Cap 37: Los ojos

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Un cometa volaba por el cielo. Colemar, manejaba sus hilos con destreza, pescando. Así habían pasado días. Comiendo únicamente de lo que el mar les proveía. Val, le había advertido al príncipe de algunos peces venenosos, endémicos de esas partes del archipiélago, al igual que distinguía las rutas de los pájaros que cruzaban los atolones, Los Ojos, que era donde buscaban llegar. La joven, había intentado rastrear el nombre de Ten, pero en el último lugar que había sido pronunciado, era en el norte del archipiélago, en El Mar Congelado.

Val, se mostraba contento y afable por volver a ver a su hermana. Le daba abrazos de improviso, sin ninguna razón aparente cuando dejaban descansar al lagarto amarillo en algún islote, como si su hermanita fuera a desaparecer de un momento a otro.

Le pidió que le explicara qué le había ocurrido a su ojo y a su mano. Cómo conoció al príncipe, y a su perturbador amigo el fuego fatuo. Le contó todo. Absolutamente todo. Desde la maldición que tenía, el trato que hizo con Speculum el demonio, el incidente en Restal con Orca, los colosos, la carta de Ten, la muerte de su amigo Flevata, la manera en que obtuvo su nombre, el cual le reveló en su oído, cuando derrotó al titán de hierro, hasta llegar a la fatídica noticia de la muerte de sus padres y hermanos.

Valskanyr, resopló. Ya sabía que sus padres y hermanos estaban muertos.

—¿Hace cuánto lo sabías? —le preguntó. Ella, le abrazaba el fornido brazo con dulzura mientras observaban desde la costa cómo el lagarto amarillo nadaba buscando comida junto con Colemar.

—Meses —dijo Val, sin desviar su mirada—. Meses hermanita. ¿Recuerdas a nuestros abuelos en Poltaria y Frizeria? —La joven asintió—. El barco se dirigía a esos lugares. Pero los piratas, ladrones de madera, atacaron el barco. Mataron a casi todos. 

—Yo vi al barco casi entero —dijo ella con extrañeza—. No parecía que saquearon mucha madera del mismo.

—Hombres-bestia —le respondió Val, como si le explicara algo—. Probablemente ahuyentaron a los piratas. Tomaron lo que pudieron y se fueron. O eso creo. —Val volvió su mirada a su hermana. Ambos tenían sus ojos cristalinos, como si quisieran llorar, pero no les quedaran lágrimas—. Si te preguntas cómo me enteré... la Cambiaformas que me quitó tu collar y me secuestró me lo contó. Estaba siguiendo a Ukyrenipae y a Ukyrenisha para que ellos le dieran el nombre del cielo y el mar del noroeste. Ella asesinó a nuestros hermanos... a mis padres creo que los mataron los hombres-bestia, aunque no estoy seguro, ella solo mencionó que había matado a Sha y a Pae. 

La joven hizo un gesto con su cabeza que denotaba nostalgia. 

—Sí —dijo ella con tristeza. Apenas si pudo resistir las ganas de llorar. Le dolía la garganta por aguantarse las lágrimas—. Ellos fueron nombrados así por ponerle los nombres a esos lugares. Sha y Pae. Mar y cielo.

—Según me dijo ella —dijo Val encogiéndose de hombros, luctuoso—. Solo logró quitarle el nombre verdadero del mar del noreste a Sha. Pae no recordaba el nombre verdadero del dragón de tormenta que salvé. Ya sabes, el de la pelea en el huracán. ¿Cómo se llamaba? ¿Skymigash? ¿Smaughmatrix?

—Skynathrax —dijo ella alzando la mirada—. No tengo idea en donde puede estar. Creo que se fue con Ten.

—¿El otro Ukyrenisha? —dijo Val confundido—. No comprendo nada, la verdad. Está mi hermano Sha y el otro mago con su mismo nombre. —Val negó con la cabeza—. Oh, Lewtra...

Ella le tapó la boca a su hermano, luego de eso, esbozó un ademán con su otra mano, llevándose su dedo a los labios.

—No digas mi nombre —dijo ella, enfadada—. Esas cosas no se dicen a la ligera. Es un nombre de poder, cualquiera que lo conozca, podrá hacer su voluntad sobre mí.

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now