(42) Cuarta parte.

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INICIO DE LA CUARTA PARTE.

Despierto despacio. Oh... realmente dormí bien porque me siento descansado... Miro hacia la habitación y cuando veo el revólver tirado en el suelo, lo recuerdo todo ¡Ivanna! Volteo de golpe esperando lo peor, una cama vacía y ella lejos de mí nuevamente... pero no. Esta ahí, acostada a mi lado, profundamente dormida. Suspiro aliviado y luego sonrío.

Me volteo para quedar frente a ella y simplemente la observo dormir. La rodeo suavemente con mi brazo y la acaricio con mis labios. Se queja de dormida. Despacio, comienzo a acariciar su rostro y su cabello mientras ella continúa entre sueños. Observarla tan relajada me produce paz. Cierro los ojos y lanzo un suspiro ¿Porque tuvimos que pasar una situación tan dura para lograr que duermas conmigo?

Sé que cuando despierte, tendré que alejarme y no poder tocarla pero realmente no sé cuanto tiempo podré aguantar no besarla... no tocarla... no sentirla con su cuerpo desnudo pegado a el mío. Aprieto los dientes. El recuerdo es tan distante que parece un sueño. Me siento en la cama, será mejor que me levante. Mis pensamientos me preocupan.

Levanto el revólver del suelo y lo guardo en el último cajón del armario y luego lo cierro. Cuidando de no hacer ruido, me pongo una musculosa blanca, calzado, salgo de la habitación y cierro la puerta detrás de mí, dejando a Ivanna durmiendo. Cuando me acerco a la habitación de huéspedes, me doy cuenta que partí la puerta a la mitad. Levanto los restos de la puerta y llevo todo a una esquina en el sótano.

Antes de subir observo el sótano y me doy cuenta de las fotos de Ivanna que deje pegadas en las paredes. Tengo que quitar todo esto antes de que Ivanna llegue a verlo... o se asustará y querrá estar aun más alejada de mí. Subo y cierro la puerta con llave por las dudas. Miro la hora. Las 7 AM, es demasiado temprano. Me voy hacia la cocina y comienzo a preparar nuestro desayuno. Cuando termine, la despertare... espero que se despierte tranquila.

Mientras saco los huevos y la harina para hacer Hot Cakes, se me cruza por la cabeza que tendré que dejarla encerrada para poder ir a trabajar. No quiero separarme de ella pero creo que no tengo opción. Mientras cocino, por un segundo me siento incomodo y observado.

— Hola...

Me doy vuelta de golpe. Ivanna me observa con cara de dormida. Suelto los cubiertos y camino hacia ella. La rodeo con mis brazos y choco mi boca contra la de ella. Deliciosa. No me devuelve el beso, simplemente se queda inmóvil y a esta altura es algo que no puedo ignorar. Decido no decir nada. No quiero arruinarlo. Cuando me alejo, le sonrío y de la mano la llevo hasta la mesa.

— Aún es muy temprano. Te hice Hot Cakes con miel.

— ¿Qué hora es? — Pregunta

— Las 7:30 de la mañana. Es que anoche nos acostamos muy temprano. — Le contesto.

Se queda en silencio. Baja la vista hacia el piso y me pregunto que está pensando. Las cosas aún están tensas y tengo miedo que por una mínima cosa, todo se descontrole.

— Debes de estar hambrienta. — Le suelto.

— Un poco. — Admite con voz suave.

Se sienta en el banco de la cocina y le sirvo lo que prepare para ella. Los Hot Cakes son una de las pocas cosas que se hacer. Tengo que aprender más. Ivanna toma los cubiertos y comienza a comer con ganas. Me siento a su lado y la observo mientras me como mi desayuno.

— Es muy linda tu casa. — Me suelta de golpe.

— Nuestra casa. — Le aviso.

Frunce los labios en señal de desaprobación.

— ¿Tú la pagaste verdad?

Asiento sin mirarla.

— Entonces es tuya.

— Pero yo la compre para tí. — Contraataco.

Lanza un bufido de molestia. La miro de reojo ¿Por qué nos llevamos tan mal? Come rápido y me doy cuenta que quiere levantarse y huir de mí, como siempre hace. Mientras tanto solo hay un incómodo silencio.

— Este lunes... — Rompo el silencio.

Me mira de golpe y con interés.

— Puedes volver a trabajar y estudiar si quieres... sólo te pido una condición.

Frunce el entrecejo, confundida.

— Te voy a poner un chófer que te lleve y te traiga a donde sea que tengas que tengas que ir, solo cuando yo esté trabajando.

Abre la boca y levanta las cejas.

— ¿Estaré presa? — Pregunta incrédula.

Niego con la cabeza ¿Por qué le tiene que ver el lado malo a todo? Jamás quise mantenerla en contra de su propia voluntad pero siempre me deja sin opciónes. Intento darle lo que quiere y aún así siempre tiene que quejarse.

— No es estar presa... — comienzo a explicarle.

— ¿Entonces que es? — Me interruampe con voz tensa.

Miro mi plato y me quedo callado un momento. La cólera se hace presente antes de poder darme cuenta que estoy desesperado y enojado ¿Por qué no podemos tener una relación en paz? Me está haciendo enojar de nuevo. Me levanto de la banca, voy hacia ella y la agarro de los hombros. No mido mi fuerza, quiero que me preste atención. Ella me mira alarmada y simplemente se lo dejo claro.

— ¡¿Acaso no lo entiendes verdad?! — Le grito — ¡No puedo permitir que te escapes de mí! ¡Si vuelves a irte, voy a enloquecer!

Es la pura verdad. Ya debería tenerlo claro pero tengo que hacer está mierda para que se termine de enterar. Ella se me queda mirando un momento y luego suaviza su mirada.

— Tranquilo... Esta bien, tranquilo. — Me dice con voz serena.

Me calmo de inmediato al sentir su voz. Ella podría tenerme a sus pies si quisiera... la trataría como una reina si me dejara. Podría darle tantas cosas... mi vida incluso. Pero se empeña en mantenerse alejada de mí. Mi manos la sueltan despacio... lo último que quiero es lastimarla ¿Por qué no entiende que lo único que quiero es estar a su lado? Jamás quise herirla o arruinar su vida como me dijo alguna vez.

— ¿Vas a hacer lo que te digo? — Le pregunto.

Asiente lentamente y eso me pone contento. Por fin estamos avanzando como pareja.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now