Capítulo 27.

3.1K 103 3
                                    

Desde que entré a la casa no me despegué de Justin en ningún momento. Su mano se cerró a la mía con fuerza y me guió hasta el patio. Cloe también nos seguía de cerca, pero al estar afuera reconoció a unas cuantas amigas y nos dijo que iría a saludar.

Había un grupo de hombres jugando beer pong alado de la piscina, algunas mujeres tuvieron el valor para tirarse a la alberca y pocos se les unieron. Nunca iba a averiguar cómo es que se las ingeniaban para conseguir las luces, bocinas y los adornos. Definitivamente este no era mi ambiente favorito, pero era por esta maldita casa que la odié desde un principio. Justin caminó hacia el barril de cerveza y yo lo miré con el ceño fruncido.

—¿No quieres un vaso? —al ver mi duda él me sonrió, me sirvió un vaso y me lo pasó—. Sólo este, no tienes mucha tolerancia al alcohol.

—¿Y tú si? —arqueé mis cejas.

—Más que tú sí.

Le di un trago a mi bebida, decidiendo que definitivamente iba a ser el único que tendría esta noche y miré alrededor. Podía notar quienes eran las chicas de la fraternidad ya que llevaban en una bandeja de colores fosforescentes que brillaban a causa de la luz, shots de diferentes colores.

Tardé en reconocer quien era la chica que nos ofrecía unos cuantos.

—¡Mareena! —me dijo Tanya reconociéndome primero—. ¿Gustas un shot?

Miré las bebidas. Nunca había probado los de sabor y sinceramente me llenó la curiosidad.

—¿Por qué no? —me encogí de hombros con una sonrisa y tomé uno de color azul.

Justin me miró con el ceño fruncido cuando me empiné la bebida. Tanteé el sabor, no sentí el alcohol han fuerte, solamente un agradable sabor dulce. No iba a negarlo, me gustó.

Tanya le quiso ofrecer a Justin después, pero él lo rechazó de forma amable. Tanya se dio media vuelta y entró a la casa.

—¿Si sabes que esos shots tienen un montón de alcohol, cierto?

—No, no lo sabia —puse los ojos en blanco—. Sólo quería probar, no es la gran cosa.

—No sé si recuerdes aquella vez del bar en el que...

—¡No digas más! —le callé no queriendo recordar la vergüenza que había pasado—. No beberé, me conoces.

Justin me sonrió, pareciendo complacido por mi respuesta. Él siguió caminando a mi lado con su vaso en la mano, mientras que con la libre tomaba la mía. La gente estaba más concentrada en el interior y yo me alegré por ello, ya que no veía a simple vista a la estúpida presidenta.

Me sentía como en los viejos tiempos. Tiempos en los que yo me hacía a un lado cada vez que saludaba a unos cuantos muchachos de pasada, algunos le sacaban plática y yo tomaba en silencio pocos sorbos de cerveza.

—Ella es Mareena —escuché que decía al grupo de tres chicos que estuvo hablando por mas de dos minutos. Tomó mi cintura y me rodeó de una forma que quise creer protectora—. Mi novia.

No recordaba si alguna vez había dicho ese término en alto, pero sin duda fue lo mejor que he escuchado hasta ahora. Había un chico que me miraba con más atención que los otros tres, al notarlo, yo me pegué con incomodidad más a Justin.

—¿Mareena? —dijo él con voz alta por la música, y dio un paso al frente. Su cabello era rubio cenizo, lo tenía un tanto largo que podía hacerse una pequeña cola. Sus ojos eran verdes y cuando sonrió ampliamente sus dientes estaban perfectamente derechos.

—Sí —también grité alto.

El chico miró a Justin con las cejas alzadas, pero su expresión indicaba que estaba contento por alguna razón. Justin le regresó la sonrisa, diferente, tímida.

Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now