Cap 9: Tiempo de demonios

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—¡El Arpón RompeAlmas Trotamar! —dijo Ten, en plena oscuridad. Corrió hacia popa para preparar el arpón, cuya moharra estaba fraguada con magia—. ¡En dónde estás maldito! —Ten, apuntaba de un lado a otro el arpón mientras el velero se mecía con fuerza. Del torbellino infernal se escuchaba una voz ronca y afilada como la guadaña de la muerte que decía: Tihvon.

¿Tihvon? —repitió la joven, agarrándose del mástil del velero—. ¡Ten!

La joven fue interrumpida por el Trotamar.

—¡Tenemos una fuga en uno de los camarotes! —gritó el mascarón—. Se rompió una de las cuadernas. Si seguimos en el remolino me voy a hacer pedazos.

Ten chasqueó la lengua.

—Lo que faltaba. —El agua se empezó a meter en cubierta por el choque de las estrepitosas olas que producía el torbellino. Ten se balanceaba mientras trataba de bajar a los camarotes del barco—. ¡Su majestad, tome el arpón y si ve alguna luz en medio del torbellino no dude en disparar!

Colemar corrió hacia el arpón, una ola asestó en popa he hizo que el príncipe cayera al piso, se levantó con prisa y tomó el arpón. El agua le empapaba la vista, no podía ver bien, y los movimientos violentos del barco no hacían fácil apuntar.

La joven sin nombre seguía aferrada en el mástil del velero. Giró su cabeza, de un lado a otro, tratando de atisbar algo entre la enorme oscuridad en la que estaban. No podían ver nada, las velas se habían apagado por el agua y la única fuente de luz que quedaba era la lámpara que estaba en el mascarón. Lo que si se podía escuchar era el nombre que provenía del torbellino: Tihvon.

Ten volvió a cubierta con un libro en su mano, corrió hacia donde estaba Colemar. Abrió el libro, el viento agitaba las hojas del libro abierto. Ten, llamó a la joven sin nombre de un grito para que se acercara.

—¡Logré reparar la cuaderna del barco con un hechizo de unión, pero no durará mucho tiempo! —dijo Ten, mientras trataba de buscar un hechizo en una de las páginas del libro—. Espero que sea el tiempo suficiente como para salir del torbellino, no nos podemos quedar aquí mucho más tiempo. —El crepitar de la madera, tratando de romperse, se escuchó—. ¡El Trotamar se va hacer añicos en no más de veinte minutos! —gritó a los cuatro vientos.

Pasaron unos segundos mientras Ten indagaba entre los antiguos escritos del libro.

¡Aquí estás! —dijo Ten, con un dedo en una de las hojas del libro, el mago volteó su mirada hacia los dos jóvenes, quienes miraban expectantes a Ten—. ¿Saben cómo se dice torbellino en lengua antigua? —Los jóvenes negaron con la cabeza—. Tih, así es como se dice, y Von significa demonio en lengua antigua. —Ten soltó el libro y tomó el arpón—. Tihvon, es el demonio de los torbellinos en el suroeste. Ahora tendremos que averiguar su verdadero nombre para tener control sobre él.

Las cosas poseen dos nombres: Un nombre común, por el que todos las llamamos y un nombre verdadero, por el que pueden ser controlados si se logra averiguar. Los nombres comunes pueden estar en cualquier lengua, incluso lengua antigua; sin embargo el nombre verdadero es el nombre que las diosas le designaron a ese ser u objeto, y es por este último con el que se puede tener potestad sobre las cosas o seres.

—¿Y cómo averiguamos su verdadero nombre? —preguntó la joven sin nombre.

Ten la observó, sus pupilas marrones se podían admirar entre los orificios de la máscara.

—Tienes que permitir que el demonio te posea, después de eso, vencerlo en un duelo. Si lo derrotas, consigues el verdadero nombre del demonio. Si pierdes, el demonio tomará posesión de ti para siempre. Después de eso lo encierras en un cuadro, ya que un demonio no puede ser derrotado por mucho tiempo, así que es mejor encerrarlo.

