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Luego de alcanzar a Martín hasta su auto que no dejo de hablar de Julieta en todo el viaje, conduzco hasta mi casa, con millones de preguntas nadando en mi cabeza. Mientras entro la camioneta al garage, mi celular suena.

Abro los ojos como platos. El número de Liliana. Mierda, mierda. Corto la llamada y ruego porque no vuelva a llamar. Me pongo paranoico. Cierro bien las puertas, ventanas y subo a mi habitación. Aún es temprano y no cené. Miro mi celular y veo que me llegó un mensaje de texto. Es Liliana nuevamente.

No creas que me olvidé de tí y de tu pequeña perra. Pagará todos tus errores. Atte: xxxxxxxxxx

Ay no. Borro el mensaje casi de inmediato. Le voy a meter una bala por el culo si llega a acercarse a Ivanna. Esta loca me preocupa. Tengo que pensar la manera de ocuparme de que no vuelva a molestar. Mierda. Me tapo la cara con ambas manos. Otro problema más.

Bajo hacia la cocina y busco algo para comer. No tengo nada que me guste. Sólo fruta, vegetales y cerveza. Me cruje el estómago. Creo que tendré que ir a comprar algo. Pongo los ojos en blanco pensando que tengo que sacar la camioneta de nuevo.

                              ~•~

Estoy conduciendo. Aún es temprano pero ya esta anocheciendo y supuestamente estoy buscando alguna rotisería. No sé porque... no sé que me pasa pero inconscientemente, estoy manejando en dirección a el edificio donde vive Julieta.

Ya ni siquiera me fijo si hay alguna casa de comidas. Me olvido completamente de ocuparme de mí y de mi apetito. No voy a el edificio para hablar con Julieta. No sé porque estoy conduciendo hacia allí, lo único que sé es que algo en ese maldito edificio me dice que tengo que estar cerca, que algo ahi dentro que es mío, me pertenece y tengo que buscar que mierda es.

Me estaciono entre los árboles del parque que está en frente del edificio. Largo un suspiro... mirenme... de nuevo ocultandome entre las sombras. Miro el complejo de 4 pisos y trato de entender que mierda hago aquí. Cuando me fijo la hora veo que son casi las 9 de la noche. Mientras observo el piso de mi auto, perdido, con nada en la mente más que el rostro de Ivanna, veo de reojo un movimiento en la puerta del lugar.

Levanto la cabeza de golpe y por un momento creo que mi corazón saldrá disparado de mi pecho. Las puertas se abren, sale Julieta abrigada, mirando para todos lados, alerta y detrás de ella, una chica hermosa, pálida, de labios rosados y con el cabello negro bailando en en su rostro. Se ajusta su bufanda negra y puedo ver que su frágil cuerpo tirita debajo del abrigo negro, que le ajusta esa cintura que tantas veces rodee con mis brazos. Cierro los ojos. Siento el calor pasar por todo mi cuerpo y subir hacia mi rostro. Se me llenan los ojos de lagrimas al sentir ese calor que me recuerda que estoy vivo. Y estoy vivo... sólo por ella.

Ivanna camina rápidamente con Julieta a su lado. No puedo creer que sea ella. Esta aquí. Volvió y yo la encontré. Sin pensarlo, bajo de mi camioneta, me pongo la capucha de mi chaqueta y me dispongo a seguirla. Quiero tenerla cerca. No importa a costa de que.

Las sigo unas pocas cuadras hasta que veo como entran a una ferretería ¿Que hacen ahí? Me quedo en la esquina. Oculto. Espero unos minutos y al ver que no salen, me acerco al lugar. Me quedo espiando por un callejón que está a unos metros de la ferretería. La puerta se abre de golpe y yo me meto al callejón rápidamente. Mi respiración es acelerada. Ivanna pasará caminando por mi lado en unos segundos ¿Que compraron ahí dentro?

— Esta bien amiga. Tengamos fé en que soló sea idea nuestra...

La voz de Julieta suena con preocupación. Ivanna pasa por en frente de mí sin percatarse que en el callejón que hay detrás de ella, estoy yo, escondido, acechandola, buscandola. Cuando la siento cerca por primera vez, luego de que me metiera en su departamento, reprimo las ganas de ir corriendo y abrazarla.

Dios, la extraño tanto.

Salgo del callejón y la veo alejarse con su amiga. Incluso se me cruza por la cabeza, ir corriendo, noquear de una tropada a Julieta y llevarme a rastras a Ivanna. Me paro en un pié y luego en el otro. No... no... no... No es la manera. No puedo hacer eso. Ivanna gritaria mucho y estamos lejos de mi camioneta.

Mierda. Observo con impotencia, como se aleja de mí, de nuevo. Siento que la estoy dejando escapar. Cuando por fin la pierdo de vista, voy casi corriendo a mi camioneta. El viento helado me pega en el rostro y me duele la garganta por el frío, pero no me importa. Ya en mi camioneta, tomo mi celular y aún con mis dedos congelados, marco el número de Martín y lo llamo.

— Amigo. — Atiende.

— ¡La vi! — Suelto alterado.

— ¿Que? ¿De qué hablas?

— ¡Acabo de ver a Ivanna, con Julieta, era ella la que estaba en el departamento!

Se queda callado unos segundos.

— Julián... ¿Tú fuiste a lastimar a Julieta?

Frunzo el entrecejo ¿Por qué piensa esa mierda de mí?

— ¡¿Qué?! ¡No! Sólo vine porque hoy quedé seguro de que había alguien más en ese departamento y entonces las vi salir.

— ¿Entonces volvió y está viviendo aquí?

— Quiero creer que si, pero de todos modos lo que estoy pensando es que tengo otra oportunidad para traerla a mi casa.

Martín vuelve a quedarse en silencio unos segundos.

— Julián, ven a mi casa... tengo algo que decirte.

Doy un respingo.

— ¿Es grave?

— No. Por supuesto que no. Pero tengo otra solución para ofrecerte... tal vez funcione mejor que ir y simplemente secuestrarla.

Abro la boca, no se bien que decir pero él no me deja hablar.

— Antes de que digas cualquier cosa... ven aquí... Y escucha lo que tengo que decir.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora