Cap 29: El corazón de las palabras

48 8 19
                                    


Los ecos de la cueva. Palabras, era lo que se percibían. Palabras, esas herramientas que funcionan para transmitir pensamientos complejos. Pero olvidamos que las palabras no están vacías, jamás lo están, cuentan con un corazón. Un latir invisible que solo algunos logran percibir. Al mantenerse en silencio y escuchar. Las personas oyen palabras, pero solo algunas las escuchan. Por qué escuchar es entender y oír es solo percibir.

Y una joven, dejaba de oír para empezar a escuchar en medio del silencio.

—¿Qué aprendimos de las palabras, jovencita? —le preguntó Arginan, el cual flotaba de un lugar a otro. La joven, lo seguía con la mirada, como si también siguiera los pensamientos del fuego azul.

—Qué las palabras cuentan con un peso importante en las personas y en cómo vemos las cosas —dijo ella—. Debemos tener cuidado con lo que decimos, pensamos y revelamos. Decir un secreto es peligroso, y solo se debe revelar a alguien de extrema confianza. Porque le entregamos poder a esa persona al hacer eso. Debemos ser precavidos en las conversaciones, nunca hablar de más o de menos ante otros. Y que los pensamientos afectan en la manera en cómo actuamos. Pensar es sentir y sentir se refleja en actuar.

—Muy bien —dijo Arginan con un aplauso—. ¿Crees que las palabras existen por ellas mismas?

La joven sin nombre, volvió a tomar la roca con la que había jugado el día anterior. La examinó.

—Creo que sí —dijo ella—. ¿Cómo podrían existir si no?

—¿Primero se inventó el lenguaje o los objetos?

—Supongo que los objetos —dijo ella—. Si no, ¿Cómo podrían darles nombres?

—¿Entonces las palabras existen por su cuenta o dependen de algo más que las porte? —Arginan apuntó a la roca con su mano.

—Pues supongo que necesitan algo para existir —concluyó ella.

Arginan asintió.

—Las palabras no tienen una forma física propia. Por lo tanto se vinculan o se atan a un objeto, cosas o sentimientos para existir. Esa es la razón por la que debemos tener buenas palabras al referirnos a los objetos, situaciones o personas que portan una carga emocional en nosotros, ya que las podemos marcar con esas emociones. Las palabras son también responsabilidad. Las sembramos como semillas y germinan como flores.

»Con las emociones pasa lo mismo. Cuando te sientes triste al ver algo, es por qué te sentiste identificado con eso, con una canción, historia o persona. Esa emoción te atrapó al conocerte y tomó control sobre ti, es por eso que lloramos con canciones, nos reímos cuando nos cuentan un chiste. Las expresiones fuertes de emociones toman control sobre nosotros. Y no puedes permitir eso.

La joven sin nombre. Analizó esas palabras. Era como si recién hubiera descubierto el cómo escuchar.

—Entonces, ¿son los eventos lo que toman control sobre mí? —concluyó ella, algo confundida, soltó la roca que tenía en su palma y se llevó su mano a las puntas de su cabello, para empezar a jugar con el—. ¿Por qué ellas me conocen? ¿Las emociones se disfrazan para siempre intentar tomar posesión sobre nosotros? Al igual que las palabras, las emociones no tienen una forma física propia, se atan a acontecimientos, objetos y pensamientos para existir. Por eso cuando veía ese collar de caracol, el que me dio mi amigo, sentía felicidad. Lo saturé con ese sentimiento.

—Sí —dijo Arginan rápidamente—. No puedes permitir que esa persona o sentimiento te afecte, porque le estás dando poder sobre ti a esa situación u emoción. Incluso con los halagos tienes que tener cuidado, ya que se está a salvo de las malas personas, pero de los que se quieren aprovechar de ti no. Ellos entran en tu vida con buenos tratos y palabras lindas y se llevan las cosas que, en ocasiones, los insultos y las malas personas no pueden como: el amor, la confianza en los demás, tus amistades. Ya que el que es malo, no puede llevarse de ti lo que nunca le entregaste, pero el que engaña, te roba lo que en algún momento depositaste en él. Debes tener cuidado a quién o qué le permites que te provoque emociones. Hay personas que usan luz para ocultar su oscuridad.

—Yo siempre le he tenido miedo a las sombras —dijo la joven—. Es como si nuestra forma malvada, la que no tiene nombre y se encuentra en el mundo Fini, nos siguiera siempre.

Arginan sonrió de manera sombría.

—Una persona que no proyecta sombra, es alguien que no proyecta luz tampoco. —La joven sin nombre atisbó el suelo donde Arginan flotaba. Para darse cuenta que él no producía sombra alguna—. ¿Tienes miedo de las sombras? Témele a alguien que no proyecta una. La sombra es la ausencia de luz.

El frío invadió a la joven sin nombre.

—¡Entonces jamás voy a volver a utilizar mis emociones! —dijo la joven sin nombre—. Me volveré totalmente estoica.

—No se trata de no usar tus emociones, pequeña —dijo Arginan—. No rechaces tus emociones, utilízalas, la tristeza se puede convertir en una canción o poema, la furia en energía para hacer algo, la soledad en reflexión. Y tu maldición, cuando te congelas por el miedo, también se puede utilizar. Se trata de canalizarlas, no de eliminarlas.

—¿Cómo? —preguntó ella. Estaba realmente curiosa por saber eso.

—Te recordaré cómo dice tu maldición. —Arginan se aclaró la garganta de fuego y dijo—: Tatuado en tus sentimientos estará mi maldición, con furia destruirás, en tu miedo te congelarás y con tu tristeza ahogarás al mundo entero... y con cada segundo que utilices el poder de mi nombre perderás vida, hasta que reclame tu nombre en el momento de tu muerte... y te vuelvas lo que una vez destruiste. Cada emoción está conectada a un elemento. Frío: miedo, furia: fuego, tristeza: agua, alegría: aire.

¿Entonces puedo utilizar esas emociones a mi gusto? —preguntó ella.

No utilizarlas —dijo Arginan, alzando un dedo—. Controlarlas. Canaliza tus emociones a objetos o cosas. Como lo hiciste con el collar de caracol de tu amigo, lo llenaste de felicidad, ese sentimiento se ató a él. Pero antes de eso, debes aprender a observar. Ya aprendiste a escuchar. Por hoy, terminamos.

A la joven sin nombre, le pareció escuchar algo a su alrededor. Era una voz, no sabía de dónde provenía. Miró en todas direcciones, pero lo único que encontró fueron las manos que aparentaban moverse. Estaba segura que la había escuchado. Arginan se encontraba en silencio, observándola. Pero él, notó algo distinto en la joven.

Finalmente, la joven se dio la vuelta y se dirigió a su rincón para dormir con lo que ella le parecían susurros. 

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora