•『66』•

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     La bestia salió a jugar  •❅──────✧✦✧──────❅•

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     La bestia salió a jugar
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Nisha aún no regresa del último paseo, ella planea descubrir más sobre su hermana y no la culpo, la curiosidad la carcome, la consume las ganas de tener un familiar a su lado, uno de sangre. Lamentablemente eso es imposible y supongo que siempre lo supe, Cassie me había hablado de esto, lo sabía, sabía que había una niña igual que ella en algún lado, la sintió, pero jamás pudo encontrarla, era como si Nisha estuviera rodeada de magia, una que envolvía su existencia y la volvía invisible. Por años la buscó, incluso intentó llamarla por medio de su conexión, le dio señales de muchas maneras con la esperanza de que algún día, Nisha la encontrara y lo hizo, pero fue demasiado tarde. Cassie murió sin conocer a su hermana gemela. Por eso, antes de que ella falleciera, le jure que la encontraría, que hallaría la forma de traerla a mí, que nunca me rendiría y no lo hice, la encontré, pero Nisha no pudo cumplir esa parte de mi promesa.

No la culpo, Cassandra dominaba sus poderes pero revivir a un muerto le era muy complicado, la debilitaba mucho y casi nunca funcionaba, ya que solo se puede hacer cuando la persona muere de manera injusta, cuando pierde la vida en un momento en donde no debió hacerlo, de lo contrario, no podrás traerla de vuelta porque su muerte, fue algo que ya estaba predestinado y debía suceder, así funciona la ley de la vida.

Al principio solo quería tener a Cassie de vuelta, pero ahora la cosa es diferente, aún la extraño, demasiado, pero Nisha se ha clavado en mí y no soy capaz de sacarla, Vicius la quiere, yo la quiero, cada parte de mi la quiere, incluso la más retorcida y turbia la añora.

Me encuentro en mi cuarto, la gente parece estar descansando, ya que no hay ruido ni personas deambulando por los pasillos, solo silencio.

Salgo dispuesto a buscar algo de comer, pero me detengo al oír un sonido extraño proveniente del cuarto de Alex, pienso que pueden ser gemidos, tal vez Alana se pasó por su cuarto otra vez, pero luego de unos segundos distingo que no son sonidos de placer si no de dolor. Abro la puerta y lo que veo me confunde. Se trata de Alex, arrodillado en el piso, con la nariz sangrando y pequeñas venas azules creciendo en su mentón, la vena en su cuello parece querer estallar.

—¿Que haces?, ¿Eres idiota o que?—lo tomo por los hombros haciendo que se detenga y su piel vuelva a la normalidad.

—Vete, necesito practicar.

Lo empujo para que me mire y lo hace, su mirada es extraña, cansada, como si no hubiera dormido en días.

Él no se detiene y sigue haciendo fuerza para lograr algo que no se que es.

—Si no te detienes y me dices que sucede te voy a golpear—advierto levantando el puño. Pero no para, me ignora por completo.—Tu lo pediste.

Con fuerza intento golpear su rostro y hacerlo reaccionar, pero algo extraño sucede, estaba parado con el puño levantado hace un segundo y el estaba frente a mi, pero ahora, mi puño impactó contra la pared fuertemente haciéndome chillar al sentir el dolor. Confundido busco a Alex con la mirada y ahora él se encuentra del otro lado de la habitación.

• 𝙇𝙊𝙎 𝙈𝘼𝙍𝘾𝘼𝘿𝙊𝙎 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora