Capítulo 50.

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Justin

Mientras estaba sentado en el auditorio de la universidad, no dejaba de ver mi teléfono cada cinco minutos. No es porque la conferencia sobre la beca que había ganado era algo aburrido, sino porque Mareena no tenía la decencia de contestar mis mensajes. Ella sabía que estaría ocupado esta parte de la tarde, pero se estaba comportando de una manera tan extraña y distante que a un inicio no me pareció extraño, Mareena era bipolar. Pero no, algo había cambiado y comenzaba a preocuparme. No era normal. 

Odiaba pensar que tal vez era porque yo estaría lejos por seis meses y además, Sara vendría conmigo, al mismo campus, mismas clases y mismas prácticas. Estaría con ello y sabía que aquello no le causaba nada de gracia a Mare, sin embargo, yo no dejaba de asegurarle que sus inseguridades no tenían fundamentos. Había esperado tanto tiempo para que fuera mía, que no habría nada que me hiciera cometer una estupidez. Tal vez Mare estaba tan rara porque no quería decirme adiós en unos cuantos meses; simplemente aquello no era algo que disfrutara hacer. Yo mejor que nadie lo sabía. 

—¿Puedes creerlo? Iremos el próximo fin de semana a Nueva York. 

Era Sara, me lo había murmurado y su voz sonaba emocionada. Yo bloqueé mi teléfono y parpadeé confundido. 

—¿Qué? 

Sara arqueó una ceja divertida y se mordió el labio. 

—¿Problemas con Mareena? 

No me gustó que la mencionara. 

—¿Cómo que iremos a Nueva York? ¿Tan pronto? —dije alarmado viendo alrededor. El programa de becas al que solicité no sólo fue hacia finanzas, sino que abarcó casi todas las carreras de la universidad. Todos estaba concentrados en lo que decía el asociado. Todos menos yo. 

—Será sólo para conocer las instalaciones, nuestros dormitorios y nuestro lugar de prácticas. Quieren que nos adaptemos desde ahora. 

Solté aire por los dientes. 

—Vaya... es tan inesperado, y pronto. 

Pero Sara estaba igual o más emocionada que yo por irse que no me dijo nada durante lo último de la conferencia. Al salir, me dejó solo para reunirse con unas chicas de su fraternidad, por mi mejor, así podría llegar con Mare sin que ella hiciera su típica mueca de reproche. Aunque me gustaba que lo hiciera, sus celos la ponían más afectuosa conmigo. 

Fue una verdadera suerte que la hubiera encontrado estando a punto de entrar a la cafetería, tenía hambre y quería comprar algo antes de irme a casa. 

—¡Nena! ¡Mare! 

Troté hacia ella, quien había frenado su andar y levantó la vista de su teléfono. La miré ceñudo. Entonces sí me estaba ignorando. 

—Hola —susurró y no se atrevió a mirarme a los ojos. 

Decidí dejarlo pasar. 

—Tengo noticias. Ven, quiero comprar algo. 

Rodeé mi brazo en su hombro y la sentí estremecerse. Volví a dejarlo pasar. 

—¿Ha acabado tu conferencia? —me preguntó. 

—De eso te quería hablar —nos formamos y la miré—. Iré a Nueva York el próximo fin de semana. 

Mare me miró confundida. Por primera vez en una semana, me sostenía la mirada por más de cinco segundos. 

—¿Cómo? ¿Por qué? Creí que teníamos más tiempo. ¡4 meses por lo menos!

Me dio consuelo que se preocupara por ello, ya que eso me daba esperanza que de sea lo que tuviera no tenía nada que ver conmigo o con nuestra relación, y que si ella quería contármelo cuando quisiera, yo escucharía. Así siempre sería con nosotros. 

—No me iré aún, Mare —sonreí—. Es para conocer las instalaciones, la ciudad, todo. Es una capacitación, creo. 

Ella arqueó una ceja. 

—¿Crees? 

—Es algo emocionante —junté mis palmas y al ser mi turno, pedí papas fritas y una bebida hidratante—. Será por un fin de semana, así que no sufrirás tanto por mi ausencia. 

Salimos de la cafetería y Mare sólo se limitaba a sonreír débil. Hizo caso omiso a mi mano tendida y también no me escuchó cuando le ofrecí papas fritas. Su manera de ignorarme me estaba sacando de quicio. 

—¿Quieres que te lleve a casa? 

Desvió la mirada. 

—No, gracias, quedé con Cloe para ir a cenar. 

Ella volteó alrededor y me dio la sensación que lo hacía para encontrar una excusa para alejarse de mi. Fue cuando no lo soporté y mi tolerancia hacia Mare desapareció. Siempre había logrado sonsacarle lo que fuera que la estuviera molestando y aquello no tendría por qué cambiar. 

—¿Recordarás contestar mis mensajes? —ataqué con brusquedad. 

—¿Qué? 

—Vamos, Mare —dije cansado—. Dame un poco de crédito o ten la decencia de contestar mis mensajes. 

—Justin... 

—Dios, nunca he sido un novio o amigo que te hostigue pero... creo que me he ganado un poco de confianza de tu parte después de tantos años. 

—Yo no...

La interrumpí de nuevo porque ¡no podía verme a los ojos! ¡Quería que me mirara! 

—¿Hay algo mal? —demandé saber—. Estás así desde que te dije que me iría, ¿es por eso? 

—¡No! —negó con rapidez y su mirada se veía cansada, confundida y triste. Ella me estaba volviendo loco—. Estoy tan orgullosa de ti, de verdad que si. 

—Entonces explícame que es lo que te sucede porque no soporto tu forma de ser conmigo últimamente. 

—Tenemos que sentarnos —susurró con miedo—. Por favor.

Íbamos a comenzar a caminar hacia el banco más cercano cuando Cloe, tan oportuna como siempre, llamó a mi novia con aquella sonrisa animada. Ella ni siquiera notó la tensión creciente entre nosotros. Por un segundo creí ver el alivio cruzar en el rostro de Mare, pero no dejaría que escapara de lo que sea que tuviera que decirme. 

Simplemente estaba harto de su distancia y si no me lo decía hoy, no pensaba hablarle hasta que lo hiciera ella. 

—¿Podrías darnos un momento? —dije en tono grosero cuando Cloe se unos unió—. Mare quería decirme algo. 

Cloe abrió la boca y miró a Mare como si le pidiera permiso de estar presente. No. Esta vez ella no se metería. 

—Puede esperar, Justin —decidió Mare con culpabilidad y me miró. Habían ojeras debajo de sus ojos ahora que lo notaba—. Te lo diré luego. 

Reí incrédulo y negué con la cabeza resignado. Última oportunidad. 

—No. Dímelo ahora. 

—He dicho que puede esperar —decidió ella terca. 

—Contigo nunca se sabe, ¿verdad? —la miré decepcionado. Ya basta de intentos inútiles, me dije a mi mismo—. Llámame cuando se te ocurra decidir si me quieres incluir en tu vida, porque esto —señalé el espacio entre nosotros—, no es una relación desde hace días y lo sabes. Nos vemos. 


Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now