46. Acorralados

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46. Acorralados.

Estaba por atardecer en la ciudad de Nueva York. 

Sólo quedaban unos pocos agentes, además de Lara y él. 

Efectivamente, había sido un día muy largo, como había predicho en la mañana. No habían avanzado mucho con el caso. Sólo amontonaban papeles con declaraciones y procedimientos. 

Al menos, no tuvieron que lidiar con el agente Harrison y su sombra, porque se había ido con su cara de haber chupado un limón a reclamar el liderazgo del caso, pero no había vuelto.

Sí lograron ubicar a las muchachas americanas que habían sido vendidas recientemente. Algunas de ellas habían sido raptadas mientras que otras no tenían hogar o habían escapado del que tenían. Mañana seguirían con el trabajo. 

Chris Webb no se dio cuenta de lo tarde que era hasta que levantó la vista de su escritorio y vio pasar a varios jóvenes agentes llevando alimentos a las muchachas que seguían aguardando en las salas. 

Eso lo hizo reaccionar, descubriendo que él no había ingerido nada desde el mediodía y su estómago se lo hacía notar ruidosamente en ese momento al percibir el castigador olor de la comida. Inmediatamente comenzó a salivar como un perro. 

Levantándose de su asiento, atrapó una de las bandejas que llevaban sus colegas.

—¡Hey!

—Lo siento amigo, pero este se queda conmigo.

—Es para las chicas rescatadas.

—¿Y tú no comes?

—Eh, pues sí, claro. 

—Bueno, ahora no. Me quedo con tu comida. A cambio... —rebuscó en su bolsillo y sacó un billete—. Te pago una pizza. —El muchacho, sabiendo que no tenía caso renegar con un agente superior y de estampa tan imponente, aceptó el papel—. Y también me llevo otra porción.

Otra protesta que ignoró, alejándose con sus largas zancadas hacia una de las habitaciones donde resguardaban a las japonesas. Abrió la puerta y buscó con la mirada a Nomi. Con un gesto de la cabeza, le indicó que saliera y lo acompañara. 

No se necesitaba traductor para comprender esa consigna y la adolescente se movió velozmente entre sus compañeras hasta hallarse junto al alto agente, con una enorme sonrisa en su rostro aniñado, a pesar de todo lo sufrido.

La sobrepasaba por mucho, debiendo inclinar la cabeza hacia atrás para poder conectar con sus grandes orbes de color azul claro y sonrisa amable. Aspiraba el aroma varonil que le resultaba reconfortante mientras lo seguía hacia otra habitación. Una más pequeña con una mesa y dos sillas. 

Acató la indicación que la gran mano le daba para sentarse en una de ellas y enseguida lo tuvo a su lado cuando desplazó la otra.

El agente le entregó una pequeña caja de plástico que olía delicioso y lo miró.

—Come —abrió el envase para enseñarle su comida. Buscó en su bolsillo su smartphone y accedió al traductor. Tenía un mensaje que entregar.

Nomi tomó con sus pequeñas y delgadas manos la hamburguesa con queso y se la llevó a la boca con un gran mordisco. Observó cómo Chris dejaba entre ellos el aparato que permitía cierta comunicación mientras él mismo atacaba su comida. Entre bocado y bocado, escribía.

Encontré a tu amiga. Shiroi Akuma. —Esperaba que la traducción fuera adecuada. Viendo cómo se iluminaban los ojos de Nomi, lo creyó así, por lo que prosiguió—. Está bien. Te envía un mensaje. No se ha olvidado de ti y que tratará de ayudarte. —La japonesa comenzó a sollozar, emocionada—. Te pide disculpas por no haberlo podido hacer antes, pero cuando trató de salvarte hace tres meses, la atraparon y la castigaron.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now