(41) Fin de la tercera parte.

8.1K 503 29
                                    

Voy rápidamente, subo a la cama, la agarro de las muñecas e intento sacárselas de las orejas.

— ¡Escúchame mierda! — Le grito.

Le quito las manos con brusquedad y ella cierra los ojos. La agarro de la cara con ambas manos y la acerco a mí.

— ¡Mírame, mírame, Ivanna! 

No quiere abrir los ojos y se resiste a enfrentarme. Le pego una pequeña bofetada y ella lanza un grito. La tomo por el pelo y la obligo a que me mire.

— ¡Qué abras los ojos carajo!

Ella abre los ojos y me da una mirada asustada. Siempre es ella la aterrada y yo soy el monstruo.

— ¡No existe el espacio entre nosotros! ¡¿Entiendes eso?! ¡No existe!

No me contesta nada, sólo se esfuerza por no llorar y empuja mis manos para que no la toque. Incluso en un momento como este, intenta alejarse de mí. 

— ¡Tú no puedes rechazarme! — Le grito con todas mis fuerzas.

— Basta por favor... — Me pide con voz quebrada.

¿Basta? ¿Quieres que pare? Ni siquiera he empezado. La agarro de los brazos e intento sacarla de la cama. 

— ¡No dormirás aquí, dormirás en mi cama, conmigo! 

— ¡No! ¡Para, para por favor! — Me ruega en un grito desesperado.

Ignoro sus súplicas y de un tirón brusco, la tiro a el suelo de la habitación. No te veías tan indefensa cuando decidiste patearme. La agarro de los brazos de nuevo y la arrastro hacia el pasillo, fuera de la habitación de huéspedes. A esta altura Ivanna ya está llorando.

— ¡No por favor Julián! ¡Me lastimas!

— ¡¿Y tú?! ¡Tú naciste para lastimarme, maldita seas! — Le contesto al borde de las lágrimas mientras la arrastro por el suelo.

Una vez que estamos en nuestra habitación, ni siquiera me molesto en prender las luces. Toda la luz que hay, es la luz de la luna que entra por los ventanales de mi balcón. Intento levantarla del suelo. Sus piernas flaquean y no puedo conseguir ponerla de pie.

— Basta... basta por favor. — Vuelve a pedirme con voz temblorosa.

La suelto de golpe al ver que no consigo levantarla del suelo. Me agarro de la cabeza mientras la miro. Esto no puede estar pasando. No puedo convencerla de regresar a mí... Ivanna se queda en el piso, sollozando con la cabeza gacha, la mirada en el piso y de rodillas.

— ¡Mierda! — Grito con furia.

No puedo soportarlo más. Ivanna actúa como si nunca hubiéramos tenido un pasado juntos. Como si nunca me hubiera conocido y yo no puedo aguantar más rechazo... simplemente no puedo seguir con esto. Me volteo y corro hacia el placard, lo abro y de donde lo tengo escondido, saco mi revólver.

Ivanna se abraza a si misma y rompe a llorar con la cabeza gacha. Vió el revólver pero no me importa. No puedo dejar esta vida sabiendo que ella luego estará con alguien más, amará a alguien más, tendrá sexo, vivirá su vida y tendrá hijos con alguien más. No puedo aceptarlo. Me paro frente a ella.

— Mírame. — Le ordeno.

Me ignora y sigue llorando con la cabeza gacha. La mano me tiembla pero le apunto a la cabeza.

— ¡No seas cobarde y mírame! — Grito.

Ivanna levanta la cabeza despacio y me mira. Abre los ojos como platos al encontrarse con el revólver apuntando a su cabeza. Lo mira y luego me mira a mí, con una expresión en su rostro que me dice que esta petrificada del miedo y que no puede creer lo que estoy haciendo.

— No volverás a lastimarme... antes te vuelo la cabeza. — Balbuceo con odio

Ella abre la boca para decir algo pero no quiero escucharla. Sólo salen mentiras y engaños de esa maldita boca.

— ¡Callate! Si yo no puedo tenerte, entonces me encargaré de que nadie te pueda tener.

Hasta el dedo que tengo en el gatillo me tiembla. Nos miramos directamente a los ojos, ambos estamos llorando, con la diferencia que ella llora por su vida y yo estoy llorando porque voy a perder a el amor de mi vida. Se me tensa la mano. Es ahora o nunca. Tengo que hacerlo... No hay otra manera... Me ordeno a mi mismo apretar el gatillo... pero yo... simplemente... no puedo hacerlo.

No puedo matarla.

La amo demasiado.

— No puedo... no puedo hacerle daño a la mujer que amo. — Susurro para mi mismo con dolor.

Ivanna deja de llorar de golpe pero ya no me importa más nada. La perdí para siempre. No tengo nada porque vivir. Cierro los ojos con fuerza y apoyo el cañón del revólver en mi cien. No quiero mirarla, si la miro, moriré antes de apretar el gatillo.

Estoy a punto de hacerlo... A unos segúndos de atentar contra mi vida. Cuando de repente siento unos brazos rodear mi cintura y el calor de una mejilla en mi abdomen. Mi corazón quiere explotar. Sin abrir los ojos, la toco y abrazo su cabeza, clavando mis dedos en su pelo, para saber si estoy alucinando. Abro los ojos y la observo... A ella... abrazándome y yo... No puedo creerlo.

— No lo hagas.

Mi recebro todavía estaba procesando su voz cuando el revólver cae a el suelo. La abrazo por la cabeza y los hombros con ambas manos. Ivanna me observa desde donde está arrodillada. No quiero llorar pero no lo consigo. Miro hacia el techo y comienzo a sollozar. Amarla duele. Vuelvo a mirarla con todo el dolor del mundo. Una de mis lágrimas gotea por mi barbilla y aterriza en su mejilla.

— ¿Qué es lo que hiciste conmigo?... Me volvíste loco Ivanna.

Niega con la cabeza, como si no supiera la respuesta.

— Quiero dormir, llévame a dormir. — Me pide.

La levanto del suelo por los brazos. Cuando la tengo en frente de mí, la abrazo por la cintura y la levanto, dejando sus pies en el aire. Ella me lanza ambos brazos al cuello y es la sensación más placentera que siento desde hace mucho tiempo. Apoyo mi nariz en su cuello, huele delicioso. La llevo hasta nuestra cama y me dejo caer con ella en mis brazos.

Mientras tiro de las cobijas para poder taparnos, la sigo mirando. Tengo miedo de estar soñando o realmente haber tirado del gatillo. Pero no... si es cierto. Estamos juntos. La levanto nuevamente y la dejo recostada encima de mi pecho. Ivanna se deja llevar y no se resiste.

— Duerme... — Le pido mientras acaricio su espalda para que relaje.

— ¿Y tú vas a dormir? — Me pregunta de golpe.

— Voy a dormir bien por primera vez en toda mi vida. Anda duerme, hermosa.

Puedo sentir a Ivanna moverse varias veces encima de mí pero no le presto atención. Esta algo inquieta y no la culpo. Cuando por fin siento su respiración tranquila, me muevo hasta su lado, le doy un dulce beso en labios y me duermo inhalando el dulce aroma de su cabello.

FIN DE LA TERCERA PARTE.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now