TKO

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«Yo Said prometo amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad en la felicidad y en la tristeza, en la riqueza y pobreza cuidar de tu amor hasta el último día de mi vida »

No no no no cuidaste mi amor, me lastimaste no no Said no.

-Lía despierta Lía!- una fuerte sacudida hace que abra mis ojos, una oscura habitación hace que me sobresalte oh Dios.

-Estoy aquí Lía shhh calmate- la voz de Said me altera aún más

-Esto es un sueño-digo cerrando mis ojos tratando de despertar

-Lo es, creo que nuestras almas a pesar de la distancia se unen por las noches te he buscado por cielo y tierra Lía te encontraré- su voz ronca y sedosa hace que abra mis ojos. Said. –te encontraré y te amaré por el resto de mis días, lo juro por mi vida Lía. -Necesito despertar, vamos abre los ojos Lía despiertate

La habitación de Damián aparece en mi campo de visión, iluminada por la leve luz de luna que penetra la habitación, mi cuerpo está unido al de Damián, en un abrazo sus piernas unidas con las mías debajo de la sabana, mi cabeza sobre su pecho agitandose con su tranquila respiración, hace que los fuertes latidos de mi corazón resuenen en mi cabeza, necesito sacar de mi cabeza a Said, esto no puede continuar.

Trato de safar lentamente mis piernas de las largas piernas de Damián sin despertarlo. Lo logro así que suavemente me retiro de la cama y me dirijo a la puerta. Necesito un vaso con agua.

Exploro la rustica casa, una chimenea cerca de la entrada da vista a una hermosa vista de un jardín, de lejos puedo observar como los hombres de Damián custodian los terrenos. El frío suelo hace que salte sobre mis pies, hace una noche fría pero por mi pesadilla mi cuerpo suda, una leve capa de sudor cubre mi frente y mi espalda, necesito calmarme ha sido solo una pesadilla, solo ha sido Said diciedo que me encontrará solo ha sido eso pero sé que no es solo eso. Al caminar por la gran sala de estar me acerco a la amplía cocina que se encuentra misteriosamente desolada, por ventaja. Los asistentes no se encuentran cerca, necesito calma y silencio

Busco en cada puerta de elegante y refinada madera oscura algún signo de vasos pero no doy con ninguna hasta que levanto mi cabeza y observo la puerta lejana, en esta se encuentran los vasos coloco mis pies en puntillas pero es imposible alcanzar la puertecilla mis piernas s no son lo suficiente largas.

Unas calientes y fuertes manos se posan en mi cadera, me sobresalto y levantan mi cuerpo en cuestión de segundos abro la puerta y tomo el vaso. Ha despertado. De nuevo mis pies tocan el frío suelo y decido no voltear, hasta calmar mi respiración su sola presencia altera mi sistema intento no moverme.

-No me has despertado-su ronca voz invade el silencioso lugar y altera más mi presión sanguínea.

-No he querido hacerlo-digo en un susurro, cierro mis ojos y dejo que su calor corporal roce mi espalda su desnudo fuerte pecho se presiona contra mi espalda.

-Damián estás muy cerca- digo en un susurro

-Lo he estado siempre Lía he estado cerca de ti desde que has pisado suelo árabe y no me has notado puedes hacerlo ahora- mierda.

Rapidamente volteo, y tomo su lejano rostro entre mis manos y lo guío a mis labios, sus calientes y suaves labios se presionan con los míos y duda unos segundos en responder. Sus manos se posan sobre mi cadera y me coloca sobre el encimero de marmol frío, mis manos se envuelven en su cabello oscuro como la noche y me dejo llevar, lo beso como si no hubiese un mañana, mi lengua explora cada rincón de su boca, mientras su boca se debate en mi boca. Leves gemidos salen de su boca, así que enrozco mis piernas sobre su cadera y lo acerco a mi cuerpo aún más.

MercyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora