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Bajo del bus junto con Martín. Es de mañana y el sol me pega en el rostro. Me pongo los lentes de sol, molesto. Ivanna ni siquiera viajó a mi lado pero intento no mostrar enojo ya que es su cumpleaños y me prometí a mi mismo no molestarla. Cuando las maletas por fin están en los taxis, las mujeres y los hombres nos tomamos autos distintos.

Me acomodo al lado de Bruno y este me mira de reojo cuando Martín sube del otro lado y le regala una sonrisa pícara. Martín al rescate. Se vuelve hacia él y se revuelve entre nosotros algo incómodo. Martín le pasa un brazo por los hombros. Por suerte, la presencia de mi mejor amigo, aliviana la tensión entre nosotros dos.

— Relajate Brunito. — Le suelta con voz molesta.

— Estoy relajado.

— Estoy seguro de eso. — Le digo con voz suave.

— Deja de fastidiarme De Paez. Estoy aquí solo por Ivanna.

— Ya lo sé. Por eso te llame... — Me vuelvo hacia él con una sonrisa. — Batman.

Me devuelve la mirada de golpe.

— Te ves mas animado que de costumbre. Incluso no pareces un psicópata.

Mi sonrisa se quiere desvanecer pero la mantengo. No quiero que sepa que esos comentarios me molestan.

— Ah... debe ser por tanto sexo.

Bruno abre los ojos como platos, sin sonrisa y Martín lanza una carcajada.

— Vamos, aprovechemos las vacaciones. — Le suelta Martín mientras le da una palmada en la espalda.

Llegamos al Hotel Interplaza de Córdoba en donde nos quedaremos al pasar nuestras vacaciones. Frenamos detrás del auto donde venían las chicas. Bajamos, tomamos el equipaje para luego, todos entrar y registrarnos en el hotel. Ivanna se encuentra rodeada de sus amigas, se la ve muy feliz pero yo no quiero tener que esperar para disfrutar a mi novia.

Me aseguro de que me den una habitación solo para nosotros dos. Luego subimos y me alegro de que ninguna de las fastidiosas amigas de Ivanna dijeran de pasar la noche con ella. Una vez en la habitación número 12 que comparto, puedo notar que Ivanna esta observando la habitación. Cierro la puerta con llave a mis espaldas.

Seguro está pensando en todo lo que debí gastar en esto. Sé que es lujoso, pero no es para tanto. Además no pagué todo solo, sus amigos ayudaron e incluso Martín. Tengo que despejar su mente. La abrazo desde atrás por la cintura. La beso en el cuello y al sentir su piel caliente, el cosquilleo comienza a invadirme.

— Espera... acabamos de llegar. — Balbucea entre risas.

— No puedo esperar para tener un tiempo a solas contigo. — Le confieso.

Se voltea hasta quedar de frente conmigo y luego me rodea el cuello con los brazos.

— Espera igual. — Me suelta para luego darme un casto beso en los labios.

Ella se aleja de mí y yo la suelto a regañadientes.

— Iré a desayunar con mis amigas. Hace tiempo no veo a Mariana y Alexa. — Me anuncia con voz segura.

Ese tipo de voz que me dice que no me importa lo que yo le diga. Irá de todas maneras. Frunzo los labios antes de contestar.

— Esta bien preciosa. Ya te extraño.

Me sonríe y luego se pone sus sandalias de corcho negras que combinan con su short de jean gris, su remeron negro y luego se va de la habitación. Cualquier ropa le queda bien. Me miro a mi mismo con mi pantalón deportivo y mi remera blanca entallada. Debería aprovechar e ir al gimnasio del hotel. No puedo perder el buen físico, no solo por mí. Sino también por ella.

                                ~•~

Luego de terminar de hacer peso muerto con las pesas, estoy haciendo lagartijas y como ya siento que me tiemblan los brazos, decido parar. Martín está mi lado, haciendo cinta. Me volteo para agarrar mi botella de agua cuando me choco con Bruno de frente. Me regala una media sonrisa y yo se la devuelvo.

— No sabia que te gustaba venir al gimnasio. — Le digo.

Se encoje de hombres.

— Lo que a mi me gusta es el básquet pero estoy estudiando para profesor de educación física asi que debo mantenerme en forma. — Me contesta.

Martín alza las cejas y lo mira algo sorprendido ¿Es que acaso pensaba que no era inteligente?

— ¿Y cuantas lagartijas hiciste? —Me pregunta Bruno.

Me encojo de hombros.

— Algo asi como 35 o casi 40, es que no las cuento, solo me detengo cuando comienza a doler.

Lanza una pequeña risa. Frunzo el entrecejo débilmente ¿Le causo risa?

— ¿Siempre haces todo así Julián? ¿Te detienes cuando empieza a doler?

Ah... ya veo. Hablamos en doble sentido.

— Si, excepto con Ivanna. No importa cuanto me duela ella, yo siempre continuaré.

Se le borra la sonrisa de a poco. Luego se voltea para irse pero yo no quiero continuar con este juego.

— ¿Aun sigues sin aprobar lo nuestro? — Le pregunto en voz alta poniéndome ambas manos en la cintura.

Se voltea de golpe, serio. Dejo caer mis manos y lo miro fijo, de la misma manera. Si quiere pelear, pelearemos.

— Cualquier chica querría estar contigo, Julián. — Se acerca unos pasos a mí. — Pero sin embargo, estas obsesionado con estar con la única mujer, en este mundo, que no quiere estar a tu lado.

Me le quedo mirando y puedo sentir que Martín, que estaba corriendo en la cinta, ahora esta parado a mi lado. Piensa que soy capaz de perder el control y golpear a Bruno pero mañana es el cumpleaños de mi chica y no pienso arruinarlo. Quiero que sea feliz.

— ¿Que te hace pensar que ella no quiere estar conmigo? Las cosas cambian...

Asiente.

— Eso es lo que me preocupa.

Me paso una mano por la nuca. No entiendo.

— ¿A que te refieres? — Pregunto.

— A que siempre me pregunte si tú hubieras tenido el mismo interés por Ivanna, si ella no hubiera sido tan difícil.

Me quedo callado. Nunca me imaginé una situación, al principio de todo, en donde Ivanna me dijera que si. Siempre tuve que obligarla a todo. Bruno me saca de mis pensamientos.

— A lo que voy es que, ayer cuando la vi después tanto tiempo, me di cuenta que te miraba distinto y solo espero que no la lastimes. — Me suelta antes de darme la espalda e irse.

Me quedo con la palabra en la boca, confundido.

¿Qué me miraba distinto?

¿Qué?

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt