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Despierto de golpe. Esta todo oscuro, me incorporo y miro hacia la ventana. Aun es de noche. Me siento en la cama y veo que en el reloj automático marcan las 4:27 de la madrugada. Estoy bañado en transpiración. Me levanto, camino hasta el baño, prendo la luz y dejo la puerta abierta. Me doy una pequeña ducha de agua caliente para intentar relajarme y dormir mejor. Me pongo la ropa limpia que me compro mamá y luego me miro en el espejo.

El pelo rubio, húmedo, me cae por la frente. Todo venia tranquilo hasta que de pronto me siento observado nuevamente. Respiro hondo y estoy a punto del salir del baño para acostarme, cuando una mujer con largo cabello negro pasa por en frente de la puerta del baño a paso acelerado. Ahogo un grito mientras mi cuerpo se inclina hacia atrás y siento una puntada de pánico en el pecho.

— ¡Carajo!

Comienzo a respirar con fuerza. Era Ivanna, Dios. Yo sabia que mi mente estaba mal pero a este punto, siento que estoy tocando fondo. Cierro los ojos. No, basta.

— No... no estas aquí.

Intento calmar mis nervios y junto valor para poder salir del baño ¿Por que carajo no encendí las luces de la habitación? ¡Soy un idiota! Salgo del baño despacio y luego prendo la luz de la habitación. Todo luce tranquilo. Mi respiración se tranquiliza. Seguro tener la habitación para mi solo, fue cortesía de mi padre pero ahora que lo pienso, no quiero estar solo.

Necesito dormir. Me vuelvo hacia el baño, apago la luz y cierro la puerta. Pero cuando me volteo, listo para acostarme y descansar, el corazón se me sube a la boca y me quedo tieso. Una mujer, sentada en mi cama, de espaldas a mí. El cabello negro, larguísimo le cubre la espalda y sea cual sea la ropa que tiene puesta es blanca y es difícil de distinguir por la palidez de su piel. No puedo ver su rostro pero sé que es ella.

— ¡No! ¡No! ¡Vete de aquí Ivanna! — Comienzo a gritar.

Me pego con fuerza en la cabeza tres veces y luego me araño los brazos aterrorizado, esperando que la alucinación desaparezca ¡Esto no me puede estar pasando! ¡Ivanna me enfermó, me enloqueció! Salgo de la habitación, gritando y comienzo a correr por el pasillo ¡No quiero verla mas! ¡Quiero irme a casa!

Antes de poder llegar al ascensor, dos enfermeros me derriban. Intento sacarmelos de encima, entre gruñidos. Ellos son fuertes pero yo también.

— ¡Déjenme ir, carajo!

Me ignoran.

— ¡Llamen a la doctora Bustos! — Grita uno de los enfermeros.

Una enfermera aparece con una camilla y amarres colgando. Mi psiquiatra aparece detrás de la enfermera.

— ¡No! ¡No quiero volver a esa habitación! ¡Ella no me deja en paz! — Le grito mi psiquiatra mientras me intentan amarrar a la camilla.

Ella revisa mis pupilas y luego me revisa los signos vitales mientras me sigo quejando e intento liberarme.

— Necesito que le inyecten 5 mm de Alprazolam, luego le dan algo para dormir, pero sin soltarle los amarres. — Le habla a los enfermeros.

Me inyectan mientras me llevan a la habitación a pesar de mis gritos. Mi cuerpo y mis músculos de a poco se relajan, siento que no tengo fuerzas para seguir luchando. Cuando entramos a la habitación... está vacía.

— Este paciente tiene que estar en observación toda la noche y cuando despierte, me llaman inmediatamente... — Le suelta la Doctora bustos a los enfermeros que me están pasando hacia la cama mientras ella escribe algo en mi historia clínica.

Vuelven a amarrar mis muñecas con fuerza en los barrotes que están a los costados de mi cama. Quisiera morir.

— Y por favor... que alguien le corte las uñas. — La doctora me mira los brazos pero no me habla a mí. — Esperemos que solo sea un delirio Erotomaníaco y no síntomas primarios de Esquizofrenia.

Es lo último que escucho, antes de quedarme dormido.

                                ~•~

22 de Octubre (Al dia siguiente)

La puerta de mi habitación se abre y mi mejor amigo entra. Desde ese dia, en donde me pagó el hospital para traerme a Saavedra, no supe nada de él. Incluso comencé a pensar que se había cansado de mí y no quería tener nada mas que ver conmigo. No lo culparía.

Aunque nadie me lo dijo y nadie me lo dirá, sé que fue él, la persona que me golpeo en la cabeza para evitar que degollara a Ivanna. Se sienta en una silla a mi lado y nos devolvemos la mirada.

— Perdón por el golpe en la cabeza. — Me suelta con voz suave.

Asiento con una media sonrisa.

— ¿Puedo darte un abrazo, socio? — Me pregunta en voz baja.

Suelto un suspiro. Es un alivio saber que aun tengo a mi hermano.

— No esperes que te lo devuelva, parásito. — Le contesto.

Él sonríe, se levanta de la silla y me estrecha entre sus brazos. Apenas puedo moverme por los amarres, pero necesitaba ese abrazo. Nadie quiere abrazarme, todo el mundo me tiene miedo, incluso mis padres y ya estoy cansado. Mi mejor amigo vuelve a sentarse a mi lado pero ahora tiene una mano protectora, sobre mi hombro.

— Te traje tu celular y bastante ropa para que te alcance todo lo que necesites quedarte.

Asiento y me quedo callado unos segundos. Martín baja la mirada porque sabe lo que quiero preguntarle.

— ¿Llamó a mi celular o me mandó algún mensaje? — Pregunto en un susurro.

Martín me mira de golpe.

— No y tampoco puede hacerlo, porque bloquee su número de todos lados.

No... Mi respiración comienza a acelerarse. No culpo a Martín.

— ¿Ella sigue en mi casa? — Pregunto con una vaga esperanza de tener la posibilidad de volver a verla.

Niega con la cabeza.

— Se mudó con Julieta a penas llegó y solo lo sé porque estoy contacto con Juli... Y no deberías preguntar por ella. Lo que te hizo no tiene perdón.

Las lágrimas comienzan a deslizarse por mi cien, sin que pueda detenerlas.

— Aún, después de todo lo que me hizo, sus acciones, como mudarse o ni siquiera llamarme para saber como estoy, me lastiman ¿Que otra cosa me puede hacer? Venir aquí e intentar matarme antes de que yo mismo me suicide.

— ¡No te vas a suicidar! — Me suelta con voz dura.

Su mirada se suaviza al instante.

— Vas a salir de esto hermano, ya veras.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now