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¡El sexo en lugares públicos es realmente excitante! Me pongo mi remera gris entallada mientras observo a Ivanna acomodarse los tirantes del vestido. Podría mirar a esta mujer, todo el dia. Intenta arreglar su largo y húmedo cabello. Comienza a mirar hacia el piso como si estuviera buscando algo. Confundido, comienzo a buscar yo también y descubro la parte de abajo de su bikini a mis pies. La levanto justo cuando ella voltea hacia mí.

— ¿No viste mi bikini tirado por...?

Le sonrío con picardía.

— Dame eso. — Me pide intentando no reir y fingiendo molestia.

Niego con la cabeza mientras me lo guardo en el bolsillo de mi bermuda. Abre la boca sorprendida.

— De todos modos ya pasaste mucho tiempo en la piscina. Ve a cambiarte y vamos a pasear. Sólo nos quedan dos días y hay que aprovechar. — Le suelto.

— ¿Y voy andar por el hotel sin bragas? — Pregunta levantando las cejas.

— Será una prueba de que te tomé. — Le contesto tomando mi bolso.

De la mano, caminamos hacia los ascensores. Ivanna a cada rato se baja su vestido, se sonroja a la mas mínima brisa y a mi eso me divierte. Luce adorable. Antes de llegar a los ascensores me detengo de golpe. Mierda. Me olvidé por completo de Martín y los amigos de Ivanna. Si fuera por nosotros los dejábamos en la piscina todo el dia.

— ¡Mierda! Me olvidé de avisarle a todos que ya nos vamos a preparar para salir. — Le suelto.

— Es cierto... están todos en la piscina. — Balbucea sorprendida porque también ella lo olvidó.

— Adelantate. Yo voy cuando les avise. — Le contesto soltando su mano.

Me voy trotando hacia el lado del patio del hotel, en busca de Martín y los demás mientras dejo a Ivanna esperando el ascensor. Voy a hacer de esta última noche, la mejor de todas.

                             ~•~

Estamos en un bar. Acabamos de cenar y Bruno trae la bandeja con todos los tarros de cerveza. Aplaudimos mientras reímos ¡Es una gran noche! Rodeo la cintura de mi chica con un brazo mientras siento calor por tanta cerveza.

— ¡Propongo hacer un brindis por la última noche que pasamos aquí! — Suelta Bruno en voz alta.

— ¡Yo quiero decir que voy a extrañar mucho a Julieta y a Ivanna! — Exclama Alex.

Miro fugazmente a mi novia pero cuando miro en dirección hacia donde se encuentra Julieta, levanto ambas cejas cuando encuentro a Martín a su lado, hablándole y sonriéndole de manera dulce. Me sorprendo al notar que Julieta le corresponde. Supongo que después de este viaje, comenzarán a salir. ¡Que horror! No me queda otra alternativa que aceptarlo.

Estamos brindando, riendo y conversando de la mejor parte de las vacaciones, cuando Ivanna se levanta de su silla, despacio.

— Tengo que ir al baño. — Me dice mi novia en el oído con voz lenta.

Asiento. La veo tocar el brazo de su amiga Mariana y ambas se levantan para luego perderse en el baño ¿se siente bien? Estoy a punto de levantarme de la mesa para ir detrás de Ivanna cuando Martín viene a sentarse a mi lado.

— Socio, esta es la mejor noche de mi vida. — Me suelta Martín mientras me pasa un brazo por los hombros.

— ¿Por qué? ¿Ya caíste en su hechizo malvado? — Le pregunto en un susurro mientras me río.

Pone los ojos en blanco y luego se acerca un poco a mí.

— Voy a fingir que no dijiste eso. Y a propósito, por casualidad... ¿Te sobran condones?

Me atraganto con la cerveza y Martín lanza una carcajada. Luego de toser varias veces me acerco a él para que nadie escuche.

— ¿Que te hace pensar que quiero saber que tendrás un encuentro con Julieta?

