Cap 18: Persiguiendo sombras

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Volar por la oscuridad no es algo sencillo, y mucho menos si hablamos de volar con un pequeño fuego dándote direcciones. Flevata, comenzó a darse cuenta de lo complicado que era localizar algo que apenas podías ver. Era como conducir con los ojos cerrados mientras alguien te indicaba si tenías que girar a la izquierda o a la derecha. Sólo que en lugar de chocar contra alguna farola de luz podías estrellarte contra algún obelisco.

—¡A tu izquierda! —gritó Arginan.

Flevata, viró con brusquedad esquivando una torre de piedra. La joven sin nombre apenas pudo aferrarse a las plumas de Flevata para no caer al vacío. El viento le meneaba la cabellera, y podía escuchar cómo el aire nocturno soplaba en sus oídos, haciendo que se le taparan. Hubiera sido un viaje agradable, de no ser porque no podía ver nada a su alrededor. Apenas pudo visualizar el último obelisco que habían evadido, ya cuando lo tenían a un costado y lo habían esquivado con prisa.

—Ahí —dijo Arginan, a la pequeña llama se le alborotaba el fuego de su cabeza, como si fuera una vela a la cual intentas apagar con un soplo—. Baja, creo que encontramos lo que venimos a buscar.

Mientras Flevata planeaba para aterrizar, Arginan, puso su pequeño codo en el candil y su mano en su barbilla.

—Espero estén listos para un espectáculo —espetó Arginan—. A las Sombras Nocturnas hay que seguirles el juego para vencerlas, y este parece ser que no ha jugado en mucho tiempo. Debe estar muy ansioso.

—Ya he derrotado demonios —dijo la joven. Mirando al pequeño ser fatuo—. No creo que una sombra sea mayor problema.

—Sí —le respondió la llama remilgosa—. Y mira cómo terminó tu "victoria", con un anillo de contención en tu dedo y una maldición tatuada en tus sentimientos —le dijo Arginan con una risa aguda y molesta, mientras se tapaba la boca con una mano. La joven se escondió el anillo, avergonzada—. Los demonios buscan tu nombre, pero este ser, lo único que busca, es divertirse un rato. No tendrá el mismo cuidado que un demonio. Es como comparar a un tigre hambriento con un asesino en serie, verás, el tigre busca comer, mientras el asesino mata por mera diversión.

La joven, tuvo de pronto un sobresalto grande en los anaqueles de su mente, que organizaban los distintos libros de sus pensamientos. Una congoja le recorrió la espina dorsal. Estaba mirando cómo descendía Flevata, como si fuera una hoja desprendiéndose para caer al vacío.

Flevata, depositó sus pies en la grama. Pequeñas partículas de rocío se le pegaron en las patas largas de tres dedos. La gran bestia se inclinó para ayudar a que la joven sin nombre bajara de su lomo. El ligero sonido de la hierba aplastándose le indicó a Flevata que la joven había bajado. Y este volvió a su forma humana.

Ambos se observaron, pero rápidamente la mirada de Flevata se depositó en las caderas de la joven.

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­—¿Y ahora, por dónde? —dijo Flevata.

La joven, esperó a que la llama dijera algo. Pero se limitó a bostezar con indiferencia.

—Arginan, creo que es un buen momento para que abras la boca —dijo la joven, con un tono tenso.

—Y creo que es un mejor momento aun de que tú abras los ojos —espetó la llama. Flotó y se introdujo en el pecho de la joven.

Un calor intenso la invadió, incluso se planteó en si era buena idea quitarse la capa. Los ojos le escocieron y brillaron con un color azul intenso. Una nube, como si fuera un rastro, se le presentó. Y escuchó una voz en su cabeza: «ahora ves lo que yo veo».

—Es por aquí. —La joven señaló la oscuridad. Sin saber realmente dónde la llevaría. Flevata, sorprendido, se limitó a asentir y seguir a la joven.

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now