Nela Schrödez tiene un billete de ida, pero no tiene uno de vuelta.
Adaptarse a un nuevo país nunca es fácil y menos cuando se acaba de perder lo más valioso que una persona tiene, pero es más complicado cuando se descubre que nada es lo que parece...
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Capítulo dedicado a marianvvt. No sé por qué no te había dedicado aún un capítulo si es que sueles votar y apoyar muchísimo la novela. ¡Mil gracias por todo el cariño y espero que te guste mucho! Te ha tocado uno de los capítulos más especiales, uno narrado por Friedrich y espero que eso te haga mucha ilusión♥.
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Fünfundzwanzig: A mí no puedes mentirme.
Friedrich Vögel.
18 de mayo, 2020.
Siempre me he considerado una persona poco empática, sé diferenciar lo que está bien de lo que está mal, pero ignoro las consecuencias de mis actos por una simple razón: me da igual, por norma general.
Me da igual si el desenlace afecta a gente que no me interesa, que no cumplen un rol específico en mi vida o que me resultan incómodas.
Y lo justo es admitir que el resto del mundo me molesta, obviando algunas excepciones, por supuesto.
No me gusta decir que actúo con maldad, quizás es porque aún conservo algo de ingenuidad por considerarme en un punto medio; digamos que la percepción que tengo de mí mismo es un equilibrio imperfecto, una balanza que se materializa hacia un lado u otro, una fina línea que cuesta discernir y ni yo sé cómo explicarlo.
Tampoco es que me interese hacerlo, ¿qué aportaría un análisis de mi percepción acerca de la vida en otro? Nada.
No tengo ningún inconveniente en opinar, pero prefiero no hacerlo si no voy a lograr una reacción favorable para mí.
Odetta Dabroswka, mi psicóloga, acaba de hacerme entender algo que me revuelve el estómago: ¿por qué si tengo tanto que decir me decanto por mantenerme en silencio y encogerme de hombros como si todo me resultase indiferente?
—Eckbert no es importante en mi vida. —Es todo lo que digo.
—Pero te ha dejado secuelas que tú mismo has reconocido.
Es una parte que ya tenemos hablada y que vamos trabajando poco a poco; me cuesta aceptarlo pero es la pura verdad: Eckber y Kerstin son la raíz dónde nacen mis traumas, los responsables de todo.
Si no quieres y no puedes ni mantenerte a ti mismo, no tengas hijos y menos aún tengas tres. Pero claro, habría que ser un auténtico idealista para pensar que se trataba de otra época: hay torturas que nadie debería verse obligado a presenciar y mucho menos a vivirlas siendo el protagonista. Es sadismo puro y duro.
Ni siquiera me esfuerzo en querer negarlo porque Odetta sabría que estoy mintiendo.
—Es lógico, los recuerdos que tengo sobre él son deleznables —Me cruzo de brazos y giro el cuello para mirar a mi terapeuta. Siempre he usado mi altura como un privilegio hasta que tuve que empezar a encogerme para mirar a los ojos al resto del mundo o cuando mis piernas resultan ser demasiado largas como para encajarlas en un pupitre medio y tengo que colocarme de lado—. Hay algo que me preocupa.
