Cap 38: Secreto compartido

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Todos guardaron silencio por un par de minutos, anonadados. El viento soplaba, triunfante y ansioso, por estar a punto de poseer el secreto del mago que nombró al mar. Aquel que viajo en el tiempo.

—Les contaré el secreto que compartimos Flevata y yo —dijo Ten poniéndose de pie. En su pecho, sentía cómo un peso se acumulaba en él, listo para liberarse. Se sentía como quitarse una pesada mochila de su espalda.

—¿Nos contarás una fábula como lo hizo Flevata? —preguntó la joven. Ella pudo ver cómo las letras que formaban la brisa marina se relajaban. Como si las palabras que estaban a punto de pronunciar Ten las calmara. Como una suave nana para dormir.

—¿Una fábula? —dijo Ten, impertérrito con un gesto de su mano, como si cortara el aire y alejara esa idea de la cabeza de aquellos que lo observaban—. No, no por el mar y el cielo. Flevata era tan melodramático. —Agitó su cabeza—. Le encantaban las historias del occidente. En cuanto aprendió a leer, solo se la pasaba leyendo melodramas. —Ten se rascó la cabeza, preocupado, miraba en todas direcciones—. Veamos... ¿por dónde empiezo?

»Flevata, mi hermano y yo venimos del futuro. Un futuro algo lejano. Muchas cosas ocurrieron... —Ten suspiró, dubitativo—. No... Esperen, creo que no es bueno comenzar desde ese entonces. Volvamos a comenzar... Se podría decir que todo comenzó cuando mi hermano volvió al pasado... —Sacudió la cabeza—. No, fue cuando entró en la biblioteca submarina.

—¿Podrías comenzar desde el principio? —dijo Colemar, con una mirada dura—. Odio las historias que empiezan a contar las cosas desde el final o que se saltan acontecimientos importantes de la vida del protagonista.

Ten lo examinó con detenimiento. Asintió.

—Bien —dijo Ten, complaciendo al príncipe—. Debo admitir que he intentado explicar esto de muchas formas. Quiero que lo que voy a contarles suene lo menos confuso posible. Disculpen si soy demasiado simple con mi explicación, pero este es un tema complejo. —Ten, atisbó a la joven y a Val—. Yo soy su hermano menor Ukyrenisha y mi gemelo es Ukyrenipae. He viajado al pasado para intentar evitar una catástrofe. El regreso del Drakendor.

—¿Qué? —dijo la joven, tenía el rostro descompuesto—. ¿Tú eres Ukyrenisha del futuro?

—Sí —le respondió—. Soy tu hermano. Les contaré sobre mi línea del tiempo original. ¿Entienden? —Todos asintieron, expectantes—. ¿Recuerdan el huracán? ¿El que golpeó nuestra isla?

—¿Cómo olvidarlo? —dijo Val, observando a su hermana—. Tuve que volver por mi hermana. Creyendo que jamás la volvería a ver.

—El huracán, originalmente, destruiría toda la isla —dijo Ten—. Y... bueno, tú, hermana, morirías junto con padre y madre, toda la isla quedaría hecha trizas. Pae, Val y yo seriamos los únicos que sobreviviríamos. Me buscaron bajo los escombros de la isla. El huracán, provocado por el cielo del corazón del archipiélago, buscaba el collar para dárselo a Orca. Quien apenas empezaba a llegar del otro lado del mundo.

—¿Yo? —La joven se señaló el pecho—. ¿Tendría que estar muerta?

Ten asintió.

—Sí —le dijo Ten—. Yo mandé a Skynathrax para que luchara contra el cielo del corazón del archipiélago en esta ocasión. El mismo que provocó el huracán. No creí que Skynathrax lo mataría. —Ten alzó las manos ligeramente—. Sé que es mucha información. Y puede resultar complejo, pero sigamos el hilo original.

»Después del huracán, la guardia real llegó a la isla. Se dieron cuenta que nosotros habíamos sido los niños que nombraron al mar y al cielo del noreste. Fuimos con el rey, explicándole la razón por la que se provocó el huracán. —Ten, giró su cabeza viendo a Val—. Tú, te volviste el protector del collar, Val, pues el objeto no podía quedarse en el castillo porque un huracán seguía al collar, estaba maldito. Tenías que huir constantemente, Val, el huracán te seguía. Viajaste por todo el archipiélago en barco, las personas, sabían que, cuando pasabas, un huracán azotaría su isla. Te despreciaban por ello, eras como un leproso, la gente huía de ti. Después de unos años, no supimos más de tu persona. Se supone que escapaste a otra parte del mundo, saliendo del archipiélago, para no causar desastres aquí. La realidad... es que nadie tiene ni la menor idea de lo que te ocurrió. Se suponía que, cuando murieras o te volvieras demasiado anciano para navegar, otra persona tomaría tu lugar. Pero, como te perdiste, nadie sabe dónde podría estar el objeto, ni tú tampoco.

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now