El crujir del velero volvió a resonar, era como un reloj dictando el "tic tac", como si les indicara que se les acababa el tiempo.

—Yo me encargaré de esto, después de todo, solía capturar demonios —dijo Ten, con diligencia—. Sólo tenemos que provocarlo, con que le atine con el arpón una tan sola vez vendrá. —Una luz roja empezó a provenir del centro del remolino—. ¡Allí está!

Ten tomó el arpón y comenzó a apuntar, sin embargo una enorme ola golpeó el velero con mucha fuerza, haciendo que se elevara unos cinco metros. Todos se elevaron por los aires y cayeron nuevamente en el barco. Ten se dio de bruces sobre su rostro, haciendo que la máscara de porcelana que tenía se rompiera, provocando que se desmayase por el impacto.

Cayó al lado de Flevata, quien seguía dormido por el poderoso hechizo que Ten le había aplicado.

—¡No puede ser! —dijo Colemar, su mirada era de terror absoluto. Su agitado pecho no paraba de tomar aire, miró a la joven sin nombre, y trató de relajar su mirada. Era mejor así, si ponía nerviosa a la joven sin nombre podía empeorar la situación—. Tendremos que hacerlo nosotros —dijo, tratando de embozar su tono con determinación, empero, no lo logró, su voz se rompió. Como el sonido de un cristal siendo masticado.

La joven sin nombre temblaba de terror, el sólo hecho de contemplar la idea de tomar esa enorme responsabilidad la aterraba, pero era eso o morir en altamar. Los arremolinados sonidos del agua sonaban más fuertes, como una cascada, y el sonido del barco destrozándose penetraba en la mente de ambos jóvenes... "Crack, crack, crack".

La madera se tensó, al igual que los mozos.

Colemar tomó el arpón y apuntó hacia la luz que irradiaba en el centro del torbellino. El violento sonido del hierro silbando al ser disparado se escuchó. Se hizo el silencio. Tan sólo se oía la madera mecerse entre el agua salada. La joven sin nombre volteaba de un lado a otro, la luz había desaparecido del centro del torbellino.

De repente, reapareció en el cielo.

—¡Colemar! —gritó la joven sin nombre—. En el cielo.

El joven volteó su mirada al oscuro firmamento. La luz del ser sin forma irradiaba con fuerza, mientras se atisbaba cómo un arpón estaba clavado en él.

La luz de la luna se hizo presente y descubrieron que el resplandeciente punto luminoso era el rostro del demonio, cabellos rojos como amapolas de verano caían como cascadas sobre los hombros del enorme demonio. La mar vestía al ente con un vestido largo y blanco como la espuma de mar. Y gritaba con una voz dura como las olas embravecidas su nombre: Tihvon.

El gigantesco Demonio del Torbellino, que se elevaba en altura a unos veinte metros, abalanzó su mano contra la joven sin nombre, entrando en su ser y poseyéndola. Como si de un empujón brusco se tratase, la joven cayó al piso de madera. Tenía la vista nublada. Lo último que apreció, antes de que su mirada se oscureciera, fue como Colemar la tomaba de los hombros y le gritaba algo que ella no podía entender...


Notas del autor: Hola, buenos días. Quería informarles que la Universidad me está matando. Casi no tengo tiempo para escribir, Ni hacer muchas cosas que me gustaría hacer. Pero bueno, eso no importa. 

La razón por la que hago estas notas es para decirles que este capítulo va dedicado a @gmiracle_Rojas. Quien me hizo un lindo Fanart de Skynathrax, ya saben, el dragón de tormenta que está casi en coma en este momento jaja. De todo corazón le agradezco este gesto. ¡Esto va por ti con mucho cariño! <3

 ¡Esto va por ti con mucho cariño! <3

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Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora