(3)

6.9K 486 40
                                    

Me acerco a el placard, tratando de fingir que no estoy nervioso. No compraremos mucho... Pero si mis planes no cambian, necesitarémos armas. Incluso puedo ver escopetas colgadas en el fondo del placard.

Martín mira detenidamente las cosas igual que yo y puedo notarlo tragar saliva. Esta inquieto y no lo culpo. Intento elegir rápido, para poder salir lo más rápido posible de este lugar.

Mientras me limpio el sudor en mi frente, algo roba mi atención. Un revólver, no es muy pequeño ni muy grande. Un calibre 22 si no me equivoco. Es totalmente negro y creo que yo no lo encontré, el revólver me encontró a mi.

— ¿Puedo ver esa? — Le pregunto a Aldo mientras señalo la que quiero.

Este asiente mientras saca el revólver de donde está colgado. Me lo entrega y puedo notar lo pesado que es. Quiero este. Me compro el revólver junto con las balas y una navaja automática totalmente plateada. De repente me siento como un niño en una juguetería. Es extraño. Martín se elige un revolver parecido al mío pero más pequeño y Gastón una navaja mariposa.

Mientras Aldo envuelve todo me mira con ¿Curiosidad? Mierda, lo que me faltaba. Intento ignorarlo y ruego a todos los dioses que pase el tiempo, para poder pagar y largarme de este lugar.

— ¿Puedo preguntarte algo? — Suelta Aldo de golpe.

Me le quedo mirando un segundo. Mierda. Asiento intentando disimular lo alterado que estoy.

— ¿Para qué necesitas todo esto?

Trago grueso. Si yo no lo denuncio con la policía por vender armas de fuego ilegales supongo que él tampoco dirá nada.

— Voy a ir a buscar a una chica.— Contesto con sinceridad.

Siento a Martín lanzar un bufido detrás de mí. Aldo levanta las cejas y tarda en formular su siguiente pregunta.

— ¿Para matarla?

Niego con la cabeza despacio.

— Para que vuelva conmigo. Tendré que hacerlo de esta manera porque sé que si me acerco como una persona normal... ella jamás regresaría a mi lado.

Asiente mientras aparta la mirada hacia el suelo.

— Y si ella no regresa contigo ¿Vas a matarla con este revolver?

Me quedo callado.

— Si. — Contesta Gastón sin dudar.

Lo miro de golpe, sorprendido.

— Vamos amigo... sabes bien que si ella se resiste hasta el final, no le darás opciones de estar con alguien más. — Me suelta.

Me quedo mudo. Es tan cierto como doloroso.

— Es cierto... — Contraataca Martín. — Pero lo que me tiene mal, es que si decides asesinarla ¿Te irás detrás de Ivanna?

Tenso la mandíbula al escuchar esto. No puedo creer que me suelten esta mierda ahora, en frente de alguien que no conozco ni tampoco confío. Voy a contestar lo único que sé que quiero.

— Yo sólo quiero que ella vuelva a mi lado...

Todos se quedan en silencio por un momento. De golpe, Aldo busca algo en el cajón de su escritorio. Saca una tarjeta y me la da.

— Ese es un lugar muy bueno y LEGAL donde te enseñan a disparar. Te ayudará a relajarte, a poder manejar el revólver y evitará que tomes decisiones estúpidas en un futuro.

Miro la tarjeta. Una logo de una escopeta antigua, una dirección y un número de teléfono. Suena interesante. Miro a Aldo con las cejas levantadas.

— ¿Que? ¿Acaso creiste que yo era como una especie de mafioso?

Me río algo avergonzado y luego miro a Martín que tiene la cara como un tomate. Seguro lo dice por los dos. Gastón rompe a reír.

— Aldo no mataría ni a una mosca. — Suelta Gastón entre risas.

— Soy todo menos eso. Me dedico a esto porque toda mi familia es policía, sé que es ilegal, sé que está mal... Pero me está pagando la Universidad.

Nos quedamos hablando con Aldo durante un largo rato. Resultó ser un joven como cualquier otro, agradable y con metas. Le pagamos un precio relativamente barato para lo que cuestan estas armas de fuego y luego nos preparamos para irnos. Pero no sin antes preguntarle algo a Aldo.

— ¿Puedo preguntarte algo?

Asiente con una leve sonrisa. Seguro recuerda la pregunta que me hizo el primero.

— ¿Cómo te hiciste esa cicatriz en el rostro?

— Me caí de la bicicleta cuando tenía 8 años. — Contesta encogiéndose de hombros.

Martin abre los ojos como platos.

— ¡No lo puedo creer! ¡Y yo pensando que tal vez fue en alguna pelea de vida o muerte!

Rompemos a reír.

— Todo el mundo piensa eso e incluso que me la hicieron por "venganza" o "Intento de homicidio" pero la verdad es que no. Sólo fue un accidente de mi infancia.

— Aunque a decir verdad te da ese toque rudo. — Le dice Gastón.

— Lo sé. — Contesta con entusiasmo.

Nos vamos de la casa con mejor humor del que entramos. Creo que voy a aceptar la recomendación de Aldo para aprender a disparar. Además es necesario... No me gustaría que pasara algún accidente.

Cuando llego a casa, me encierro en mi habitación. Me pongo cómodo para poder acostarme a dormir, borro las llamadas perdidas de Liliana... tengo que bloquear su número. Luego con la luz apagada y sólo la luz de la luna que entra por mi ventanal, me siento en mi cama y miro el revólver.

No me hace compañía, no me abraza ni me besa, ni tampoco llena el vacío que dejó Ivanna en mí. Puedo notar que está comenzando a llover. Me recuesto despacio con el revólver descansando en mi abdomen y miro la ventana pensando en todo lo que me espera. Soy consciente que si esto sale mal, terminaré en prisión y arruinare la vida de mis dos mejores amigos.

Me doy cuenta de muchas cosas... Pero nadie podría entender el poder que tiene Ivanna sobre mi ser. Nunca en mi vida amé a una mujer. Ella despertó sentimientos que jamás pensé que tendría. Sé que tengo problemas, sé que he perdido la cordura por ella... es sólo que a esta altura... ya no puedo detenerme.

Cierro los ojos e imagino su rostro. Su piel blanca, sus ojos negros, su boca con labios carnosos que me hacen perder el control, su suave cabello y esa piel tan suave. Antes de que la angustia aparezca me concentro en quedarme dormido, prometiendome tenerla en mis brazos pronto.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu