Capítulo Treinta y Cuatro

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Narra Emiko

Me removí levemente en mi lugar al sentir que la cama en la que estaba era más grande de lo que recordaba, por lo que tuve que abrir uno de mis ojos viendo que no estaba en mi habitación ni en alguna habitación de la corporación cápsula.

Cierto... esta es la habitación que Hit está usando... por un momento olvidé que vine aquí ayer...— Me senté sobre la cama consiguiendo que las sábanas se deslizaran por mi cuerpo, lo que hizo que mirara este y viera diversas marcas rojizas en mi pecho, hombros, abdomen y muslos. —Maldición Hit... ahora voy a tener que cambiar mi ropa de pelea por algo que cubra las marcas...— Suspiré por lo bajo antes de recordar su ausencia en la cama y la habitación. —¿Hit?

Al no escuchar alguna respuesta o sonido de su parte, me levanté con cuidado de la cama envolviendo mi cuerpo con las sábanas antes de caminar hacia el baño dispuesta a tomar una ducha, aunque antes de poder abrir la puerta del baño yo misma, alguien más lo habia hecho del otro lado dejando salir una nube de vapor.

—Ah, ahí estabas Hit.— Lo ví salir del baño con una toalla sobre sus hombros mientras vestía solamente sus pantalones, dandome una muy buena vista de su torso. —Qué buena forma de comenzar la tarde...

—Veo que ya has despertado, ¿me buscabas para algo en especial?— Aparté mi mirada de su torso para mirarlo a la cara antes de negar levemente.

—No, simplemente me pareció extraño no verte a mi lado en la cama, pero olvidé buscar tu ki en la habitación así que me tomaste por sorpresa al salir del baño.— Sonreí de lado antes de sentir su mano sobre mi cabeza dándome una pequeña caricia.

—Tenía pensado estar a tu lado al despertar, pero antes quería darme una ducha.

—Pues ahora me toca a mi ducharme, siento el cuerpo pegajoso y sudoroso...— Suspiré levemente antes de notar unas marcas rojizas en su cuello. —Tal parece que no soy la única que se ha llevado algunas mordidas... aunque si soy la única que tiene más de cinco en el cuerpo.

—¿Qué me dices de mi espalda?— Le miré confundida antes de ver su espalda bastante arañada desde el centro de su espalda hasta sus hombros. —Tus garras son bastante peligrosas cuando te dejas llevar.

—Lo siento...— Agache mis orejas antes de acercarme para acariciar con suavidad los arañazos. —¿Duelen?

—Al inicio ardían un poco, pero ahora no siento nada más que una ligera molestia al moverme un poco.— Asentí levemente recargando mi cabeza en su espalda teniendo cuidado con los arañazos. —Por cierto, ¿cuanto tiempo falta para el torneo?

—Si no me equivoco... deben faltar unas doce horas.— Me separé de su cuerpo antes de sonreír levemente mientras me giraba directo al baño. —Iré a ducharme antes de que me vuelva loca al tener el cuerpo sucio por más tiempo.

—Hace unas horas no se te veía muy incómoda con eso...— Ignoré aquel comentario metiéndome dentro del baño antes de cerrar la puerta con seguro.

Demonios...— Cubrí mi cara con ambas manos al sentir mis mejillas muy calientes ante la vergüenza.

— Cubrí mi cara con ambas manos al sentir mis mejillas muy calientes ante la vergüenza

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