Cap 6: El Castillo del Mar

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El dragón se abalanza contra las alas de Skynathrax. Mientras caí en el inmenso mar, el destello de un trueno azul ilumina las tormentosas nubes. Dejando entrever un ala arrancada volar por los vientos marinos y la silueta de una chica caer al vacío...

La joven sin nombre, seminconsciente, abrió los ojos. Parpadeando lentamente, recuperando la noción de sí misma. Se dio cuenta que estaba a una gran altura sobre el nivel del mar, volando. Nota que no se encontraba montada sobre el dragón. Confundida, siente una enorme presión en sus hombros. Un gigantesco monstruo emplumado está aferrando sus escamosas patas en ella. La joven reconoce que es uno de los monstruos emplumados que se llevó a su hermano y al collar con él.

—¡Suéltame! —gritó la joven. El sonido de un rayo se escucha a la distancia—. En cuanto Skynathrax se entere vendrá a buscarme. No querrás enfurecer a un dragón de tormenta.

El monstruo emplumado ni siquiera volteo a mirarla. Se limitó a volar. La joven comenzó a sacudirse con vehemencia y a intentar arañar las patas del ser.

—A menos que quieras caer al tormentoso mar de Einimer —replicó el monstruo, gorjeando—. Te recomiendo que te mantengas quieta. Intenta arañarme una vez más y no pondré en duda el arrojarte al vacío.

La joven bajó su mirada, vio sus pies balanceándose, y debajo de ellos, un mar embravecido. La sensación de vértigo invadió su espalda y pecho, era dejarse cargar por esa bestia emplumada o estrellarse contra las corrientes marinas, la joven cedió.

El monstruo emplumado voló con ímpetu hacia un velero con un mascarón de hipocampo. Depositó a la joven en cubierta, la joven se resbaló y cayó al piso.

—Maldita mocosa. —Flevata volvió a su forma humana—. Te estoy salvando y lo que haces es arañarme los pies. —Flevata esbozó un ademán de desdén con su mano—. Esa no es forma de dar gracias a un caballero por salvarte la vida.

La joven guardó silencio, intentó ponerse de pie en la mojada y resbalosa superficie de madera. Se resbaló una o dos veces.

—¿Dónde está mi hermano?

Flevata, con su cabello empapado por la lluvia, la observó de pies a cabeza. Una mirada de disgusto se escapó en sus pupilas verdes.

—¿Y cómo diantres lo voy a saber? —Flevata cruzó los brazos con indiferencia—. ¿Acaso soy tu padre para saber eso?

—Un Cambiaformas se llevó a mi hermano —expresó la joven. Sus ojos reflejaban desesperación.

—¿Y eso que? ¿Crees que todos los Cambiaformas nos conocemos? —Flevata chasqueó la lengua—. Eso es tan absurdo como creer que todos los humanos se conocen entre sí.

El mago. No se había movido ni un milímetro. Su mirada estaba fija en la joven sin nombre. Tomó a la joven de los hombros.

—Está viva —bisbiseó el mago. A la joven se le dibujó en el rostro un gesto de confusión—. No lo puedo creer. Después de tantos años.

—¿Nos conocemos? —dijo la joven ondeando ligeramente la cabeza.

—No, no. —El mago se tocó la frente de la máscara con su mano, soltándole los hombros a la joven—. A lo que me refería era que, me alegro que no cayeras al vacío. —El mago compuso una risa nerviosa.

—Parece que alguien más te ha estado siguiendo, Ten —dijo Flevata, mirándolo por encima de su hombro—. Y es otro Cambiaformas.

—¿Dices que un Cambiaformas se llevó a Valskanyr? —dijo el mago.

La joven asintió.

—¿Junto con el collar?

—¿Cómo sabes que mi hermano se llama Valskanyr? ¿Y que llevaba un collar?—preguntó la joven. Con un tono de escepticismo. 

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now