Capitulo 32.

2.9K 129 7
                                    

Cuando Justin me dijo la noticia de que pasaría la tarde con su padre y su hermanastro me mostré sorprendida, pero lo hice aún más cuando me pidió casi de rodillas que lo acompañara.

—Por favor no quiero estar solo con ese par —me había dicho.

—Es tu familia, yo no tengo nada que hacer ahí.

—Mareena, por favor, yo nunca suplico. Te necesito ahí, no puedo estar frente a ese hombre sin querer golpearlo. Sé que tú me calmarás.

Con ese comentario me había convencido así que ahora estaba viendo mi armario, sintiéndome desesperada por culpa de Justin por no saber que combinar. Él pasaría por en una hora y tenía en cuenta lo desesperado que podía llegar a ser.

Después de estar analizando mi ropa por cinco segundos, escogí un top negro de encaje junto con mis jeans hasta la cintura, tomé un suéter delgado y comencé a maquillarme. Estaba bien de tiempo, así que no quise apresurarme. Antes de salir de mi habitación, me puse perfume y después bajé las escaleras.

Estaba en la cocina tomando un vaso con agua cuando escuché la puerta principal abrirse de un sólo golpe. Me asusté y me apresuré a ver de quién se trataba.

—Existe la acción de tocar la puerta, Justin —comenté enojada—. Llegaste temprano.

—Lo siento —se pasó las manos por su cabello y se mordió el labio—. Es sólo que estoy nervioso, Mare.

Fui la primera en acercarme y lo rodeé con mis brazos, alcé mi rostro para darle un corto beso.

—Yo estaré ahí —le sonreí en forma de apoyo—. Aunque dudo que si lo golpeas me llegue a sentir culpable.

Él rió y se me quedó viendo fijamente.

—Trataré de no hacerlo. Mala suerte que habrá un mocoso menor de edad.

—¡Justin, cállate! No sabes lo que dices, es más, puede que te lleves bien con él.

—De ninguna manera —sus brazos se tensaron alrededor de mi cintura—. Nunca he sido bueno con los niños.

—Será diferente. Es tu hermano.

Se quedó en silencio y después me recorrió con la mirada. Casi quise soltarle una cachetada por su forma tan obvia de ser, pero a estas alturas yo sabía mejor y cada vez que Justin me miraba así, una corriente pasaba por mi espina dorsal, disfrutando y sintiéndome superior porque solamente él me hacía sentir aquello.

—¿Qué demonios es eso? —señaló mi top negro—. Lo compraste de una talla más pequeña o qué.

Abrí los ojos y después solté una carcajada.

—¿Tiene algo de malo? Es un conjunto que a mí me gusta.

—A mí también me gusta, Mareena, como no tienes idea. Pero si sales así al parque no seré el único a quien le guste.

Volví a reír.

—Cierra la boca, Justin.

—Por el amor de Dios, ¡estás mostrando parte de tu abdomen!

—No eres mi hermano mayor —rodé los ojos—. Vámonos que llegaremos tarde.

—Soy tu novio —contraatacó con énfasis—. Y aquel tipo puede esperar más.

—Pero yo no, vámonos.

—No hasta que te pongas una blusa decente que no parezca ropa interior —ordenó cruzando los brazos.

Esta vez comenzaba a molestarme. Justin sabía que a mi no me gustaba que me dijeran que hacer y mucho menos mi forma de vestirme. Me sentía cómoda y bien con lo que tenía puesto y así me quedaría. Imité su acción: crucé mis brazos.

Volverte A Ver [j.b.]Where stories live. Discover now