Capitulo 17

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Ha cumplido.

Dos días han pasado desde el desmayo y tal como Daniel dijo, se ha quedado aquí, me ha cuidado aunque a mí parecer es exagerado, solo unas pocas veces   ha salido para comprar algo y como en este instante, ir a una reunión en la empresa.

Estoy tumbada en el sofá de la sala adelantando algunas tareas —aprovechando que el exagerado de Daniel no está— y mi teléfono suena anunciando una llamada de Ana, la cual por cierto se me había olvidado llamar o enviarle algún mensaje desde hace ya muchos días.

— Hola holaaa— respondo animada.

— Hola mi niña. — Me encanta que siempre use ese tono maternal— ¿Cómo estas? Me dijo mi sobrino que hace unos días no te sentías bien.

Chismoso.

— Mejor, solo fue un desmayo por el agotamiento y otras cosas — evado nombrar lo de la gerente y el estrés para que no me de un sermón— tu sobrino es un exagerado que me tiene presa en mi propia casa y no me deja mover ni un dedo.

Ella se ríe.

— Si, aveces es medio dramático ¿Te comento la pequeña reunión de mañana?

— ehmm... No que recuerde ¿Cual reunión?

— Supuse que no te diría. Mi cumpleaños número cincuenta es dentro de unos días, así que mañana vendrán mi hermana y mi sobrina, la hermana de Daniel, a ayudarme a preparar algunas cosas por adelantado, le dije a Daniel que te trajera, Adam creo que también vendrá.

— No me había dicho nada pero ahí me tendrás, así me le tenga que escapar de la cárcel.

Hablamos un rato más hasta que decidimos trancar la llamada. Decido poner música y aprovechar que estoy sola para preparar la cena para cuando lleguen los guardias de seguridad — Sara y Daniel— no es un secreto que me encanta cocinar, aún más estando sola y con música alta de fondo, es algo que me parece incluso relajante. Escucho la puerta principal abrirse, por la hora ya se quien es, así que no me molesto en dar la vuelta para ver, la cena ya la estoy terminando así que busco los platos para servir.

— ¿No puedes quedarte tranquila, cierto? — Pregunta Daniel a mis espaldas.

— Cocinar me relajada, así que shhh— lo callo.

Me volteo para ponerle su plato en la barra y él toma asiento.

Creo que la acepte que siempre que lo veo vestido para trabajar quedo embobada, siempre tiene estilo de camisas medio ajustadas en los brazos y pecho, zapatos de vestir, jeans que le quedan algo ajustados en el trasero y las piernas — y no justamente porque sean así originalmente— el cabello peinado hacia atrás pero con algunos mechones desordenados siempre. Se definiría como tanto he oído a las demás secretarias llamarlo cuando creen que nadie las escucha "empresario sexy".

— ¿Que tanto me miras? — Pregunta entrecerrado los ojos.

Vale, quizás debo aprender a controlar eso de comerlo con la mirada directamente.

— ¿Por que no me dijiste que Ana me había invitado a su casa mañana? — Desvío el tema. El suspira pesadamente y rueda los ojos.

— Te mandaron a descansar.

— Eso es lo que hago ya que me tienes presa y me vigilas como si no pudiera ni dar un paso sola. — Ahora soy yo quien rodea los ojos— estoy mejor, mañana iremos y te prometo que no haré esfuerzos extras y todos felices.— Va a replicar pero no lo dejo— No está a discusión, si no me llevas tú entonces voy sola.

Él me mira un momento fijamente y luego ríe por lo bajo antes de llevarse el vaso de jugo a la boca.

— A veces parecemos un matrimonio de sesenta años.

Enseñame a Querer Where stories live. Discover now