Capítulo 43.

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A las 4:10 pude salir de mi última clase. El nuevo profesor de anatomía se había emocionado un poco a pesar de ser el primer día pero no me molestó, porque a pesar de ser un hombre joven, tenía muchos conocimientos y su forma de dar la clase me agradó por completo. Habían pocas personas en los pasillos del edificio, seguramente Cloe se había ido ya y bajé sola las escaleras. 

Justin me estaba esperando sentado en una de las bancas cercanas a mi edificio. Estaba tecleando en su computadora, tenía el ceño levemente fruncido y al quedar enfrente suyo, su mirada se iluminó al verme. Justin nunca tenía el afán de ocultar lo feliz que le hacía verme. 

—¿Llevas esperando mucho? —le pregunté mientras me dejaba caer con cansancio enfrente suyo. 

Justin negó y cerró su computadora. 

—Unos 20 minutos. 

—¿Qué quieres hacer? 

—Iba a preguntarte lo mismo. 

Relajé mis hombros y solté un suspiro. 

—Quiero descansar, tengo sueño. 

Justin soltó una risita. 

—No has cambiado para nada. 

—¿Qué? —arqueé una ceja—. No me irás a decir que también te gustan los primeros días. 

—No me quejo —confesó—. Es mejor que estar en casa con mi madre presionándome para reunirme de nuevo con mi padre. 

Hice una mueca y no dije nada más. La situación con Julian parecía empeorar cada vez más. Durante las vacaciones, Julian le marcaba repetidas veces, invitándolo a cenar a su casa, a comer también y cuando le propuso que deberían de hacer una salida ellos dos solos, Justin casi bloquea el número de su padre para que dejara de hostigarlo. Sin embargo, nunca lo hizo. 

—Vayamos a la mía entonces —sonreí para quitarle la tensión de sus facciones—. Seguramente mis padres no están, así que mi madre no volverá a interrogarte. Le encanta hacerlo. 

Justin rió bajito y tomó mi mano mientras caminábamos hacia el estacionamiento. Y Justin, por no ser puntual, le tocó un lugar alejado. 

Mientras manejaba por la libre, yo me aferraba al costado de la puerta. En verdad quería acostumbrarme a su forma de manejar tan rápido, sin embargo era difícil y no me sentía muy cómoda. 

—Justin... por favor... —le supliqué en un susurro. 

—Joder —chasqueó la lengua y su rostro hizo una mueca—. Lo siento, Mare... 

—Descuida —le sonreí débil—. No es tu culpa. 

Me obligo a relajarme porque de nada me servía ponerme asustada e histérica cada que me subía a un coche. Justin no era James. Nunca en la vida lo sería. 

No pasó mucho tiempo para que llegáramos a mi casa y como había dicho: mis padres no estaban. Bajé del auto junto con Justin, él se la pasó secando sus manos en sus jeans, soltaba aire repetidas veces y yo me sonrojé con discreción. Justin era un chico nervioso, aquello no había cambiado. 

—¿Quieres algo de tomar? —le pregunté al instante en que entramos—. ¿Coca? ¿Pepsi? 

Justin sonrió de lado. 

—Prefiero agua natural por ahora, nena, gracias. 

—¿Hielo? 

—Por favor. 

Me alejé de él más rápido de lo que pretendía y con manos temblorosas, le serví el hielo y después el agua. El vaso casi cae de mis manos al girarme y ver a Justin cerca. Su pecho subía y bajaba, el mío también y mi corazón dio un vuelco cuando él me quitó la bebida, rozando sus dedos con los míos. No dejó de verme mientras tomaba agua, su mirada me caló hasta en los huesos. 

Volverte A Ver [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora