Confrontación

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Un leve cosquilleo sube por mi brazo desnudo y lentamente baja de nuevo. Sé la fuente de este hormigueo pero decido no moverme ni abrir mis ojos, he descansado maravillosamente en los brazos de mi esposo después de una........agitada noche. 

Los recuerdos regresan a mi mente sus labios presionando los míos su profunda mirada penetrando la mía en la intimidad de la habitación. De nuevo he hecho el amor con Said y me ha resultado fascinante, mis inseguridades y mies medios se han esfumado. 

Un movimiento en la cama me indica que Said se ha alejado. Lentamente abro mis ojos y los rayos del sol iluminan la habitación varonil de Said. Muevo un poco mi perezoso cuerpo y un leve dolor en mi interior me hace despertar, mi cuerpo aún no se acostumbra al de Said. 

El ruido de la regadera resuena por la habitación, y la tentación si entrar con Said en ella o no recae sobre mi mente, pero decido no hacerlo. Las revueltas sabanas huelen a aromatizante, a Said, a vainilla. Y a sexo. Rápidamente salgo de esta y busco con la mirada mis bragas, yacen descaradamente tiradas al lado de la camisa de Said. Así que me coloco ambas, la gran camisa de Said recae sobre mis desnudos muslos y muestra gran parte de mis muslos.  

Decido acercarme a las grandes ventanas y abrir las largas cortinas el día iluminado por un radiante sol alegra aún más mi animo. Observo como los jinetes caminan al lado de los caballos que son entrenados en los territorios Akram. Peor algo capta mi atención, un ejemplar sse escurre entre los jinetes y golpea a uno de estos por la cabeza con una de sus fuertes patas traseras. oh mi Dios, agudizo mi vista y mi estomagó cae sobre mis pies descalzos. 

Gaia. 

Sin dudar corro lo más rápido hacia los jardines de la mansión Akram, bajo las largas escaleras de dos en dos con miedo de tropezar  y caer sobre mi rostro hasta que mis pies tocan la fría baldosa de la sala de estar. El ruido de voces me distrae pero no me importa. Al llegar a las afueras mis pies chocan contra el duro suelo de concreto de los jardines mientras me acerco rápidamente a la escena. 

-Atala y llévala a los establos de partos ahora!- un hombre de aspecto escalofriante ordena a los jinetes que inseguramente observan a Gaia. 

Que ahora se agita sobre dos patas y mueve su cola nerviosamente. 

-Nadie tocará ni moverá a Gaia de su lugar- digo tomando todo el aire posible 

El extraño hombre voltea y me observa de manera enferma. Su dentadura carece de algunos dientes, una descuidada barba sobresale de su rostro, un sombrero lo cubre del sol mañanero de Marrakech. 

-Pequeña fiera un placer conocerla- el mal oliente hombre quita su sombrero y repasa con su mirada mi cuerpo, mierda sé que no es vestimenta adecuada pero algo no está bien-Soy Rashid.

-No moverás a Gaia de su establo.

Digo sin titubear, observando su feo rostro. 

-Pequeña fiera tu ni nadie me ordena qué hacer con este terco caballo- dice señalando a ahora una inquieta Gaia. 

-Te he dicho que la dejes en su establo Rashid y no lo volveré a decir hazlo el cuido a Gaia se da en esta misma mansión no necesita salir 

-Y se puede saber quien eres para ordenarme de esa forma? por tu apariencia........debes ser una de las amigas del señor Ahmed.

Mi estómago se vuelca y al oír ese nombre un escalofrío recorre mi cuerpo. 

Sin decir más volteo vestida de esta forma no podre traer de regreso a Gaia. Pero un dura y callosa mano toma fuertemente mi brazo y me hace voltear. 

MercyWhere stories live. Discover now