Capitulo 31.

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El postre estaba delicioso, tanto, que repetí pieza. Diane se veía contenta con la imagen de Justin sentado alado mío, no dejaba de sacarnos conversación; sobre los exámenes, la universidad y para mí, sobre mi familia.

—Ya que estamos en ese tema —Diane dejó de comer pastel y de repente se puso recta en su asiento. Miró a Justin con preocupación, pero sólo yo lo noté, él estaba muy concentrado con su pastel—. Justin, tu padre me ha llamado.

Su tenedor quedó en el aire al momento de que la palabra "padre" salió. Justin tensó su mandíbula y miró a Diane con recelo.

—¿Qué es lo que quiere el bastardo?

—¡Justin! —Diane parecía escandalizada—. Llamó hace tres días y...

—¿Hasta ahora me lo dices? —atacó molesto.

—Y quiere verte, estar contigo por lo menos dos días a la semana.

Nunca había escuchado a Justin decir maldiciones enfrente de su madre, pero yo sabía que cuando se trataba de su padre, él no podía controlarse. Fui yo quien se enteró primero del amorío que tuvo, fue Justin quien me lo contó.

Fue en la escuela, él había llegado con ojeras en sus ojos y hasta se había descargado conmigo por el mal humor que cargó durante todo el día. Yo, harta, le insistí cuál era su problema y cuando me lo contó, Justin no pudo reprimir las lágrimas y el golpe que le dio al casillero más cercano. Fue la primera y única vez que vi a Justin tan furioso.

Odiaba a su padre, odié el simple hecho que cuando Justin lo descubrió haciendo sus infidelidades, le rogó que no le dijera a su madre, diciendo que había sido algo de una vez y que amaba a Diane con todo su corazón. Justin no le creyó y yo sabía que nunca había hecho algo tan horrible que cuando le confesó todo a su madre. Diane fue la mujer con más fuerza y dignidad cuando no lloró ni se derrumbó enfrente de su hijo.

—No —Justin dijo sin siquiera pensarlo—. De ninguna manera lo haré. Que lo haga con su otra familia.

—Justin —Diane apoyó las manos en la mesa y suspiró—, fue hace ya bastante tiempo.

Justin miró a su madre como si se hubiera vuelto loca y yo nunca me había sentido tan incómoda. Una pelea entre ellos es lo último que yo quiero presenciar. Maldita sea, esto es un asunto familiar.

Madre e hijo estaban en un duelo de miradas y yo deseé poder ser invisible o tener la velocidad suficiente para levantarme sin que ellos se dieran cuenta.

—¿Te estás escuchando? —Justin fue el primero en decir algo después del silencio—. ¿Olvidaste lo que te hizo? ¿Lo que nos hizo? Han pasado, que, ¿seis años? ¡Tiene un hijo de esa edad, por el amor de Dios!

Diane negó con aspecto cansado. Yo seguía muda.

—Justin, no vale la pena estar enojado toda tu vida.

—Por ti si lo vale, mamá —apartó de un empujón su comida. Adoraba como Justin defendía a su madre, él nunca permitiría que le volvieran a hacer daño—. Nunca lo perdonaré por haberte dejado, por haberme dejado a mí. Si quiere pasar tardes con alguien, que sea con su maldito hijo.

Esta vez fui yo quien lo miró con los ojos abiertos. Estaba impresionada. Su hermano solamente tenía seis años, él no tenía la culpa de los errores de su padre y estaba segura que Justin lo sabía y que era el enojo quien hablaba por él en estos momentos. Decidí que era momento de intervenir y aunque solamente le haya dado un apretón en su mano por debajo de la mesa, sus hombros dejaron de estar tensos.

Diane también parecía enternecida con lo que Justin le había dicho anteriormente, que como pudo alcanzó la mano de Justin que descansaba sobre la mesa y yo le agarré la otra con más fuerza.

Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now