Capítulo 14.

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Desde siempre me había parecido fascinante el primer día de clases, el regreso de todos los estudiantes a la rutina, muchos decían odiar este día pero yo sabía que la mayoría mentía. El regreso significaba volver a ver a tus amigos después de unas largas vacaciones si es que salieron de la ciudad, de estar a un año menos de terminar la universidad y los suertudos de este año eran los que se graduarían, los que dirían adiós para nunca volver. Yo desearía ser de último año a veces, pero admitía que la universidad era algo que disfrutaba la mayor parte del tiempo.

Desde que entras al campus puedes divisar a los de primer año. Perdidos, con mapas en la mano, buscando su grupo estudiantil con un alumno mayor que les enseñaba el campus, cargaban enormes mochilas con todos sus libros dentro aunque no fueran a necesitarlos. Y aunque yo no fuera de primer año me encontraba algo perdida. No tenía ni idea de a donde ir, pero no quería formar de ningún maldigo grupo, me parecía algo inútil tener que ir detrás de una persona como sus perros falderos, me molestaba el pensamiento. Las reglas en cada institución eran las mismas, por eso nunca me moleste en leer el reglamento que me había llegado por correo días antes. Si sabes leer un mapa e indicaciones, no te perderás, punto.

Aunque yo tenía ventaja. Cloe y Justin también estudiaban aquí, pero admitía que primero quería estar con Cloe. Justin seguía poniéndome los pelos de punta y temía actuar como una niña el primer día, ya lo vería en el descanso si es que teníamos oportunidad. Su área y la mía no podían ser más diferentes. Por suerte, Cloe estudiaba nutrición y su edificio era el mismo que el mío según me dijo.

—¡Mare! ¡Mare! —su voz gritando mi nombre era inconfundible. Miré el reloj de mi muñeca, Cloe había sido puntual—. ¿Qué tal todo?

—Diferente —di un vistazo a los de primer año que ya comenzaban a caminar como idiotas detrás de alumnos de último año—. ¿Qué tengo que hacer?

—Es obligación para ti tomarte foto para tu credencial —me jaló por el codo al ver mi molestia—. Te acompaño, no es tan lejos.

Pero sí que era lejos. La universidad de Boston era el doble que mi antigua escuela. Los edificios eran de piedra rojiza en su totalidad, el pasto estaba demasiado verde, los edificios se veían antiguos pero a mí me gustaban, se podían diferenciar sencillamente de los nuevos edificios, se veían bandera rojas con blanco en cada techo, me parecía fascinante la cantidad de personas que caminaban de un lado a otro. Algunos sabiendo a dónde dirigirse y otros sin ninguna idea, como yo. Solamente seguía a mi amiga.

—Estuve en el mismo grupo de bienvenida con Justin en mi primer año.

—Ah —vi alrededor, sin saber qué decir. Justin y yo solíamos hablar sobre la universidad en varias ocasiones en el pasado.

—No me habló durante todo el día —Cloe sonrió al recuerdo pero yo me quedé callada.

Seguimos caminando en silencio por un par de metros más, hasta que llegamos a un edificio también de piedra rojiza, en la entrada, los jóvenes estaban en fila esperando su turno para poder tomarse la foto. Cloe me dio un asentimiento de cabeza y me empujó para que me formara.

Cuando ya casi iba a ser mi turno, saque mi papel de inscripción, donde decía mi nombre y el semestre que comenzaría a cursar. Odiaba que me tomaran fotos para credenciales, en todas salía como una verdadera vaga. Odie a la persona que me había tomado la foto. No fue útil para avisar que la había tomado y yo ni siquiera estaba lista. Tomé mi bolso del suelo y caminé hacia Cloe, que estaba sentada en una banca, tecleando en su celular.

—Eh —la llamé captando su atención—. Ya me he tomado la foto.

—¿Qué tal saliste?

—Como todo mundo sale: espantosa.

Cloe solamente negó la cabeza sonriendo, después me volvió a jalar del brazo y volvimos a caminar por el campus. Hace rato había sentido mi teléfono vibrar, pero no quise sacarlo de mi bolso, todo el lugar me parecía grande y no quería distraerme. Seguramente era mi padre deseándome suerte. Cuando me levanté, él ya se había ido al trabajo.

—Aquélla es la cafetería —señaló con su perfecta manicura el edificio. Como la mayoría, era de piedra roja, aunque tenía vidrios grandes que dejaban ver el interior del lugar. Ya habían unos cuántos alumnos dentro—. La comida es buena, pero nunca pidas omelettes, me hicieron caer enferma del estómago.

Lo anoté mentalmente. Seguimos recorriendo y Cloe me decía cada función de los edificios que me iban a ser útiles, recalcando la biblioteca. Quise entrar. Los libros de alguna manera me fascinaban y nunca había visto una biblioteca tan ancha como aquella, pero al parecer a Cloe no le interesaba en lo más mínimo.

Miraba a los alrededores, aún fascinada por el esplendor de este lugar. Estaba emocionada, todo comenzaba de nuevo pero esta vez sentía que pertenecía aquí. Era la universidad de Boston, mi ciudad, mis raíces. Quise ver a Justin tan pronto como fuera posible, ya me comenzaba a arrepentir de que él no estuviera aquí conmigo.

—Este es nuestro edificio —Cloe por fin soltó mi mano que ya estaba sudorosa.

—Vaya —fue lo único que atine a decir.

A diferencia de los demás, este edificio no era de piedra roja, ni tenía el mismo diseño arquitectónico. Supe que era un poco más reciente que la mayoría de los edificios, la piedra era gris, un tanto deprimido para mi gusto. Entramos y habían varios salones, pude identificar los laboratorios que estaban ubicados en la primera planta, mi emoción crecía cada vez más.

—Estás en el tercer piso —Cloe estaba pegada en mi oído sobre mi hombro, viendo mi hija de horario—. Maldición a mí me tocó en el quinto. Odio subir escaleras.

—¿Qué diablos tengo que hacer?

De repente me sentí nerviosa y asustada. Ya había pasado por varios primeros días de escuela, pero esta vez era diferente y no sabía el por qué.

—Ir a clase, por supuesto —respondió poniéndome los ojos en blanco.

Ambas subimos las escaleras y en el tercer piso me despedí de Cloe. Me recordó que nos veríamos en la entrada del edificio en la salida y además se ofreció a llevarme a casa, yo gustosa acepté odiando por dentro no tener auto propio. Cloe manejaba espantoso.

Camine con los nervios a flor de piel por el pasillo. Varios alumnos comenzaban a pasar por mi lado con prisa, metiéndose a sus respectivos salones, pero yo quería ir más lento, aún no quería afrentar la realidad de los estudios, ni de la medicina. Era demasiado. Pero cuando vi mi reloj, faltaban dos minutos para que iniciara mi primer día así que mejor apreté el paso.

Un nuevo día comenzaba. Por fin estaba en donde pertenecía, donde me sentía cómoda, segura y dispuesta a dar todo de lo que tenía. Y muy dentro de mi sabía que por fin tenía a mi inspiración conmigo después de mucho tiempo, él siempre se iba a asegurar que anduviera bien en mis clases, lo sabia.

Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now