Capítulo 42.

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Mareena. 

Me parecía completamente molesto tener que volver a la realidad llamada universidad, y era doblemente molesto que las vacaciones siempre pasaran tan rápido. El verano se acercaba a Boston y aquella siempre ha sido mi estación favorita. Aunque estuviera fresco por las mañanas, a mi no me importaba porque prefería siempre usar mis shorts a jeans ajustados que no me dejaban mover con libertad. 

Suspiré con pesadez al bajar del coche junto con Cloe, los alumnos se veían apresurados por llegar a su salón, aunque la mayoría prefería reunirse con sus amigos en el jardín. Cloe se veía incluso más emocionada que yo por esta mañana, pero mis ánimos estuvieron por los suelos en cuanto ella se estacionó. 

—¿Podrías quitar esa expresión? —dijo Cloe mientras me miraba con reproche. 

—Odio el primer día. 

Ella puso los ojos en blanco, desesperada por la forma en la que me estaba comportando. 

—Yo no —admitió con orgullo de sí misma. 

—Eso es porque eres tú... Cloe. 

Me miró de mala manera y sin decirme nada comenzó a caminar por el campus, entre tantas personas caminando hacia sus edificios, me fue difícil poder encontrar a Justin en el punto que dijimos que nos veríamos. Era el jardín central y pareciera que era el punto de reunión de todos. Cloe aguardaba a mi lado viendo hacia su teléfono, ella nunca dejaba aquel aparato en paz. 

—¡Mareena! ¡Nena! 

Giré a mi izquierda y Justin venía a paso rápido por el pasto. Llevaba unos jeans negros ajustados rasgados, unas vans blancas y una playera negra holgada. Le sonreí a la distancia, el sol le pegaba en su cabello claro y su rostro estaba sonrojado para cuando llegó conmigo. 

—Siento tardarme, el estacionamiento está hasta el tope. 

—Si tan sólo hubiera una forma de que puedas encontrar lugar rápido —comentó Cloe a mis espaldas—. Ah, ya lo sé. Se le dice llegar temprano. 

No pude reprimir mi risa al ver la molestia de Justin. 

—A ti no te estaba hablando. 

—Me da igual. 

—Hola, Justin —pude por fin hablar y me acerqué para darle un beso. 

—¡Justin! 

—Debes de estar bromeando —gruñí alto por escuchar la voz de Sara a primera hora. 

Esta era una de las cosas que me desanimaban de venir y ser testigo del mundo de perfección que Sara aparentaba, junto con su fraternidad de la cual era presidenta, sus calificaciones perfectas, su ropa cara y bien combinada, su cabello siempre peinado distinto y aquellos ojos que parecían brillar doblemente cada que veía a Justin. ¿Dónde demonios estaba Rayna para que la hiciera desaparecer?

—Sara —saludó Justin con voz ahogada al tenerla en nuestro círculo amistoso. 

Cloe la miraba ceñuda y yo seguro furiosa. 

—¿Qué haces aquí? —me atreví a preguntar con voz brusca. 

—He venido a saludar. 

—Ahora que lo has hecho, puedes irte. 

Todos nos giramos porque era la voz de Rayna. Yo me quedé boquiabierta y Cloe también. Las puntas azules habían desaparecido. 

—¡Qué ha pasado! —chilló Cloe tomando el cabello corto de Rayna entre sus dedos—. ¿Por qué?

Rayna se encogió de hombros. 

—Llevaba tanto tiempo con este estilo que me cansé y bueno, lo he cortado. A mi padre le ha dado el gusto de su vida —hizo una mueca—. Ha dicho que se sentirá más cómodo con mi presencia en las cenas con el comité de la universidad. 

En mi opinión Rayna se veía mejor así que con sus puntas azuladas. Aunque su rudeza desaparecía, sus ojos enfocados con asco en Sara la hacían notar. El cabello corto le pegaba muy bien y sus facciones se veían más delicadas. Era extraño ver a Rayna sin antiguo color. 

—Me gusta como se te ve —miré hacia mis puntas decoloradas—. Puede que yo haga lo mismo. 

Escuché a Justin reír. 

—Te verás como cuando tenías 17. 

—Aún así me querías. 

—Si —su mano apretó la cintura—, lo hacía. 

Sara carraspeó alto para hacerse notar. 

—Justin, nuestra primera clase va a comenzar, es mejor que vayamos al salón. 

Justin me miró de reojo y negó con amabilidad. 

—Acompañaré a Mare a su edificio. Te veré en clase, Sara. 

Mujer perfecta no estaba para nada complacida con la respuesta de Justin. Si tan solo Sara se diera cuenta de lo mal que se ve cada que fruncía los labios y el ceño, seguramente dejaría de hacer aquella expresión. Sara se alejó contoneando sus caderas y yo puse los ojos en blanco.

—Me iré adelantando, que mi edificio queda al otro lado del campus —informó Rayna.

Nos despedimos de ella quedando para desayunar en la cafetería como siempre solemos hacerlo. Rayna se alejó a paso rápido y quedamos nosotros tres, aunque Cloe no prestaba atención por mensajear en su teléfono. 

—¿Vamos? —hablé yo—. Que quiero sentarme en la primera fila. 

Justin se burló de mi y tomó mi mano mientras caminábamos. 

—Te he oído —gruñí—. ¿Qué? Fue un verdadero logro que no reprobara como normalmente lo hacía y quiero seguir así. 

Él me dio un beso en la frente y Cloe bufó por lo bajo. 

—Nunca me imaginé que Mareena Prescott pudiera pasar materias. 

Le pellizqué un costado de su abdomen y Justin se quejó con una mueca de dolor. Continuamos caminando en silencio, Cloe saludó a unas cuantas personas en el camino. Me parecía una completa grosería que aquellas personas no tuvieran la iniciativa de saludarnos a mi o a Justin aún cuando no nos conozcan. 

Al llegar al edificio, Cloe se despidió ya que prefería no estar a solas con nosotros. 

—¿Te llevaré a casa al salir? —preguntó Justin. 

—Probablemente —reí—. ¿Sales temprano? 

—A las 3. 

—Yo 4. 

—Te espero. 

Le di un beso. 

—De acuerdo, adiós que llegarás tarde y no querrás hacer esperar a Sara. Debe de estarse volviendo loca —finalicé alzando las cejas. 

Justin me miró de mala gana y puso los ojos en blanco. 

—¿Cuándo acabará esta guerra entre ustedes? 

—Nunca —me erguí—. Sabes que la detesto y también la razón. 

—Olvidemos eso —dijo cohibido—. Nos vemos, nena. 

Inclinó su cuerpo para besarme durante un rato y cuando se alejó, aún se me dificultaba recuperar el aire. 


Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now