•『23』•

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               Confundida  •❅──────✧✦✧──────❅•

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               Confundida
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—Ten, ya termine de hablar, gracias—digo entregándole el celular.

Él lo toma y me da una bata, una camiseta y un par de shorts viejos. Inspecciono la ropa y entiendo que quiere que me bañe.

¿Acaso huelo mal?

Con su ayuda, logro llegar al baño y cierro la puerta detrás de mi antes de que Kylan pueda colarse dentro.

—Estuvo cerca— dice mientras su voz se aleja—has mejorado tus habilidades de escape.

Río y abro el grifo para luegome meterme a la regadera mientras escucho a Kylan gritar desde afuera.

—¿Esta fría el agua?, ¿Necesitas que te ayude a bañarte?

—Kylan ya cállate.

—No te veo hace dos años, ¡entiendeme!

Había olvidado lo que es estar cerca de Kylan, olvidé lo que es escucharlo hablar, que te sonría y tu mundo se vuelva a armar aunque ya se haya desmoronado. Extrañaba esta sensación de protección y seguridad que sólo él me transmite.

Admito que en estos años casi he podido olvidarlo, casi borro por completo ese bello rostro, más no sabía que si el volvía a aparecer estas emociones que encerré lograrían salir otra vez.

Nosotros no fuimos novios, tampoco amigos, pero es la persona más genuina que tuve cerca en toda mi inexperta adolescencia, lo conozco desde que tengo catorce años y él me ha enseñado todo lo que sé del mundo exterior.
Kylan es un chico que se ha criado en las calles, sobreviviendo, defendiéndose, sin nadie que lo ayude, él solo aprendió todo, convirtiéndose en el mejor asesino de todos a sus veintiún años.

                      (...)
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Luego de bañarme y vestirme con los andrajos que Kylan me dió, decido bajar y hablar con él, que desde que llegué aquí no he podido ni he querido entablar una conversación normal.

Bajo las escalera y me lo encuentro en la cocina, metiendo frutas a la licuadora y sirviendo café casi al mismo tiempo. Él tiene la suerte de no ser un marcado, por lo que puede tener una vida normal y no vivir escondido o corriendo por su vida, aún así lo hace, pero eso se debe a sus aventuras. Aunque vivir en la mitad del bosque facilita las cosas.

—¿Quieres?— dice mientras apreta el botón para hacer andar el aparato.

Asiento, ya que mi voz no se escucha a causa del ruido que provoca la licuadora.

Luego vierte el líquido y me entrega el vaso cargado de jugo rojo.

—Oye..., ¿dónde dormiré?— pregunto sentándome en las sillas que rodeaban la isla.

• 𝙇𝙊𝙎 𝙈𝘼𝙍𝘾𝘼𝘿𝙊𝙎 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora