Capítulo Cincuentra y Tres

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Narra Bills

—Señor Bills, ¿se encuentra bien?— Miré de reojo a Wiss ante su pregunta. —Lleva distraído casi tres meses, más exactamente desde que Emiko y Hit se fueron a vivir juntos.

—Simplemente estoy pensando.— Cerré mis ojos dejando salir un suspiro.

—Bueno... ¿Y qué hará con respecto al otro asunto?— Fruncí el ceño antes de mirarle nuevamente. —Hablo sobre la señora Amaia, ¿seguirá ignorando su presencia?

—No sé de qué hablas.— Giré mi mirada hacia otro lado.

—No se haga el tonto, sabe perfectamente que el gran sacerdote le dió a Emiko como regalo de bodas la resurrección de su madre, y debo recordarle que usted le prometió a ella hacer el esfuerzo de hablar y llevarse bien con la mujer.

—Ahh, ¿y qué esperas que haga? Esa mujer se la pasa todo el tiempo alejada de mi.

—Eso es su culpa, usted no ha puesto nada de empeño en querer conversar con ella, ¿qué pasará cuando Emiko venga de visita y pregunte qué tal va la relación entre ustedes dos?— Gruñí por lo bajo esquivando su mirada acusadora.

—¡Ahh, está bien! ¡Hablaré con ella!— Me levanté de mi lugar gruñendo bajo antes de caminar hacia afuera del templo. —¿Quién se cree que es? ¡Yo soy un dios de la destrucción! ¡Yo soy quien da las órdenes!— Fui hacia el lago del planeta para buscar a aquella mujer. —¿En dónde se habrá metido?

—Estoy aquí señor Bills.— Giré mi cabeza viéndola sentada sobre una roca. —¿Necesitaba algo?

—Nada realmente.— Caminé hacia dónde ella estaba para mirarla con los brazos cruzados.

—¿Entonces por qué me buscaba?— Chasquee la lengua mirando hacia otro lado.

—Aborrezco que tengas la misma habilidad que Emiko.

—Bueno... técnicamente hablando, ella heredó la videncia de mi.— La miré de reojo cuando ladeo levemente su cabeza mientras sonreía de la misma forma que mi hija cuando algo le parecía gracioso.

En verdad ambas son muy similares... incluso su aura tranquila es idéntica a la de Emiko...

—¿Ocurre algo?

—Nada.— Volví a mirar hacia el frente. —Solo pensaba... que realmente Emiko se parece a ti en muchas cosas.

—¿De verdad? ¿Cómo qué?

—Para empezar, ambas tienen esa misma sonrisa fastidiosa que ponen cuando se burlan de mi.

—Pero yo no me he burlado de usted en ningún momento...

—¡Por supuesto que si! ¡Lo hiciste cuando me recordaste que mi hija es vidente por tus genes!

—¿Y ahora por qué está tan alterado? Simplemente mencioné que ella heredó algo mío...

—¡Ella heredó más que algo! ¡Literalmente se parece casi en todo a ti!

—Señor Bills, le voy a pedir que se calme un poco y deje de gritarme, no he hecho nada para merecer tal falta de respeto de su parte.— La vi levantarse de su lugar para ponerse frente a mí con su ceño fruncido. —Sé que mi presencia no es de su agrado, pero pensé que le tenia el cariño suficiente a nuestra hija para hacer el mínimo esfuerzo de entablar una simple conversación conmigo.

—¿Acaso no tienes miedo de volver a morir al desafiarme?

—No lo creo capaz de matarme, no cuando la confianza de Emiko se encuentra en juego.— Ella se cruzó de brazos viendome de forma obvia. —Ahora si me disculpa, iré a mi habitación ya que no vamos a llegar a ningún lado con esta conversación sin sentido.— Hizo una pequeña reverencia antes de pasar por mi lado.

La hija del dios destructor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora