Volver a verla. [2] (BILOGIA)

(31)

Martín entra por la puerta del hospital. Estoy sentado en el suelo, con la espalda contra la pared. Viene rápidamente hacia mí y se pone en cuclillas a mi lado.

— ¿Que pasó Julián? — Me pregunta preocupado.

No lo miro y tardo en contestar.

— Fue todo mi culpa.

— Pero dime que carajo pasó ¿Que le hiciste?

Tengo un nudo en la garganta.

— Ella... y yo... — Se me quiebra la voz.

Martín no tiene paciencia. Me deja sólo y va hacia donde está Abel. Hablan unos momentos enérgicamente y veo el alivio en su rostro al escuchar que no le disparé o la apuñale. Viene hacia mí y yo lo entorno la mirada.

— Hey... socio...

— Déjame tranquilo. — Lo interrumpo.

Se me queda callado un segundo.

— ¿Que tienes? — Pregunta confundido.

— Tú... ella... todos... Me hacen sentir como un maldito monstruo.

Lanza un suspiro.

— Tú tienes que entender que esto es ilegal y muy difícil para nosotros.

— Te aseguro que aceptó volver conmigo sólo para salir del sótano.

— ¿Y te parece poco? Ahora ni siquiera sabes si logró salir a tiempo.

Lo miro de golpe. No puedo ni pensar en la posibilidad de que le pase algo. No tengo respuesta para eso.

— Piensa que por lo menos tienes la oportunidad de conquistarla de nuevo.

Asiento. Martín se sienta a mi lado mientras esperamos un largo rato para saber como está ella. Por cada segundo que pasa me pongo cada vez más nervioso. El tiempo pasa. Ya perdí la cuenta de las horas hasta que el doctor Eduardo Espinola sale buscándonos con la mirada. Me levanto rápidamente y voy hacia el junto con Martín y Abel.

Nos mira a los tres mientras intento contener mis ganas de entrar corriendo a ese pasillo e ir a buscarla. El rostro del doctor no luce preocupado pero no por eso voy a adelantarme.

— Hola Martín. — Saluda a mi mejor amigo.

— Doctorsito.

Trago saliva, preocupado. El doctor me mira fijo.

— No te preocupes, ella está bien.

Todo mi cuerpo se afloja del alivio.

— Se desvaneció de cansancio y había restos de polvo en su sistema respiratorio que al tener asma casi la sofoca hasta matarla pero lo que sea que haya pasado, lo detuvieron a tiempo.

Asiento consciente de que el doctor Eduardo se mantiene al margen de la situación, asunto que también me alivia. Ni siquiera contemplé la posibilidad de que pudiera preguntarme que es lo que le pasó. Martín palmea mi espalda en un intento por consolarme.

— ¿Está lista para volver a casa? — Pregunto intentando controlar la desesperación en mi voz.

Niega con la cabeza.

— Tiene que pasar la noche aquí. Tenemos que esperar los resultados de sus análisis y además al estar tan deshidratada, cuando le pusimos los medicamentos para el asma, la agotaron muchísimo, eso significa que dormirá todo el dia e incluso no te aseguro que se despierte hasta mañana y en ese tiempo estará en observación.

Cierro los ojos. No está en peligro pero realmente todo ese encierro y el polvo la dañaron. Asiento con la cabeza.

— ¿Cuándo podré pasar a verla?

— Cuando tengamos lista su habitación. Mientras tanto ve a llenar su planilla con los datos de la joven.

El doctor vuelve a perderse por el pasillo y una enfermera me da una planilla que comienzo a llenar. Me doy cuenta que no sé si tiene seguro médico o cuáles son sus ingresos.

— ¿Cómo voy a llenar esto ahora?

Martín se queda callado unos segundos.

— Sabes estaba pensando que tal vez podríamos traer a Julieta.

Frunzo el entrecejo y lo miro confundido ¿Para qué traer a esa entrometida?

— Quiero decir... ella podría llenar la planilla y además Ivanna se pondría contenta de ver a alguien de su familia cuando despierte.

Me le quedo mirando ¿Qué?

— ¿A qué te refieres con "su familia"? 

— Si. Ellas vivían juntas y son mejores amigas. Son como familia ¿O es que a mi tú no me consideras parte de tu familia?

Miro a mi mejor amigo y me doy cuenta que es el hermano hombre que nunca tuve y es unos de los pocas personas que me apoyan en todo lo que hago.

— Por supuesto que sí hermano. — Le contesto. — Y tienes razón... vamos a buscar a Julieta.

Cuando llegan las 4 de la tarde es hora de ir a casa de Julieta. Abel promete quedarse en emergencias por si llega a pasar algo. Entramos a el edificio y cuando estamos en frente de la puerta del departamento saco las llaves de Ivanna pero Martín me detiene.

— No creo que le agrade eso.

Asiento.

— Llama tú a la puerta... No creo que tampoco le agrade verme. — Le digo en voz baja. 

Martín traga saliva y sus mejillas se ponen rojas lo suficiente para que se le note que está nervioso por ver a Julieta. Reprimo una sonrisa. El moreno de ojos saltones e inexpresivo, está nervioso por ver una chica. Es gracioso. Martín toca dos veces la puerta mientras yo afirmo mi espalda en la pared. Julieta abre la puerta y ahoga un grito al verme.

— Espera, tranquila Julieta. — Le suelta Martín antes de que ella nos cierre la puerta en la cara.

— Martín ¿Que estas haciendo aquí? — Le pregunta Julieta confundida.

Se mantiene detrás de la puerta y sólo asomando la cabeza por si las dudas. Martín tarda en contestarle.

— Hum... vivo aquí... y nosotros trabajamos juntos.

Se queda callada unos momentos hasta que logra comprender todo. Se tapa la cara con una mano.

— Oh Dios... 

— Pero la razón por la que estamos aquí es porque Ivanna está en el hospital y necesito que vengas con nosotros.

Julieta abre los ojos como platos y luego me mira con aire acusador.

— ¿Que le hiciste loco hijo de puta? — Me suelta abriendo la puerta y apretando los dientes.

Me le quedo mirando fijo y me clavo las uñas en el brazo para evitar que mi puño termine en su cara.

— No le hice nada. La llevé a el hospital porque en el sótano donde la tenía había mucho polvo y le hizo mal. 

Se queda petrificada al escucharme y Martín me mira con desaprobación. No me contesta nada y luego sólo se dirige a Martín para decirle que la espere a que se cambie de ropa. Martín está a punto de darle las gracias pero ella nos cierra la puerta en la cara. Veo decepción en la mirada de mi mejor amigo. Está maldita le afecta más de lo que creí. Ojala dejará de importarle esta chica tan desagradable.