Capitulo 16

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ALANA.

Nunca en mi puta vida había experimentado una resaca cómo esta.

Me cuesta incluso abrir los ojos gracias al dolor de cabeza, no me habían molestado los ventanales del penthouse hasta hoy, siento la boca asquerosamente pastosa. También siento un leve ardor en la garganta pero soy consciente de que no fue precisamente gracias al alcohol, al igual con el dolor y entumecimiento de algunas partes de mi cuerpo.

Pero no me arrepiento.

He despertado sola en la cama así que debo suponer que ya es tarde. En lo que - con bastante pesar. - me levanto de la cama, los recuerdos de lo que fue la despedida de soltera y el resto de mi madrugada comienzan a llegar. Alice nos sorprendió con la noticia y obviamente no podíamos dejarlo pasar, sobretodo cuando se han tardado tanto en dar ese paso, por lo que inmediatamente nos pusimos manos a la obra. Diana consiguió la limusina gracias a que hace años había salido con el dueño de una compañía de eventos e incluían esos vehículos, dimos varias vueltas y para cuando llegamos a la discoteca ya Sara y Alice están cerca de la ebriedad. Tener la discoteca para nosotras solas fue un extra no planeado, el dueño se encontraba ahí y, vamos, cuatro chicas escandalosas y con coronas no pasan desapercibidas, el hombre me reconoció aunque en un principio yo había olvidado totalmente que la primera vez que fuí él me había enviado un trago, aprovechamos eso ya que no queríamos irnos aún y solo bastó sonreírle un poco coqueta - sin llegar a más, ni permitirle nada. - para que nos dejara el lugar y nos diera pase libre para pedir lo que nos diera la gana en la barra a su cuenta.

Los Brawnies fueron algo que tampoco estaba planeado y que fue bastante dudoso en un comienzo, los consiguió Sara a través de una amiga suya de la universidad a quien le hizo una llamada sin que nos diéramos cuenta y cerca de dos horas después le entregaron en la puerta del lugar, cuando ya no habían más personas aparte de nosotras. Resultaba que yo era la única que nunca había probado nada parecido, pero contaba con la suficiente información sobre ese tipo de droga. De haber bebido más no los habría comido porque no sabía cuál sería mi reacción al ser la primera vez.

Al final, no fue la gran cosa. Supongo que tenía expectativas más altas.

El efecto más notorio que llegué a sentir, fue la excitación al ver llegar a Daniel y que aumentó de sobremanera cuando lo ví tan molesto.

Con algo de dificultad por lo mareada y adolorida que me encuentro, llego a mi habitación. Sigo desnuda así que solo me suelto el cabello y me dirijo al baño, donde pongo a llenar con agua fría la tina que no había usado antes y le echo unas sales con aroma a vainilla y rosas. Una vez listo todo, me sumerjo en el agua y el alivio que me recorre el cuerpo es inmediato.

Se que tengo cosas que hacer y lugares a donde ir hoy; solo de pensarlo me dan ganas de morirme.

Una sensación bastante conocida para mí me embarga y casi ruedo los ojos con fastidio, lo que me faltaba. Ansiedad.

Aveces, llega a mí sin ningún tipo de detonante, razón ni lógica, comienza con una leve inquietud que si no controlo a tiempo se vuelve insoportable, tediosa.

Me hundo por completo en la tina, dejando que el agua ahogue cualquier índice de pensamiento, ruido y malestar para concentrarme únicamente en cuanto aire suelto debajo del agua y hasta donde pueden resistir mis pulmones. Con el tiempo y experiencias he aprendido formas de evitar o mantener a raya la ansiedad: dibujar cosas con tanto detalle que debo utilizar el cien por ciento de concentración, pintar, la música, leer. Incluso dormir desnuda, una vez leí un artículo que explicaba que dormir con poca ropa ayudaba a regular la temperatura corporal y reducir los niveles de cortisol, mejor conocida como la hormona del estrés; por lo tanto el sueño sería más plácido y relajante. Lo intenté, personalice el método a mi gusto agregándole una ducha de agua tibia para relajar los músculos y un té antes de ir a la cama, así lo convertí en una rutina nocturna eficaz para mí.

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