1. ¡Está viva! ¡Está viva!

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1. ¡Está viva! ¡Está viva!

La sujetaba una vez más entre sus brazos, rogándole, llorando porque no se rindiera. Que lo perdonara, pero sólo escuchó salir de sus labios unas pocas palabras que serían para él como el pedido de juramento a un caballero templario.

Por favor, doctor, salve a mi bebé.

Le había susurrado aquellas siete palabras sin saber que el poder de ellas le infundirían el valor necesario para tratar de redimirse. A esa solicitud, le siguió otra, de casi la misma corta extensión en letras, pero fuerte en su intensión.

Dígale que su madre lo amaba.

Después de escuchar el mayor desafío que se le presentaba en su vida, cerró el trato con un asentimiento con la cabeza y ella dejó que las fuerzas la abandonaran en su lucha con los demonios que habían tomado posesión de su cuerpo.


Un trueno lo despertó de un salto, con el corazón a punto de salírsele por la boca. Se había quedado dormido en el escritorio de su laboratorio en la cabaña que había comprado en Japón. Miró las muestras que tenía delante suyo. 

Un nuevo fracaso que lo había desanimado. 

Otro relámpago volvió a estrujarle el alma. Realmente, odiaba las tormentas y aquella que lo había arrancado de su sueño amenazaba con ser terrible en medio de la montaña, donde llevaba viviendo a meses de cumplir los diez años. Desde que se había fugado de las Industrias Quirón, huyendo de sus pesadas patas para evitar ser aplastado por sus pezuñas bajo el dominio de Cale Cameron.

Masao había tenido que volver a cambiar sus planes cuando al llegar a Nueva Zelanda y comprobar las noticias norteamericanas, supo de la muerte de la reportera. 

Otro fantasma del que él era responsable. Serían ciento treinta y tres víctimas. Lo que le extrañó fue que no hubiera ninguna mención al respecto del Proyecto Hércules, lo que le hizo sospechar que su asesinato había sido para callarla y no como castigo. 

La habían descubierto. 

Los habían descubierto de alguna forma y se adelantaron a la redención que tanto había anhelado al revelar ante la periodista toda su investigación. Se supo entonces en la mira de Meyer y Cameron y que su plan de llegar a Hawái era inviable. Debió adaptarse una vez más y apuntó a Japón. El hogar de sus padres. La tierra que lo había visto nacer a él y a su hermana antes de él. Y hacia allí se dirigió, volviéndose anónimo a varios kilómetros de un pequeño pueblo de montaña, sobreviviendo con la venta de medicina que preparaba en su laboratorio clandestino.

Un nuevo estruendo exterior y otro respingo por parte del menudo hombre. Se puso de pie, lentamente, sacándose los lentes para masajear el puente de su nariz, donde sentía la presión del marco pesado de ellos. Se los volvió a colocar mientras caminaba hacia su mayor y más temible tesoro.


Se encontraba en su propio útero. Uno hecho de vidrio y metal, con varias conexiones a fuentes de alimentación. Ese había sido su nido durante una decena de años, desde donde el doctor había ido observando y acelerando su desarrollo, alcanzando una madurez adulta —aparentando unos veinte años—, que sólo era orgánico. 

Tenía conectado su cordón umbilical de manera de obtener lo necesario para sobrevivir en su dorado y líquido mundo. Desde ese tejido el científico había ido modificando los aspecto más relevantes del ADN de su promesa. 

Sabía que había logrado la perfección. Un ser superior con mutaciones definidas por él. 

Pero no se decidía a despertarla. Ni siquiera estaba seguro de cómo hacerlo. Porque en sus entrañas había ido creciendo una duda tan grande que lograba apagar al sol. ¿Y si ella era lo que Cale Cameron deseaba? ¿Si había creado un monstruo de alma negra? ¿Un engendro que sólo traería a la superficie el infierno que él mismo había desatado al imaginar un suero para soldados? 

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now