Cap 3: Presagio del Dragón

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El crepúsculo se hacía presente en la ventana de la habitación, la joven no hubiera bajado de no ser porque la madre la llamaba para que fuera a almorzar. Cuando terminó de comer, se dirigió afuera de la cabaña para ver lo que estaba haciendo su madre. Cuál fue su sorpresa al verla con pincel en mano y con un lienzo a orillas del acantilado de la ladera.

Estaba pintando la pelea de los dos dragones, veía como su madre extendía su dedo pulgar para hacer las mediciones de su pintura, la madre parecía muy concentrada y apenas se percató de la presencia de su hija. La madre giró la cabeza y le sonrió a la joven, mojó su pincel con pintura y siguió pintando.

—Es una pintura muy bonita —exclamó la joven sin nombre.

—Aún me faltan algunos detalles, quiero captar lo brutal, pero al mismo tiempo lo hermoso que fue su batalla —dijo la madre, pincelando el cuerpo de los dragones con delicadeza—. Quiero que quede un registro de esta batalla. Quizá me gané otro nombre además del que ya tengo —dijo la madre con una sonrisa en su semblante.

—Apuesto a que sí. Quien más tendrá un cuadro con una pelea de dragones de tormenta. —La joven se acercó al cuadro—. Te he llamado madre tanto tiempo, a veces olvido que también cuentas con un nombre. "Bellistane" que significa...mmm

—La niña que pintó la luna menguante. —La madre suspiró y siguió pintando—. Ese nombre está en lengua de plata, mi lengua nativa. La luna me escogió para que la pintara en su forma menguante. El cuadro fue colgado en la Torre Lunar. La luna es muy caprichosa al escoger a sus pintores —dijo la madre riendo.

—Tenías que ser una joven muy talentosa para que te escogiera, madre.

—Yo no diría que tenía talento. Más bien, mis padres me hacían practicar durante horas el arte del lienzo. Fui escogida junto con otros niños para pintar las fases de la luna. Generalmente no te dan un nombre sólo por pintar, huh, pero como fuimos escogidos por la luna, nos bautizaron con esos nombres. Puedes creerlo Thu, con sólo nueve años recibí mi primer nombre, ni siquiera sabía lo importante que era tener un nombre hasta que cumplí un par de años más.

La joven miró hacia el suelo.

—Ya te dije que no me digas Thu.

La madre se dio la vuelta con fastidio. La sonrisa en su semblante se había esfumado.

—Kertarni. ¿Es así como quieres que te llame? ¿Crees que me gusta llamarte así? Me recuerda que aún no consigues un nombre. No quiero llamar a mi hija: "joven sin nombre". Es casi como llamarte: "buena para nada". No creo que sea necesario recordarte que aún no consigues un nombre llamándote Kertarni. Sabes que no quiero presionarte... pero ya tienes diecisiete años y no has hecho nada aun por conseguir un nombre —dijo con la indulgencia y dulzura que sólo una madre podría tener.

—Sí que hice algo para conseguir un nombre —dijo la joven, apretando el puño con su vista aun en el suelo—. ¿Lo recuerdas? ¡El día que salí a buscar un estúpido nombre para mí...y le costó la vida a mi amigo! ¿No lo recuerdas, madre? ¡El día que les dije que mi amigo fue nombrado por...!

La madre soltó las pinturas y el pincel con la velocidad del rayo y le propició una cachetada a su hija. El eco del golpe se extendió por el risco en donde estaban.

—Lo recuerdo demasiado bien. Cómo esas historias de jóvenes siendo nombrados por el mar les atrofiaron el cerebro a ti y a tu amigo. Casi te cuesta la vida. En parte fue mi culpa por llenarte de cuentos la cabeza. Maldito el día en que les conté ese estúpido cuento a ustedes dos —dijo la madre, rechinando los dientes de rabia—. Ese maldito cuento le costó la vida a ese pobre chico, y tu futuro junto con él. Maldigo ese cuento con mi nombre. Maldito...maldito...maldito...

Cuentos del viento marino: La ladrona de nombresWhere stories live. Discover now