Capítulo 40.

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Justin. 

A Kirk le tomó bastante tiempo para poder convencerme en que saliera junto con él y Derek hacia el mismo bar de siempre. Mareena no contestaba ninguno de mis mensajes pero sabía mejor y a veces ella dejaba olvidado su teléfono. Además por la mañana me había informado que estaría con sus padres, aquello fue la última noticia que he tenido de ella. 

Seguía sintiéndome un tanto avergonzado por mi comportamiento de la fiesta, mi borrachera había traído consigo algo positivo para nosotros, para Mareena, nunca la había sentido tan liberal y con su forma de besarme y de mirarme al día siguiente en propia habitación, sería algo que nunca olvidaría. Aquella mujer nunca entendería lo nervioso que me ponía en su presencia a pesar de llevarla conociendo desde hace años. 

Apagué mi auto al estacionarme y bajé. Caminé hasta la entrada del bar, entré con la intención de buscar a mis dos amigos hasta que los encontré. Me alegró no haber llegado primero porque ambos juntos eran unos verdaderos impuntuales. Serpentee entre las mesas hasta llegar con ellos, saludé a ambos chocando las manos y me senté a un lado de Kirk. 

—¿Dónde está tu novia? —me preguntó Derek con cierta burla y su tono no me gustó. 

Lo miré con molestia. 

—En casa, probablemente. 

—Me alegro. Esta es salida de chicos, hace bastante que no salíamos. 

—¿De qué hablas? —se burló Kirk—. La fiesta fue hace dos días, ¿o estabas tan borracho que no lo recuerdas? 

Derek nos ignoró, siempre le ha molestado que Kirk y yo seamos un poco más cercanos o que la mayoría de las veces le llevemos la contraria. Tres tarros de cerveza se sirvieron y yo miré hacia mis amigos sorprendido. 

—Ordenamos antes que llegaras y como siempre pides lo mismo no fue difícil —me dijo Kirk—. ¿Cómo fue encontrarte con Alondra? 

—Te habías tardado —le contesté con seriedad. Pero Kirk era a veces como una chica porque quería saber los detalles de todo—. Fue mejor de lo que esperaba, aunque Mareena se encargó de hablar más. 

—No sé como pudo soportarte ebrio, eres una lata. 

Derek soltó una carcajada, ya estaba por la mitad su tarro y yo negué en mi interior. Derek nunca iba a cambiar. 

—No me causa gracia —le dije molesto—. Que la culpa la tiene Derek. 

Él me miró con reproche. 

—¿Yo por qué? 

—Tus bebidas son demasiado fuertes. 

Derek se irguió con orgullo. 

—No es mi problema que no tengas aguante, si salieras más podría ayudar a que lo tuvieras. 

Bebí de mi cerveza con aspecto divertido, Derek nunca se iba a cansar de las fiestas o de beber, pero era porque había decidido no estudiar. Sus padres tenían suficiente dinero y un espacio para él en su empresa a pesar de no tener conocimientos. Yo en cierta forma lo envidiaba, a veces la universidad me llevaba a mi punto límite, mis conflictos interinos sobre los exámenes y el estudio los sabía ocultar muy bien. 

Aún tenía mi primer tarro de cerveza, Kirk iba por su segundo y Derek por su tercero, él ni siquiera se inmutaba de la cantidad de cerveza que estaba consumiendo con rapidez. Las pláticas con ambos siempre eran divertidas y fluidas, pero ahora era como si Derek tuviera algo en contra mía por el simple hecho de que tuviera novia. Que diga lo que quiera, llevo esperando muchos años para que Mareena sea mía y no me importaban unos cuantos comentarios por parte de mi amigo cercano, quien probablemente estaba celoso. A Kirk pareció caerle bien Mare porque insistió en que saliéramos los tres juntos, yo tuve un pequeño ataque de celos por ello porque Kirk no iba a parar hasta conseguir una respuesta afirmativa. 

Volverte A Ver [j.b.]Onde histórias criam vida. Descubra agora