(62)

9.5K 525 40
                                    

Me quita la mano de su boca, con fuerza.

— ¡Me estas lastimando! — Grita.

— ¡Tú me lastimas mas! — Le contesto de la misma forma.

La suelto y me pongo de pie. Ella hace lo mismo y puedo notar que sus delgadas y blancas piernas, tiemblan. Comienzo a caminar de un lado a otro por segunda vez, desorientado. Miro las sillas de plástico apiladas, tomo una y me siento, frente a ella, mirando al piso. Si la miro a los ojos, perderé el control de nuevo.

Puedo sentir su mirada de recelo sobre mi, mientras que solo permanece inmóvil. Me gustaría saber que mierda esta pensando ¿Que soy un loco? ¿Como escapar? ¿Estará pensando en matarme? Seguramente hubiera estado feliz si Liliana me mataba, ese dia con ese disparo.

— ¿Como entraste a la fiesta? — Me pregunta de golpe.

Levanto la cabeza de golpe y la miro arqueando una ceja ¿Es en serio? No puedo creer que ella piense que me colé a esta fiesta o algo por el estilo. Realmente pensé que se había dado cuenta de que todo esto era una trampa. Cuando la miro, sus mejillas se tiñen de rosa.

— ¿De verdad aun no te diste cuenta? — pregunto.

Niega con la cabeza.

— ¿Darme cuenta de que? — Me pregunta en voz baja.

— Esta fiesta es mía. — Le confieso.

Se me queda mirando unos segundos, perpleja y luego cierra los ojos y frunce los labios, seguramente sintiéndose tonta por no haberse dado cuenta que todo esto lo hice yo.

— Trae una silla y siéntate, tenemos que hablar. — Le ordeno, esperando que me haga caso.

— Estoy bien aquí, dime todo lo que necesites decirme. — Me contesta mientras intenta hablar con firmeza.

Cierro los ojos, tratando de contenerme de nuevo. Es tan obstinada y terca que no es capas de sentarse conmigo a hablar.

— ¿Por que tengo que obligarte a todo?

— Porque tú no entiendes que yo no quiero nada de lo que tú quieres. — Me contesta casi de inmediato.

Mierda... eso si me dolió. Frunzo el ceño y no puedo evitar mirarla como si me hubiera golpeado. Son estos momentos en los que me doy cuenta que todo esto sucedió solo porque yo la obligué, la perseguí, la acosé, la secuestré... si yo no hubiera hecho nada de eso... no creo que ni siquiera hubiera sabido que yo existía. Nos quedamos en silencio. Su mirada esta en cualquier lugar menos en mí.

— Lo intenté. — Le suelto de golpe.

Ella me mira.

— ¿Que intentaste?

— Estar sin tí. Dejarte ir...

No me contesta. Tengo ganas de estar muerto porque pocas veces pude salir de mi estado de locura, obsesión y hablar con lucidez. Tengo que darle una explicación antes que la bestia que ahora duerme en mí, despierte y quiera adueñarse de Ivanna... nuevamente.

— No pude. Por un tiempo... no se... un mes, pude manejarlo... pero luego apareció ese maldito nudo en el estomago y la garganta. La desesperación.

Cierro los ojos. Siento que el alma se me cae a los pies al recordarme a mi mismo, entrando a la bañera, pensando cual me dolería menos, cortarme las venas o tragarme un frasco de pasillas. Lanzo un suspiro entrecortado. Tengo que contárselo todo.

— No tardé en caer en las drogas y el alcohol... asi la conocí a Liliana. Y asi podía olvidarte. Cada segundo que pasaba sobrio y lucido era una agonía. Caminaba hasta tu casa en la madrugada y no te encontraba. Después de dos intentos de suicidio, decidí venir a buscarte. Por supuesto mis amigos me ayudaron, eso o terminar muerto...

Ella me mira perpleja.

— Lo de Liliana no fue culpa mia... terminé con ella antes de mudarme aquí pero ella me siguió y pasó lo que pasó... es solo una adicta y en su momento nos juntábamos solo para beber, drogarnos y...

— No quiero escuchar mas... — Me interrumpe de golpe.

Levanto la cabeza y la miro fijo. Tener sexo con Liliana era algo sin importancia para mí. Puedo notar que eso la inquieta. No entiendo porque le molesta tanto el tema de las relaciones sexuales. He estado con muchas chicas pero solo me pude entregar en cuerpo y alma a Ivanna. Incluso las ultimas veces que estuve con Liliana, tuve que pensar en Ivanna para tener una erección. Guardamos silencio por un momento.

— Me alegra de que no te hayas muerto con ese disparo. — Me suelta sin mirarme.

No le contesto y bajo la mirada hacia un punto fijo en el suelo ¿Es en serio o solo me lo dice porque doy lastima? Le digo lo único que he estado seguro desde que la conocí. 

— Te amo Ivanna.

Como era de esperarse. Se queda callada. Ella no me corresponde el sentimiento.

— Ojala sintieras lo mismo que yo... eres mi otra mitad. Si no estas, siento que me falta todo el corazon... aunque ni siquiera me hagas una maldita caricia... o me des una gota de cariño.— Levanto la cabeza y miro hacía el techo mientras mi espalda descansa en el respaldo de la silla. — Me falta la vida si no estas conmigo...

No. No quiero llorar. No quiero. No puedo hacerlo frente a ella ¡Patético cobarde! Meto mi mano en el bolsillo de mi pantalon, saco la llave de la puerta de la cocina y la lanzo lejos. Me cubro la cara con ambas manos. Carajo. No llores imbécil.

— Vete... déjame solo. — Le pido con voz quebrada.

Siento que mis manos se mojan con mis lagrimas y no puedo controlar mi respiracion. Siento el ruido de sus tacos y luego el sonido de la puerta abriendose. Sabia que ella me dejaria pero no pensé que doliera tanto. La puerta aun sigue abierta ¡Vete ya Ivanna! La puerta se cierra y me dejo llevar por el llanto. Siento dolor, rabia y asco por mi mismo. Ojala no sintiera el amor que siento por ella. Comienzo a arañarme la cara ¡Me odio, maldición!

De pronto siento el sonido de unos tacos, levanto la mirada, perplejo y me encuentro con mi hermosa Ivanna, arrodillada en frente de mí. La miro con los ojos abiertos como platos. Me toma la cara con ambas manos y yo inmediatamente apoyo mis manos temblorosas en su cintura. Esto es imposible...

— ¿Estas aquí... conmigo? — Pregunto, confundido.

Asiente mientras me mira a los ojos con expresion neutra. Me limpia la cara con sus manos y siento cosquillas en el estomago al sentir sus caricias.

— No llores Julián. — Me pide en un susurro.

Me besa en la mejilla y luego me abraza. Siento que mi corazón va a explotar. Encadeno mis brazos al rededor de su cintura y la estrecho con fuerza. Apoyo mi boca en su cuello, cierro los ojos e inspiro su aroma delicioso. Mi amor, mi vida...

A regañadientes, nos alejamos despacio pero no la suelto. Quedamos cara a cara. La agarro de la nuca con ambas manos y ella acaricia mis muñecas y comienza a bajar sus manos hasta llegar a mis codos, luego sube hacia mis biceps, los hombros y finalmente mi cuello. Sus caricias son tan nuevas como embriagantes, sé que no podre vivir sin ellas. Se me pone la piel de gallina. Aun mirándonos fijo, comienzo a mirar su boca. Mierda.

— Yo... — Balbucea.

Sin dudar, la empujo de golpe hacia mí, chocando nuestras bocas y hundiendonos en un desesperante beso.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now