Volverte A Ver [j.b.]

Capítulo 20.

No sé como mi día cambió. Desde que desperté, nunca pude imaginar que Justin estuviera enfrente de mí, confesando que me quería. Sin esperarlo, estampó sus labios con los míos. Maldita sea, después de 7 años de conocerlo, por fin me estaba besando. No fue como esperaba que fuera, Justin me besaba con rudeza y fuerza, dándome la sensación de que necesitaba sentirme así como yo necesitaba sentirlo. Un rugido escapó de su garganta cuando inconscientemente lo pegué a mí.

Pero tengo orgullo al igual que dignidad y no olvidaba que hoy mismo estaba también besando a Sara. No, de ninguna maldita manera dejaré que me haga lo mismo, no de nuevo. Puede que Sara sea estúpida pero yo no así que lo empujé por los hombros, él me miró sorprendido por mi ataque brusco.

–¡Qué demonios estás haciendo! –exclamé, limpiando mi boca con enojo–. ¿Crees que puedes venir aquí, besarme y creer que todo está olvidado?

–Mare... yo.

Por tercera vez, lo callé.

–Basta... Justin sólo, déjame. No puedes ir por ahí besando a dos chicas el mismo día y decir que me quieres. No puedes jugar así conmigo, no lo merezco.

–No mentí cuando dije que te quería –volvió a decirme mostrándose de nuevo desesperado, él no sabía qué hacer conmigo–. Te he querido todo este tiempo, maldita sea. Estoy loco por ti, Mare, ¿cómo no te das cuenta?

Yo reí, burlándome por elección de palabras. ¿Cómo es que Justin tampoco se dio cuenta?

–Lo haría si dejaras de comportarte como un verdadero mujeriego. Tratas a Sara como a mí.

–¡No lo hago, maldición! A Sara nunca la trataría como a ti, a nadie. Mare, siempre has sido tú.

–No pareció eso cuando estabas con Sara sin despegarte de ella, tocándola y besándola.

–¿Me quieres? –preguntó de repente y yo oculté mi sorpresa e incomodidad–. Mare, ¿me quieres?

Por primera vez en la vida, quería que mi madre bajara e interrogara a Justin como en aquella cena para poder escaparme y quedarme callada.

–Mírame a los ojos y di que no sientes nada por mí. Di que después de tanto tiempo no llegaste a sentir lo que yo –me ordenó, acercándose de nuevo a mí sin tocarme al estar centímetros de mi cuerpo.

–Vete –fue lo único que atiné a decir–. Ya hiciste suficiente, Justin. No te quiero aquí. A Sara no le gustará que estés conmigo.

–Me tiene sin cuidado lo que ella piense. Sara no es mi novia ni tampoco la había besado antes de hoy –confesó y yo no daba crédito a lo que me decía. Solté una risa, yo no era estúpida y odiaba que Justin me tratara como una–. Después de que te fueras enojada, bebimos unos shots juntos y combinado con la cerveza puede ser fatal. Mareena, yo no suelo beber con frecuencia.

–¡Por favor! –me alejé a la otra punta del cuarto, tenerlo cerca me distraía y no podía dejarme engatusar por sus mentiras–. A lo que vi hoy, las personas te conocen y te relacionas muy bien.

–Se le llama socializar, Mare, no es mi problema que tu tengas dificultades en hacerlo.

–¿Sabes por qué no lo hago? –exclamé, totalmente rendida, si Justin quería que confesara lo que sentía, lo haría–: ¡No lo hago porque te tengo a ti! O eso es lo que creía. Cuando te conocí aquella vez en la biblioteca no sabía lo que ibas a significar para mí. No necesitaba otro amigo porque estabas tú siempre conmigo, Justin. ¿Para qué tener a alguien más cuando estabas tú?

Justin se quedó mirándome y por su forma de hacerlo, supe que de nuevo lo había dejado sin palabras. Yo me giré hacia la ventana, aún consciente de las sombras de Cloe y Rayna, de seguro no fue necesario escuchar tras la puerta, nuestros gritos habían sido fuertes. Lo que me preocupaba era mi madre, no quería un interrogatorio de su parte.

–Cuando te fuiste, no tienes ni idea de lo mal que la pasé, Mare –confesó él también–. Te necesitaba todos los malditos días y no ayudaba en nada que no me escribieras. Pasé por muchas mierdas con mi familia y a la única que quería ver eras a ti, quería escuchar tu sonrisa, tu voz, sentirte cerca mío porque solamente así podía sentirme bien. No tienes ni idea de cuanto tiempo llevo queriéndote y nunca dejé de hacerlo.

–No –susurré, si dejaba que jugara conmigo de nuevo me vería doblemente idiota–. No puedo creerte, Justin. Lo de hoy fue... una verdadera mierda. Me hiciste creer todo este tiempo que estabas interesado en mí y te encuentro con Sara, en su cuarto si no hubiera llegado, no me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado.

–La besé porque estaba borracho, estábamos solos y pasó –abrí la boca para callarlo pero Justin se me adelantó–. Si no me crees adelante, pero cuando te digo que solamente eres tú es la verdad. Nunca había sido tan sincero en mi vida.

–No.

–Mare –dijo derrotado y con una expresión de miseria en el rostro–. Lo siento tanto, lamento haberte defraudado, si tan solo te hubiera dicho lo que sentía no estarías así por mi culpa. Odio cuando lloras y más si yo lo provoco.

–Deberías irte.

La expresión de Justin decayó por completo al igual que sus hombros. Pero tenía que pensarlo bien, la amistad que tengo o tenía con Justin era perfecta y si no funcionaba lo menos que quería era perderlo. Se acercó a mí, sintiéndose igual de desgraciado que yo. Acunó mi rostro en sus suaves manos y me dio un largo beso en la frente. Parpadeé para ahuyentar las lágrimas. No creo que pueda borrar lo necesitado que parecía al besar a Sara, ni tampoco la mirada que me dio antes de girarse y salir por la puerta.

–¿Qué ha sucedido? –Rayna entró como una tromba en el cuarto seguido de Cloe–. Se escuchaban... serios.

Yo negué con la cabeza, negándome a hablar, porque si lo hacía no pararía de llorar por lo que hice. Lo había dejado ir.

–Ha dicho que me quiere –empecé en voz baja–, y yo le dije que se fuera.

–¡Mare! –exclamó Cloe–. Pero... ¿por qué?

–Porque no puede andar por ahí besando a Sara y luego venir a mi como su premio de consolación.

Ambas se quedaron calladas porque dijeran lo que dijeran yo no iba a ser la que fuera tras Justin esta vez.

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