(32)

7K 439 51
                                    

Camino a el hospital, conduzco mi camioneta con Martín a mi lado y Julieta sentada atrás. Ni siquiera se imagina que su mejor amiga estuvo inconsciente en ese asiento cuando Abel y Gastón la secuestraron. Martín la observa por el espejo retrovisor cada dos segundos.

Cuando llegamos a el hospital Julieta entra casi corriendo con Martín detrás de ella, como un perro faldero. Dejo la camioneta estacionada y los sigo. Adentro nos encontramos con Abel que nos avisa que ya podemos entrar a ver a Ivanna. Julieta pasa caminando rápido, hacia las habitaciones bloqueandome el paso por un segundo.

— Si ella se encierra en la habitación con Ivanna, romperé la puerta a patadas. — Le susurro a Martín

La seguimos y caminamos por un pasillo donde hay habitaciones privadas. Entramos a la que le indicó el médico a Abel y me encuentro con una habitación totalmente blanca, una puerta en frente de la cama que seguramente sea el baño y una cama de una plaza donde veo a Ivanna, inconsciente.

Tiene conectado un respirador en la nariz y suero. Esta pálida y aún dormida parece cansada pero eso no le quita lo hermosa. Frunzo en entrecejo cuando Julieta se sienta a su lado e intenta abrazarla. Se tapa la boca horrorizada al ver en tal estado a su amiga. Quiero acercarme a la cama pero Julieta entorna la mirada.

— Alejate de ella. — Me suelta con voz quebrada.

Me le quedo mirando mientras Abel y Martín se quedan a mi lado, expectantes. Me acerco más a Ivanna ignorando lo que Julieta acaba de decirme.

— No dejaré que te acerques. — Vuelve a decirme con vos firme y más dura.

Me le quedo mirando fijo, casi sin parpadear. Le clavo una de esas miradas que sé que dan miedo. Acerco mi rostro directamente a ella para que mis palabras lleguen a lo más profundo de su cerebro.

— ¿A si? ¿Tú y cuantas más?... ni siquiera sus padres pudieron protegerla de mí ¿Que te hace pensar que tu lograrías una diferencia?

Los ojos verdes de Julieta se cristalizan y su cara de contrae por el llanto mientras aún sostiene la mano de Ivanna. Reprimo una sonrisa.

— Ya basta Julián, déjala tranquila. — Me suelta Martín apretando los dientes.

Me alejo de la cama, sólo para que Martín no se enoje conmigo. Por suerte, una enfermera entra a la habitación con una bolsa blanca en sus manos.

— Aquí está la ropa de la señorita, recuerden que aún tienen que llenar la planilla con sus datos. Cuando ella despierte, no se puede levantar. Reposo absoluto. — Nos anuncia mientras deja la bolsa blanca a los pies de Ivanna.

Martín convence a Julieta que se vaya de la habitación para poder ir a llenar la plantilla. Yo aprovecho y mando a descansar a su casa a Abel, quedándome sólo en la habitación con Ivanna. Cierro la puerta con seguro.

Me siento a su lado y tomo su mano. Esta tibia. Adoro sentir ese calor que me dice que está llena de vida. Me pregunto cómo se sentirá abrazar el calor de su cuerpo. Apoyo su mano contra mi rostro consciente de que si soy muy bruto, puede despertarse. Por suerte, bajaron su fiebre.

No quiero que se despierte. Quiero que descanse porque luego tenemos mucho de que hablar y también tenemos mucho que hacer. Se me cae el alma a los pies al pensar que, cuando despierte no querrá saber nada de mi. Me la imagino pidiendo ayuda, corriendo por el hospital gritando que la secuestré, llamando a la policía y rogando a toda costa que la alejen de mí. Cierro los ojos. Es posible que pase y no puedo permitir eso.

Tocan la puerta varias veces. Lanzo un bufido de molestia. Déjenos en paz, maldita sea. Me levanto a regañadientes y abro la puerta. Me encuentro con el desagradable rostro enojado de Julieta. Es la última persona a la que querría ver. Entra a la habitación sin importarle nada y se sienta al lado de la cama.

— De aquí no me muevo hasta que despierte.

Martín me pide que salgamos afuera y yo acepto aplastando la ira que tengo contra esta perra entrometida.

— Deja a Julieta en paz por favor... sólo está preocupada por Ivanna.

— Sólo la proteges porque estas enamorado de ella.

Mira hacia cualquier lugar, excepto a mí y no me contesta nada. Necesito salir de aquí. Tomo las llaves y me voy a buscar ropa limpia para Ivanna. Le compro una musculosa de tirantes bordo, un suéter verde oscuro y unas calzas negras. Paso por mi casa para buscar el bolso de Ivanna... por si necesita algo. Cuando llego a el hospital ya casi es de noche. Martín me recibe con cara de pocos amigos. Unas manchas negras se asoman por debajo de sus ojos y la sonrisa pícara junto con su personalidad perspicaz, desaparecieron por completo. Luce cansado, irritado y triste.

— ¿Pasó algo?

Traga saliva antes de hablar.

— Julieta no me habla.

Suena triste. Pocas veces lo escuché así. Paso mi peso de un pie o otro.

— ¿A qué te refieres?

— Me ignora, me habla mal y me mira como si yo tuviera la culpa de todo.

Me quedo en silencio un momento. Tanto pensar en mí y sigo sin pensar en mi mejor amigo ¿Cómo puedo ser tan egoísta?

— Tranquilo socio... Está enojada conmigo no contigo... Cuando se le pase el enojo seguro te tratará mejor. Incluso cuando toda esta situación termine, podrías invitarla a cenar  ¿Qué te parece?

Martín se me queda mirando al piso y me regala una media sonrisa. Le ofrezco llevarlo a su casa para que descanse y le miento que yo también iré a dormir. Mi mejor amigo luce decepcionado. Reencontrarse con Julieta fue algo desagradable para ambos. Cuando lo dejo en su casa, conduzco hasta el hospital de nuevo.

Estaciono afuera y simplemente me quedo ahi sentado mirando a la puerta del hospital. Quisiera estar a su lado cuando despierte pero no puedo. Si pudiera, sacaría de una patada en el culo a Julieta de la habitación pero no puedo tocarla, por Martín.

Apoyo mi cabeza en el asiento y me doy cuenta que estoy cansado. Quisiera poder dormir con ella. Nunca pase una noche completa a su lado. Nunca desperté observando su rostro. Estoy tan enamorado que me asusta. Antes de quedarme dormido se me cruza por la cabeza, nunca más dejarla escapar.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now