Capitulo 33.

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Han habido muchas situaciones en mi vida en las que me he visto sorprendida y sin saber que hacer y ver a Justin llorar en el parque era una de aquellas situaciones. No sabía que decirle, ni cómo actuar para compensar todo el dolor que ha ocultado desde que su padre los dejó a él y a Diane por su otra mujer. Una parte de mi siempre iba a odiar a Julian, pero por ver el intento que quiso hacer para reconectar con Justin, algo del odio se disipó.

Justin Bieber nunca lloraba, al menos no enfrente de mí. Lo consolé con un fuerte abrazo mío y dándole besos en la mejilla derecha, que estaba empapada de sus lágrimas. El sufrimiento que un padre causa no se borra de la noche a la mañana y ojalá yo pudiera decirle algo que lo hiciera sentir un poco mejor, pero no sabía qué. Mi familia era unida, después de todo.

—¡Carajo! —susurró Justin con frustración después de unos minutos—. No me mires, no quiero que me veas así, Mare.

Me apreté más a su costado.

—No digas tonterías, estoy aquí contigo y no me iré.

—Lo siento... no pretendía ponerme así es sólo que...

Para mí fue doloroso ver que al levantar su mirada, sus ojos estaban rojos al igual que su frente y mejillas; sus labios se veían tan carnosos e hinchados que me dieron unas enormes ganas de besarlo hasta el cansancio de ambos.

—Está bien, Justin —le susurré con cariño y sonreí lo mejor que pude—. No tengas vergüenza, no conmigo. Venga, tú me has visto vomitar y llorar muchas veces.

—Ya, pero no era tu novio en aquél entonces, ¿qué pensarás de mi?

Reí porque en verdad era estúpido lo que me estaba tratando de decir.

—Pienso que eres un hombre con muchos sentimientos y es mejor esto a que seas un psicópata.

Justin apretó los labios y se quedó callado. El llanto comenzó a pasar y miró hacia un punto ciego del parque. Yo me quedé sin abrazándolo, me encantaba sentirlo cerca aunque las circunstancias para él no fueran las mejores.

—¿Cómo pudo traerla a ella? —dijo con odio acumulado en su voz—. Dime, Mareena, cómo mi padre pudo siquiera pensar que querría pasar tiempo con la zorra por la que dejó a mi madre.

Me quedé en silencio y me sentí completamente inútil por no encontrar las palabras para contestarle.

—Seguro que no fue su intención, Justin...

El bufó y cortó el pasto con sus manos.

—Con el mocoso puedo soportarlo pero a ella nunca —apretó los dientes con fuerza.

—Tu hermano —le corregí.

No tuve que haberlo hecho. Justin me miró con coraje y se alejó de mí abrazo de un sólo movimiento. Me eché para atrás por su arrebato brusco y me fijé en que Justin tenía su frente roja por tanta tensión acumulada.

—¡Deja de decir que es mi hermano, Mareena! Aquel mocoso nunca será parte de mí, él tiene a mi padre y yo no —me gritó con desesperación y se levantó del suelo—. ¡Deja de intentar, por el amor de Dios! ¡Ese mocoso es tan culpable como todos!

—Justin... —susurré dolida. Él nunca, nunca, nunca me había gritado así.

—¡No! ¡Sólo dame un maldito respiro!

Volverte A Ver [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora