Nela Schrödez tiene un billete de ida, pero no tiene uno de vuelta.
Adaptarse a un nuevo país nunca es fácil y menos cuando se acaba de perder lo más valioso que una persona tiene, pero es más complicado cuando se descubre que nada es lo que parece...
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Capítulo dedicado a MyriamAdaez, sabes que te adoro, que amo tus comentarios, que amo cómo vives los capítulos y todo lo agradecida que estoy de cómo me haces disfrutar con tus ocurrencias y reacciones casi párrafo a párrafo. Sólo deseo que cualquier persona que escriba, encuentre a su Myriam, porque lectoras como tú, dan vida.
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Neun: malentendidos del pasado y del futuro.
No me veo venir el efusivo abrazo que me da Candance Baltßun y aún menos los labios marcados en rojo que seguro deja en mi mejilla.
No ha envejecido prácticamente, será verdad que las cremas antiarrugas llegan a funcionar en algunas personas. Es idéntica a su hija, bueno Erlin a su madre, pero Candance es más alocada, menos cliché alemán.
Se quita la chaqueta y trago saliva por el recuerdo desbloqueado de ver el tatuaje en el mismo lugar que mi madre llevaba. Es la silueta de un sol con una "C" dentro (de Carmen y Candance) y una palmera pequeña en la parte interna del brazo. La amistad de las dos era importante. Muy importante. Mamá jamás se perdonó perder el contacto con ella e imaginaba que Candance pensaba lo mismo.
Tiene las uñas perfectamente hechas en lo que ella aclara que son uñas acrílicas; me abraza de vez en cuando y eso me agrada.
—¡Es que estás tan bonita! —repite varias veces.
Erlin se siente feliz de ver a su madre así, pero también un poquito avergonzada de que pueda hacer un escándalo, sin embargo, no dice nada, comprende la situación.
Me cuenta anécdotas que desconocía, como, por ejemplo, cuando mi madre y ella convencieron a mi tía Isabel —una mujer seria y derecha— a casarse con el primer hombre que vieran sexy las tres en Dinamarca. ¿Quién de las tres iba más borracha? No tengo ni la menor idea y es evidente que ellas tampoco. ¿Casualidades de la vida? ¡Habían elegido a Erik! ¡Erik de apellido Baltßun! Quien años después sería el padre de Erlin y el marido de Candance. Esa boda nunca llegó a producirse.
También cuenta durante la comida que poco después de enterarse mi madre que estaba embarazada de mí, ella dio a luz a Erlin un 27 de febrero.
¿Otra anécdota? Mi madre odiaba a mi padre la segunda vez que vio a mi padre y lo juzgó por su primera impresión, lo veía tan serio, tan envejecido para tener sólo 18 años que le aburría.