Capitulo 42

14.5K 920 61
                                    

La simple idea de no tener nada debajo de aquella sudadera negra me pone en una posición demasiado expuesta para mi gusto. Lo ha abierto hasta mitad de abdomen. Dejando mis pechos completamente a su disposición. Veo la sonrisa en su rostro. Y cuando baja hasta casi rosarlos mi repentino grito hace que se detenga y me mire.

— ¿Qué crees que vas a hacer? Ni siquiera quería verte. ¿Qué te hace pensar que quiero que me toques?

Sus ojos no se apartan de los míos y se baja de la cama. No dice una palabra solo sale de la habitación dejándome completamente sola. Suspiro de alivio. No sé que como hubiera reaccionado si su boca hubiera llegado a parar a uno de mis pechos. Estoy dolida y molesta con él. Pero no soy de hierro...

Pierdo la noción del tiempo. Omar no ha vuelto a entrar a la habitación y no sé si agradecerlo o sentirme frustrada. ¿Me acaba de secuestrar? Es lo que acaba de hacer. Tenerme esposada a su cama, con la sudadera abierta con mis pechos al aire no es nada lindo para mí. Si no que me da aún más enojo. No soy un estupido juguete. Y mucho menos puede hacer conmigo lo que le plazca. ¿Quién cree que soy? Será imbécil. Así que comienzo a intentar de moverme pero lo único que consigo es que las esposas me lastimen las muñecas. Gruño y maldigo por lo bajo.

— ¡Omar! – Grito.
Pero nada. Podría jurar que estoy completamente sola. No se escucha nada excepto mi agitado corazón.

— Maldita sea... – murmuró volviendo a moverme. Es inútil.

—¡Omar Dickson! – grito completamente frustrada.

Espero. Es la única forma que tengo para que vuelva y mínimo me suelte. Que no sea idiota y deje de comportarse como un loco. Unos segundos después escucho pasos a lo lejos y me da un poco de desespero. Espero, espero hasta que entra. Mantiene la cabeza un poco agachada como si estuviera avergonzado. Y realmente espero que lo esté.

— Suéltame.

Se acerca a la cama, pone una rodilla a mi lado apoyándose y con sus manos me sube el cierre de la sudadera. Me mira esta vez.

— Lo siento... Solo quiero que me escuches.

Parpadeo mirándole.

— Así no se resuelven las cosas. No así. – muevo mis manos para que se de cuenta.

— ¿Si te quito las esposas vas a escucharme? – se sienta a mi lado y por un momento me lo pienso.

Es la única forma que tengo, o bueno tal ves tendría otra. Pero realmente no tengo las ganas para alargar más esta agonía, no lo necesito. Solo quiero irme de aquí. Realmente me sorprende lo fuerte que he sido en no ponerme a llorar. Pensé que cuando lo viera armaría un llanto. Pero simplemente me he mantenido bastante fría por así decirlo. Entonces lo pienso. ¿Es buena idea escuchar todo lo demás? Le miro y por un momento mi corazón desase cualquier tipo de barrera que intento de ponerle. Y simplemente me vuelve a llenar ese calor y esa plenitud que sentía a su lado. Estúpidamente aceptó.

— Voy a escucharte si me sueltas. Aunque no prometo perdonarte ni cualquier tipo de cosa que pienses.

— Muy bien.

En un movimiento rápido me suelta las esposas. Me siento rápidamente en la cama. Y aunque parezca estupido espero a que comience. Él agarra una polo que tenía suspendida en una de las sillas y se la coloca. Se sienta en ella y yo simplemente espero. No sé qué exactamente quiere decir. O que es lo que quiere explicar. Para mí todo había quedado claro. ¿Y cómo no? Si no solo eran las simples fotos o el hecho que follaba con mujeres con el fin de enseñarles y luego votarles. Si no que aunque lo niegue y me diga que ya no es así. Todo lo "nuestro"  fue parte de eso. Solo estaba enseñándome y luego me votaría como lo había hecho con todas las demás. ¿Porqué hubiera sido diferente?

