Cap 4: Se hunden los cielos (2/2)

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Los vientos soplaban de una dirección a otra, sin un rumbo fijo, pero el mar ya se encontraba en calma, estaba tranquila y sosegada; sin embargo son los soplos de viento quienes guían a un barco, no sus mares tranquilos. Al no contar con un mago de vientos no podían poner rumbo a algún lugar.

Valskanyr intentó usar el anillo mágico que sus hermanos le habían regalado para buscar una estrella o constelación que los guiara, pero fue en vano, el cielo estaba fragmentado y se había vuelto tan loco que las estrellas cambiaban de dirección, el anillo flotaba de una dirección a otra. Intentando encontrar la estrella que él indicaba. Valskanyr alzó el dedo índice para que el anillo regresara. Arriaron la vela y sacaron los remos, y sin un rumbo fijo, comenzaron a navegar.

—¿Conoces los cielos del corazón del archipiélago? —le preguntó Valskanyr al dragón-hombre mientras remaba.

—Lamento decirte, humano, que estos ya no son los cielos que tú conocías. El cielo del corazón del archipiélago, Rralsyacx, está muerto.

—Gracias, oh gran dragón de tormenta. Lo asesinaste y ahora tendremos que escapar de nuestro hogar ¿y ni siquiera nos puedes conducir por estos cielos?

—Cuida tus palabras, humano...

—¿O qué? —Valskanyr soltó los remos con vehemencia—. ¿Tendré que sufrir la furia del dragón de tormenta que no puede volar?

El dragón se levantó de golpe.

—A mi ala la perforó el aliento del rayo de un dragón, veamos si te atravieso un trueno por el pecho sigues respirando, bastardo —replicó con ímpetu el dragón-hombre.

—Cálmense los dos, hablaré con el mar para que nos saque del corazón del archipiélago—dijo la joven sin nombre.

El dragón-hombre observó con sorpresa a la muchacha. Como si recién se diera cuenta de su presencia.

—¿Así que ella es la que encontró la voz del mar? Pensé que el Recipientenombre se había perdido para siempre en esa isla.

—¿El Recipientenombre? —preguntó la joven.

—Así es, ¿no la traes contigo? No me digas que la dejaste en la isla. Ese caracol es la razón por la que el cielo quería destruir la isla.

—Te refieres a... —Valskanyr observó su collar.

—¿Eso es la Recipientenombre? Entonces tú la encontraste —dijo el dragón.

—La persona que la encontró está muerta... la encontró mi amigo —dijo la joven sin nombre.

—Ya veo, por lo menos la tenemos. Pensé por un instante que había fallado en mi misión. Verán, alguien quería saber el verdadero nombre de este mar. No el nombre por el que ustedes humanos la llaman. Si no el nombre que sólo las olas pueden pronunciar. Creo que a la única persona a la cual le mencioné esto fue a tu hermana —dijo el dragón.

—¿Ya te lo había dicho? ¿Pero cuando? —dijo Valskanyr con un tono que denotaba frustración.

—Él despertó a media noche, adolorido y sollozando. Me contó algo sobre esto, pero no me había mencionado nada sobre lo que el Drakendor quería. No tenía idea que anhelaba el collar —dijo la joven sin nombre, abrazando sus rodillas.

—¿Drakendor? ¿Quién es ese? —preguntó Valskanyr, ya algo fastidiado.

—Él es... la verdad es que no estoy segura de quien es.

—Él quiere conocer el verdadero nombre de todos los mares y cielos del archipiélago —dijo el dragón-hombre, ojeando el mar con desdén—. Los cielos y mares ocultamos nuestros verdaderos nombres en objetos y sólo la persona que las encuentre puede saber nuestros verdaderos nombres. Tu amigo encontró el objeto que revela el verdadero nombre de este mar. 

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now