Capítulo Dieciséis

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Narrador

—Bueno, como ya terminamos nuestro pequeño torneo... creo que ha llegado la hora de recibir nuestro premio.— Emiko miró de manera burlona a su tío, quien al escucharla la miró con molestia antes de cruzarse de brazos.

—No era necesario recordarlo Emiko, les entregaré las súper esferas pero les advierto que será imposible encontrar la que falta.

—Te equivocas tío, yo ya sé donde está la última súper esfera.

—¡¿Cómo?! ¡Eso es imposible!

—¿Quién es la vidente aquí? ¿Tú o yo?— Ante aquel comentario Champa simplemente se quedó callado unos segundos antes de comenzar a hacer una rabieta de niño pequeño diciendo que era injusto que a causa de su sobrina perdiera la oportunidad de tener una tierra para su universo. —¿Sabes que puedes reunir nuevamente las súper esferas y desear que tu tierra sea como la de nuestro universo?

—¿Eh?— Champa se quedó mirando a su sobrina antes de mirar a Vados. —¿Eso es posible?

—Totalmente señor, tal parece que la señorita Emiko es la única de su familia que sabe utilizar las neuronas suficientes antes de hacer una rabieta innecesaria.— Ante aquel comentario tanto Bills como Champa sintieron un fuerte golpe en su orgullo. —Aunque es posible que si pide ese deseo hayan personas similares en ambos planetas.

—Pero recuerda Vados que nuestros universos prácticamente son contrapartes, así que existe la posibilidad de que en su tierra nuestros terricolas sean de personalidad opuesta o de sexo opuesto, incluso de que sean de edades contrarias al nuestro.

—Eso es verdad querida, se nota que eres mucho más inteligente que estos dos vagos.— Wiss palmeó suavemente la cabeza de la castaña, quien sonrio de lado casi ronroneando de la felicidad al ser elogiada.

Tan... ¡Tan tierna!— Ese fue el pensamiento de más de uno de los presentes, incluyendo a los Kaio y a los amargados Vegeta y Piccoro.

—¡De cualquier manera ya vámonos de una vez! ¡Y a ustedes mas les vale estar presentes en el próximo torneo o desatarán la ira de Zeno sama!— Champa comenzó a caminar hacia el exterior del domo siendo acompañado por Vados, Magetta, Botamo y un inconsciente Frost.

—Si lo desea, puedo llevarlo al planeta Zadala, maestro.— Kyabe se acercó a Vegeta con una sonrisa esperando que el mayor aceptara.

—¿De qué estás hablando? Ni siquiera me convertí en tu maestro.

—¡Lo que diga maestro!

—¡Tan lindo y adorable!— Emiko abrazó a Kyabe con poca fuerza sin poder resistirse ante tanta ternura que éste emanaba al hablarle a Vegeta. —Y pensar que aprendiste a tranformarte gracias a Vegeta, espero que la próxima vez que nos encontremos hayas mejorado mucho más.

¡M-muy cerca!— Kyabe ya se encontraba bastante sonrojado al haber sentido el abrazo y la cercanía de la persona, pero estuvo al punto del colapso al girar su cabeza y terminar estrellando su cara contra los senos de la chica de manera accidental. —Son cálidos y suaves... me siento muy cómodo aquí...— Por mero instinto cerró sus ojos un instante ante la suave y cálida sensación, aunque luego recordó la posición en la que estaba y giró un poco su cabeza al sentir varias miradas asesinas sobre su persona. —S-señorita Emiko... ¿P-podría soltarme?

—¿Eh? ¡Oh, sí! Lo siento Kyabe.— Ella liberó al pequeño pelinegro del abrazo permitiéndole respirar con normalidad otra vez, aunque aún sintiendo las miradas sobre su nuca.

Maldito enano con suerte.— Ese fue el pensamiento en conjunto del antiguo supremo kaio, del maestro Roshi y de Yamcha.

Ese insecto está muerto, aunque dudo mucho que Champa le haga algo cuando lo necesita para el próximo torneo.— Vegeta observó de reojo a Kyabe, quien estaba con las mejillas sonrojadas al igual que las orejas.

La hija del dios destructor.Where stories live. Discover now