(19)

5.8K 429 70
                                    

23 de Julio del 2016 (Dos semanas después)

Llego a mi casa después de un día entero en la sucursal. Me quito los calzados, sin ducharme, sin comer y caigo desplomado a la cama. Estoy deprimido. Si no tuviera que ser por la sucursal, no saldría de mi casa. Me quedaría todo el dia aquí, echado en la cama.

Es domingo por la noche y tuve que trabajar toda la semana porque Martín se largó a Saavedra por las vacaciones de invierno. Ni siquiera me avisó. Me enteré por Gastón. Desde que nos peleamos ese día, no volvimos a hablar. No se si va a volver y no puedo decir simplemente que no me importa. Es mi mejor amigo... casi un hermano... alejado de mí... por una mujer. Es patético.

Además de que ahora tenemos este negocio que no es del todo mío. Una parte es de él. Me tapo los ojos cuando se me cruza por la cabeza pensar que me quiera dejar a mi sólo, todo este lío. Es capaz. Y a pensar de que Martín me preocupa... aún así... No puedo dejar de pensar en ella. Es la peor adicción que me pasó en la vida. Cierro los ojos pensando por milésima vez, una forma para encontrarla de nuevo.

Con todo esto, del intento de secuestro, ellas se mudaron de donde estaban y simplemente desaparecieron de la paz de la tierra. No encuentro a Ivanna en su trabajo o en la Universidad. Por otro lado pienso que seguro se tomaron un descanso por las vacaciones de Invierno... Y al final de estas volverán ¿Pero y si no? ¿Y si, simplemente se fueron? Me da una punzada de angustia en el pecho. Me revuelvo en la cama, dando mi rostro hacia mi ventanal, que da al balcón.

Puedo notar desde aquí, como los árboles se mueven con el viento, mientras la luz de la luna, los ilumina a ambos. Sonrío débilmente. A Ivanna le gustaría esta habitación y la vista que tiene hacia el vecindario. Para mis vecinos solo soy el "muchacho extraño" de la cuadra. Que les den.

Lo único que me importa en este momento, como todas mis lastimeras noches es saber como está ella, como se siente, que esta haciendo, en que está pensando... Si en algún momento piensa en mí. Cierro los ojos y vuelvo a sonreír con tristeza. No lo creo.

                             ~•~

Al día siguiente.

Estoy llegando a la sucursal cuando veo el auto de Martín estacionado. Mierda. Esta aquí. Estaciono mi camioneta con tranquilidad y luego voy directamente hacia mi oficina. Antes de llegar veo a Lara, la secretaria de Martín, sonreírme. No le devuelvo la sonrisa, sólo la saludo con la cabeza. Desde que tuvimos sexo, ella quiere repetirlo, mientras que yo solo la quiero lejos... pero no puedo despedirla sólo porque yo no sé controlarme. Admito que es de mucha ayuda cuando Martín no está.

Cuando entro en mi oficina, me sobresalto al ver a un moreno con ojos saltones, sentado en mi sillón. Está vestido con una camisa con los primeros botones desatados y los pies arriba del escritorio. Reprimo una sonrisa y cierro la puerta detrás de mí. Me le quedo mirando esperando que hable el primero.

— Julián. — Me suelta con voz neutra a modo de saludo. 

— Martín. — Contesto de igual manera.

Baja los pies del escritorio y luego se levanta del sillón. Aunque su cuerpo parece relajado, lo conozco y me mantengo alerta porque si quiere saltar sobre mí... Sonríe de golpe y yo levanto las cejas confundido.

— Mugre.

No puedo evitar sonreir yo también. Mi cuerpo se relaja por completo.

— Parásito.

Me estudia y creo que se está fijando si estoy bien.

— ¿Has comido bien? Creo que estás un poco más delgado...

Pongo los ojos en blanco, sabía que me diría algo.

— Estoy bien. No he dejado el gimnasio...

Nos quedamos un momento en silencio.

— Escucha, creo que te debo una disculpa, las cosas salieron mal ese día y yo me comporté como un insensible. — Me dice de golpe.

Niego con la cabeza.

— Fue totalmente normal perder la paciencia... No es fácil la situación en la que los pongo a todos ustedes. No tienes que pedirme perdon.

Sonríe.

— ¿Y ahora es el momento en el que lloramos y nos abrazamos? — Su voz es burlona.

Niego con la cabeza mientras me río.

— Por supuesto que no, maldito homosexual de mierda.

Lanza una carcajada y luego toma su chaqueta. Frunzo el entrecejo.

— ¿Ya te vas?

— No. Nos vamos.

— Pero tenemos que trabajar. — Mierda. Soné como un adulto.

Niega con la cabeza.

— Dejé a Abel y Lara encargándose de todo por un rato... Vamos a dar una vuelta. Tengo cosas que contarte.

                              ~•~

Martín simplemente conduce mientras yo escucho todo lo que hizo mientras estuvo en Saavedra. Me cuenta que se juntó con mi padre y organizaron un negocio de ventas de terrenos grandes. Me emociona saber que nuestra sucursal está subiendo cada vez más.

— Amigo, si el negocio de los terrenos continúa bien, tendremos todos nuestros problemas financieros solucionados... — Me mira fugazmente. — Podremos dejar de trabajar como matones.

Siento mi latido acelerarse. Mierda. Es cierto. Tendré todo lo que siempre he querido y podré devolverle todo lo que mi padre me presto para comenzar el negocio ¡Y sin ilegalidades! Tengo una sonrisa de oreja a oreja hasta que por alguna razón... el rostro de Ivanna aparece en mi mente.

Mi sonrisa se borra de golpe y siento una puntada de angustia en el pecho. Estoy estupefacto por un segundo. Ni siquiera puedo disfrutar de algo bueno que me pasa... su recuerdo está ahí... sólo para atormentarme. Martín me mira y se da cuenta.

— ¿Piensas en ella?

Me quedo callado y miro hacia la calle, evitando el contacto visual.

— No quería arruinar el buen momento pero tengo algo más que contarte. Con respecto a ella.

Doy un respingo y lo miro de golpe.

— ¿Que es lo que sabes?

Se queda callado unos segundos.

— La primera semana que estuve en Saavedra, la vi en un café con Bruno. Cruzamos miradas y por segundo pensé que me reconoció del intento de secuestro pero no... sólo fueron mis nervios.

— ¿Entonces ella se fue a casa de sus padres?

Asiente.

— Pero no para siempre. Sólo se fueron por unos días.

Levanto las cejas sorprendido.

— ¿Julieta también se fue?

Asiente mientras veo que reprime una sonrisa.

— Hoy volvió a trabajar. Pasé por su trabajo y la vi.

Levanto una ceja y lo miro de costado.

— ¡Martín, pero que acosador! — Suelto en un tono exagerado.

Se ríe mientras me empuja. Luego lo miro con los ojos bien abiertos, esperando que me diga que también vio a Ivanna.

— También pasé por el trabajo de Ivanna pero en su puesto estaba otra chica.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Where stories live. Discover now