— Ninguno pero necesito condones ¿Okey?

¡¿Y no puede ir a comprar?! Asiento mientras largo un suspiro. Busco en mi cazadora. Siempre tengo uno por las dudas pero ahora que Ivanna usa la píldora, últimamente no los estoy necesitando. La verdad es que no me gustan. Por suerte encuentro uno y se lo paso por debajo de la mesa.

— No creo que necesites mas de uno, parásito. — Le suelto antes de darle un trago a mi cerveza.

— Claro, como tú si fueras famoso por usar tantos. — Me contesta con una media sonrisa antes de levantarse y volver con Julieta.

Justo en ese momento, Ivanna y Mariana llegan a la mesa.

— No queremos arruinar la noche de nadie, pero con Ivanna vamos a volver al hotel. — Suelta Mariana mientras tiene a mi novia agarrada del brazo.

— La verdad, es que ya fue demasiado alcohol para mí. — Agrega Ivanna riendo.

— ¡Voy contigo! — Exclamo de inmediato.

Sabia que tanto alcohol le había caído mal. Ella niega con la cabeza varias veces.

— Quédate cariño. Aunque sea un rato más. Es la última noche. — Me dice con voz dulce.

Estoy a punto de negarme cuando Martín me interrumpe y no me deja hablar.

— ¡Es verdad amigo. Estará bien y nosotros iremos después! — Me grita.

Parpadeo varías veces sin saber que decir. Odio separarme de mi novia... pero supongo que no pasa nada si ella vuelve para acostarse y yo me quedo un poco mas.

— Solo asegúrate de que llegue a su habitación. — Le pido a Mariana.

Esta asiente pero Ivanna entorna la mirada.

— Yo puedo cuidarme sola. — Me contesta mientras me planta un beso en los labios.

Sonrío mientras la veo salir del bar junto con su amiga. Nos quedamos hablando y riendo por un rato mas hasta que decidimos volver al hotel. La verdad es que yo quería volver desde Ivanna se fue, pero intenté que mi mente no estuviera con ella, aunque no lo logré. Cuando salimos del bar me cruzo con un hombre que vende rosas en una canasta. Le compro una rosa para despertar a Ivanna no sólo con mis besos sino  también con un pequeño obsequio.

En el taxi, siento las risas y besos que se dan Martín y Julieta junto a Bruno y Alex. Sonrío mientras miro por la ventana del asiento acompañante, pensando que pronto estaré con mi novia. Cuando llegamos al hotel, me despido de todos y en el ascensor acerco la rosa a mi nariz. Huele rico, como mi hermosa chica. Mientras camino por el pasillo hacia nuestra habitación me quito la cazadora negra. Descubro que la puerta esta sin llave y entro.

Mis ojos no se acostumbran a la oscuridad de inmediato. Me paro a los pies de la cama y lo único que puedo notar es el movimiento de dos cuerpos en la cama, tapados con la frazada...

No...

No puede ser.

Con el corazón en la boca, me muevo hacia el interruptor de la habitación y enciendo la luz. Mis ojos se nublan por las lágrimas y abro la boca, alterado. La rosa que le compré con tanto amor y mi cazadora negra caen al piso. Por un momento el sentido del habla y oído desaparecen. No puedo hablar ni tampoco escuchar nada. Solo puedo ver. Verla a ella, aturdida por la luz, semidesnuda... y a su lado... otro hombre.

Ambos, en la cama, a punto de comenzar a follar. Ella se sienta de golpe, con pánico en su rostro y lo mira a él que le devuelve una sonrisa. Intenta vestirse con movimientos torpes mientras niega con la cabeza repetidas veces. Mi cara está paralizada por el odio que siento. Mi corazón, mi mundo, el cariño, el amor, y toda la cordura que pude llegar a sentir DESAPARECEN.

Todo cae en un abismo sin salida, dejando solo un alma rota en mil pedazos y un corazón muerto sin capacidad de sentir... y entonces...

La bestia despierta.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now