— Fui un completo idiota... No debí nunca pensar... Sabía que eras diferente. Sabía lo importante que eras. No solo para mí, si no para mi hija. – me mira y se levanta. Camina unos pasos y se coloca justo a los pies de la cama. Yo estoy justo en el medio. Con las piernas cruzadas observándole...pensando.

— Todo esto comenzó hace mucho. Ya ni recuerdo bien cuando. De muy joven comencé a hacer este tipo de "cosas" para mí era importante poder enseñar lo que una vez me mostraron...

— ¿Mostraron?

Me mira esta vez a los ojos y sonríe pensativo.

— mi padre me llevó a un lugar. Pensaba que estaba muy apegado a mi madre. Quería que fuera un hombre. Quería que fuera como él. Así que me llevo una noche donde sus amigas... – Se queda en silencio mirándome y luego continúa. — No tengo que decir más, supongo que sabes a qué me refiero.

Mi corazón deja de latir un momento. ¿Qué está diciendo? 

— ¿Te obligaron?

Arruga la frente y hace un gesto raro en él. Pasa su mano repetidas veces por encima de su nariz.

— No. Solo deje que me mostrara. Me enseñaría todo lo que sé ahora. Para mí no fue tan grave. No me sentía usado. Solo aprendía. Así que cuando entendí cómo y que me gustaba comencé a hacerlo por mi cuenta. Me gusto la forma de enseñar. Así fue más fácil, enseñaba lo que me gustaba. Solía ser muy exigente y ayude a muchas de esas mujeres.

— Es enfermo. ¿Hacer lo mismo que te hicieron? Estas un poco mal de la cabeza.

— Tal ves. Pero así pasaron los años. Hasta que llegó Ciara. Lo dejé. Para ese entonces ella era lo único importante en mi vida. Podría estar en riesgo si una de ellas quería algo más. Yo me había casado con Julia...

— ¿Julia fue una de ellas?

— Si. Fue la más difícil de enseñar. Así que fui diferente con ella. Nos llevábamos bien. Más de lo que imaginaba hasta que quedó embarazada. Decidimos casarnos y formar una familia. Pensar en un bebé a esa edad fue magnífico. Jamás pensé que fuera un error. Era algo para cambiar mi vida.

Escucharle hablar así sobre Ciara, su hija, mi mejor amiga. A pesar de las circunstancias me llena de orgullo y felicidad. Siempre se le ha notado el infinito amor que tiene por su hija y me agrada su forma de ser con ella. Y escuchar de su misma boca que cuando se enteró de ella a su edad tan joven y tomar esa decisión.

— Pero no fue como pensé. Julia comenzó a rechazar a la niña. Comenzó a tratarla mal y eso no me gustaba. Perdí el afecto que sentía por ella. Y comencé a hacerlo otra vez. Una vez más y luego volví a dejarlo de lado y enfocarme en la empresa. Hasta que te conocí.

— ¿Y fue hay donde pensaste que era buena idea enseñarme a follar?

— Alina físicamente eres hermosa, fue casi imposible no imaginarte, no desearte. Me gustaste desde ese mismo instante que te subiste al auto aquel día. Cuando Ciara dijo tu nombre... No pude controlarme. Así que tenía que hacerlo.

— Me habías dicho algo distinto... ¿Todo fue mentira?

— Pensé en enseñarte. Jamás pensé que fueras virgen. La noche que me entere fue un golpe bajo para mí. No quería que pasaras lo mismo que yo. En mi caso no me molesto. Pero tú merecías algo mejor y que yo no fuera un gilipollas. Ya no era ese niñato.  Y todo comenzó a ser diferente. Ya no quería enseñarte. Quería que me enseñaras que te gustaba y como te gustaba.

Le miro perpleja. ¿Qué está diciendo ahora?

Enamorándome de Tí (+18) # 2 [Segunda Parte] {Completa}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt