Capítulo 38

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Un sonido sobresaltado fue lo que me despertó a la mañana siguiente. Somnolienta restregué mis ojos, mi cuerpo se sentía cansado y despegué mi espalda del colchón. Al girarme me encontré con la mirada confundida de Justin en mi, tenía el ceño fruncido y su aspecto no era el mejor porque seguramente la resaca debería de estarle molestando. 

—¡Mareena! —susurró con cierta conmoción y echó un vistazo a su alrededor—. Esta no es mi habitación. 

Yo rodé los ojos. 

—Es la mía. 

—¿Dormí... dormí aquí? 

—¿No lo recuerdas? —avergonzado, él negó con la cabeza—. Lo supuse, con lo borracho que estabas. 

—¿Dormiste conmigo? 

—No iba a dormir en el suelo, Justin. 

Se sonrojó y sonrió de manera tímida.

—¿Cómo te sientes? —continúe. 

Sabía la respuesta pero quería que él mismo me dijera que se sentía como la mismísima mierda. ¿Qué tanto recordaba de la noche anterior? Con esta primera noche que pasé con él, me di cuenta que Justin se movía mucho mientras dormía, me había dejado la mayor parte de la madrugada en la orilla de mi lugar en la cama y me abstuve todo el rato de empujarlo. 

—¿De verdad me lo estás preguntando? —acotó con molestia y gruñó por lo bajo. Su voz ronca mañanera era tan atractiva—. Me siento fatal, Mareena, ¿tienes una pastilla? 

—Si. 

—¿Me puedes dar una? 

—No. 

Justin me miró sorprendido. 

—¿Por qué demonios no? 

—Te la daré —rodé los ojos y agregué—: Nunca te había visto borracho, Justin, lo digo en serio. 

Él imitó mi acción y se acomodó mejor en mi cama. Era una verdadera suerte que la luz no se filtrara con tanta intensidad por mis cortinas, Justin no lo soportaría. 

—Lo sé, lo sé. Me he pasado de la raya, no sé como pasó. 

—Ni yo porque desapareciste por un rato —expliqué con el intento de hacerlo recordar—. Te encontré en la patio ya borracho. 

Justin mantenía el ceño fruncido. 

—Maldita sea, no logro recordar varias cosas —de repente se puso alerta—. ¡Joder, tus padres! ¡Me han visto así! 

Yo lo calmé poniendo una mano en su hombro. Con su cabello despeinado y sus labios levemente hinchados, Justin se veía increíblemente apuesto y yo ni siquiera quería hacer el intento de ver mi reflejo en el espejo. 

—¿Crees que hubiéramos dormido juntos con mis padres bajo el mismo techo? —me burlé—. De ninguna manera.. No están y regresarán hasta la tarde, creo. 

El alivio cruzó por su cara y se recargó en el respaldo de mi cama. 

—¿Puedo tener ya mi pastilla? —imploró con los ojos cerrados. 

Yo reí. 

—Si, ahora vuelvo. 

Bajé de un salto de mi cama, arrastré mis píes de manera perezosa hasta el piso de abajo y saqué de los cajones una de las aspirinas que mi madre usaba para sus dolores de cabeza, llené un vaso con agua y volví a subir hasta mi habitación. Justin seguía en la misma posición, con los ojos aún cerrados y yo coloqué el vaso y la pastilla sobre mi buró. 

Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now