en un negocio podrido como el que manejaban Yoshida y él mismo. Aún así, en la madrugada, cuando Arata y él se despedían en la cubierta del Paradise había ofrecido comprarla. Pagaría lo que fuera por ella. Pero el japonés se había reído de su ingenuo intento.


¿Tanto te gusta golpearla? había preguntado con cierto recelo, entrecerrando sus párpados. No te habrás enamorado de la muda, ¿verdad? Sé que es preciosa. Yo mismo te lo he dicho, la mujer más hermosa del mundo. Pero sigue siendo una mercancía muy útil. Ni siquiera a mi hermano se la cedería. Tampoco eres el primero que me la quiere comprar.

¿Cuánto pides por ella? Ignoró olímpicamente su provocación, girando su anillo para disminuir su nerviosismo. No sabía qué sentía, pero necesitaba tratar de sacarla de allí.

Amigo mío, no tiene precio. Al menos, por ahora. Me hace absurdamente rico.

Puedo darte millones.

Tú no tienes tanto dinero disponible.

Puedo conseguirlo.

No, no puedes sin meter mano en los negocios de tu padre y eso no sería de su agrado – le había puesto la mano en el hombro, a modo de consuelo.

Ese simple contacto le había provocado tal grado de repulsión que tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para mantener una pantalla inexpresiva. Se encogió de hombros, buscando parecer indiferente.

Bueno, tenía que intentarlo. Hubiera sido muy provechoso no tener que renunciar a tan conveniente método de terapia.

Si en unos años aún la quieres, podemos revaluar tu oferta. Aunque deberás pujar contra mi hermano.

Y con una carcajada, lo vió descender a las entrañas del barco mientras él partía en su helicóptero.


Ante el rechazo, en cuanto se encontró volviendo a su hogar, su cabeza concentró toda su energía en planear su escape, aprovechando cada contacto del bajo mundo que poseía.

En tan sólo unas horas, lo tenía casi listo, gracias al poder, dinero y amenazas que había repartido a diestra y siniestra.

Ser un frío criminal no evitaba que sintiera un revoltijo en su estómago. Mitad ansiedad, mitad terror. Si todo salía bien, haría por primera vez algo en su vida que ayudara a otra persona. No era del todo un gesto carente de egoísmo, porque en el fondo, lo hacía porque quería tener a su tesoro sólo para él. 

No estaba seguro de los sentimientos de ella hacia él, más allá de los de la amistad, pero aun si nunca llegara a amarlo, merecía ser libre para elegir con quién estar. 

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now